Los cuentos de Nada nos puede pasar, el primer libro del cineasta y escritor Nicolás Teté editado por Blatt & Ríos, navegan entre en las referencias culturales del consumismo en la generación de los '90. En diálogo con El Destape, el autor reflexiona en torno a las decisiones que lo llevaron a retratar a la camada que se crió mirando la televisión.
- Ante las dificultades de volver a los rodajes en pandemia, ¿la literatura se convirtió en tu refugio?
Sí, completamente. Al principio de la cuarentena, y ansioso por el inminente lanzamiento del libro, escribía todos los días. Tuve una mirada un tanto ingenua al creer que íbamos a estar aislados por un período corto de tiempo. Aproveché para relajarme de la ansiedad que me provoca estar filmando y produciendo películas. De hecho, durante este período, me aboqué de lleno a la escritura y no trabajé en ningún guion para cine. Veo muy difícil iniciar un rodaje dadas las circunstancias; hay muchas complicaciones extras –hisopados todos los días y frenar rodaje en caso de tener personas con COVID, por ejemplo- que no contribuyen a la presión que de por sí tienen las filmaciones de cine independiente, con un presupuesto muy reducido.
- ¿Qué es lo que te seduce del formato cuento?
La brevedad.
- Eso que no es fácil concentrar tantas ideas en un límite de páginas.
Para nada. Me sucede que en el cine me cuesta mucho trabajar en cortometrajes, mientras que en la literatura el formato corto es algo que disfruto y en lo que me siento mucho más cómodo. Si bien ahora estoy escribiendo una novela, los cuentos suelen ser mi primera opción a la hora de pensar en algo para leer.
- El nexo que une a todas las historias de Nada nos puede pasar es la generación de los ’90, ¿te acordás de tus ’90?
¡Era muy chico! Para mí los ’90 fueron Reina Reech y Cris Morena. La verdad es no fue una idea planificada hablar de los ’90, sino que fueron saliendo las historias de manera natural, pensando en cosas que había pasado o vivido, o imaginando otras posibles que reflejaran las características típicas de la generación criada por los televisores.
- Pasamos de ser criados por la televisión a las redes sociales, ¿qué lectura hacés de los cambios de paradigma entre décadas?
Lo pensé mucho a eso. Considero que gran parte de mi crianza se la debo a la televisión y a la libertad que me daban mis padres para acceder a contenidos. Veía realmente lo que quería, cualquier novela o programa. Pienso que ahora con las redes sociales e Internet, el mundo cambió totalmente. Se perdió la cultura del zapping, ahora tenés todo al alcance de una búsqueda en Google.
- Varios de los relatos de Nada nos puede pasar mantienen una línea de realidades queer, ¿es algo que se fue dando solo o una decisión intencional que busca comunicar algo más?
Se dio naturalmente. La verdad es que si me pongo a escribir una novela de amor me sale que sea protagonizada por dos hombres. Es parte de mi realidad y también pienso que está bueno escapar de la heteronorma narrativa. En el libro sucede que el cupo está en las relaciones chico – chica, donde hay un solo cuento (risas). Siempre se nos vendió que las comedias románticas tienen que estar protagonizadas por varones y mujeres, que no hay cabida para los putos en un rol central. Y siento que hay que quebrar eso, cosa que trato de mostrar en mis trabajos cada vez más.
- Sobre tu nueva película Todos tenemos un muerto en el placard o un hijo en el clóset, ¿hay fecha de estreno en Argentina?
Se va a estrenar en salas de Argentina en dos meses, aproximadamente. Se confirmó el estreno, pero todavía no la fecha. Sí te puedo decir que va a ser un híbrido entre las salas y los jueves estreno de CINE.AR TV. Creemos que es la mejor forma de mostrar la peli y que la puedan disfrutar de todos lados, queremos que entre a la casa de la gente y se vea. Por ahora estuvo recorriendo muchos festivales LGBTIQ+ y le fue muy bien.
En la peli Manuel, que vive en Buenos Aires pero es del interior, va a visitar a los padres para sus bodas de plata. El conflicto yace en que la última vez que se vieron él les dijo que era gay y ellos no se lo tomaron muy bien, y la relación quedó muy tensa. Es una historia que habla sobre la reconstrucción de los vínculos familiares.
- Tristemente, la temática sigue siendo un reflejo de muchas familias que no se permiten una deconstrucción.
Por eso queremos que llegue a todos lados y que se vea en la mayor cantidad de hogares posibles. La posibilidad de que el estreno sea televisivo es una puerta de entrada a casas que, de otra forma, quizás ni se plantean mirarla. Uno puede identificarse con varios personajes de la historia.
- Al principio de la entrevista mencionaste una novela en proceso, ¿podés adelantar de qué se va a tratar?
Sí, obvio. Fue un proyecto que nació como una película pero fue mutando a una novela. Descubrí que el cine no es mi único canal de expresión. Es una historia sobre conocerse a uno mismo y perderse y volverse a encontrar. Es una especie de paraíso queer en las sierras de San Luis, con mucho sexo gay. Eso es lo más divertido.