"Ahora que volvimos a las escuelas, a conversar con los chicos, especialmente a mirarlos a los ojos, vinimos a conquistar también una parte que habíamos perdido. Los escritores de literatura juvenil tenemos la posibilidad de encontrarnos con el lector en las escuelas y en ferias y es un lujo", cuenta Luciano Saracino sobre el reencuentro con su público lector luego de la interrupción que ocasionó la pandemia.
"Es hermoso cuando le contas un cuento de terror a los niños y sus manitos se estrujan, la mirada que te mira fijamente pero que también mira hacia adentro de ellos porque el monstruo es de ellos y se lo van imaginando", dice el escritor. "Es un vínculo fascinante y cuando realmente vencemos al monstruo entre todos, es la parte más linda", expresa Saracino.
Sobre este momento de lectura, Franco Vaccarini recuerda cuando leyó una serie de cuentos cortos de terror de su libro "La mecedora del fantasma", en una escuela de Pilar, un pueblo de Santa Fe. Para él, "fue divertido ver a las chicas y chicos asustarse y reírse a la vez y pedir otro cuento más" y comprendió que se genera un alivio en la capacidad de "poder reírnos de nuestros miedos".
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"Sabemos que es una ficción y a la vez un entrenamiento", observa Vaccarini y agrega que, sin embargo, los más chicos a veces suelen preguntar "si viste fantasmas, si lo que te pasó es real".
"La pregunta se repite y mis respuestas van variando, pero prefiero decir que nunca vi un fantasma en mi vida", concluye el escritor.
Con información de Télam