Cerruti: "El Estado no puede hablarle a las vejeces solo por las jubilaciones y los remedios"

En su último libro, la diputada analiza a las mujeres y la vejez. Pide buscar alternativas al geriátrico.

28 de diciembre, 2020 | 07.25

La diputada Gabriela Cerruti en La Revolución de la Viejas (Editorial Planeta) hace un minucioso estudio de la vejez, los padecimientos y también las libertades que significa. Como punta de lanza para abrir nuevos horizontes de pensamiento, la legisladora propone abordar a los adultos mayores desde una mirada de inclusión. 

"Uno empieza a pensar que cada vez que oímos hablar de viejas en la televisión, en lo público, aun en las políticas públicas, de lo que oímos hablar es de jubilación, de plata, de remedios. Yo creo que voy a vivir treinta años más, ojalá, digamos. Porque ahora la calidad de vida se extendió; no la calidad de vida, la cantidad de vida. Entonces, la vejez de pronto está pasando a ser casi la etapa más larga de la vida. ¿Cuánto tiempo somos jóvenes, cuánto tiempo somos niños, cuánto tiempo somos adolescentes? Bueno, viejos vamos a ser treinta, cuarenta años. ¿Alguien está pensando cómo vamos a hacer para ser felices esos treinta o cuarenta años?", se pregunta Cerruti en el libro. 

La obra nació luego de que se viralizara un video de Cerruti donde contaba que estaba a seis años de cumplir los sesenta, la barrera social que separa a los viejos. El debate creció en relevancia y desafió a pensar acerca de cuál es la vida que se puede tener a partir de los 60.

Cerruti indaga acerca de las barreras sociales que imponen a los viejos y viejas, además de detallar las diferencias entre la vejez para los hombres y las mujeres. 

-En el libro comparás la vejez de acuerdo a cada cultura ¿qué encontraste? 

-La vejez varía de acuerdo a los territorios y la época. Hoy vivimos en el capitalismo productivista- consumista que toma a los ancianos como personas que dejan de existir en el sistema porque dejan de consumir. En las sociedades aimará, la vejez y la niñez van de la mano. Hoy vemos a la vejez de forma lineal, mientras que en otras sociedades se observa una percepción circular donde los viejos se complementan con la sociedad. En nuestro país se endiosa al macho joven, entonces también los hombres la pasan mal, porque ser un varón sin ser poderoso, con dinero y joven no es auspiciado por el sistema. 

-Por los mandatos sociales, ¿los hombres sufren más la vejez que las mujeres? 

-Los hombres tienen algunas limitaciones en la sexualidad que impactan en el modelo de vejez del sistema. Por eso se habla del viagra, en cambio se habla poco de la sexualidad en las mujeres que incluso se encuentran más liberadas porque tras la menopausia no pueden quedar embarazadas, ni tampoco tienen los problemas hormonales anteriores. La verdad que hay una sexualidad mucho más plena, mucho más vital, pero también mucho más silenciada. Lo que también creo es que desde hace un década, las mujeres mayores se han empoderado de manera tal que viven la vejez con plenitud, mientras que los hombres tienden a melancolizarse al sentirse fuera de una sociedad que no tiene un lugar para un hombre que no trabaja, ni consume. 

Las academias de comunicación critican que los medios hegemónicos habitualmente victimizan a los viejos y los muestran como vulnerables o aniñados. ¿Es así? 

-Se habla de viejo como algo que está fuera de uso. Un viejo es algo que no sirve más, que perdió todo su valor. En el libro digo que así como las mujeres debemos luchar para no ser las princesas de los cuentos, también tenemos que luchar para no ser las brujas de los cuentos o las madrastras que tienen la cara arrugada y te asustan cuando la mirás. Pero para buscar ejemplos ni siquiera hay que alejarse mucho, en la televisión argentina lo vemos: a María Laura Santillán la echaron de Telenoche, por dejar de ser joven. Estoy en las antípodas del pensamiento de María Laura Santillán y quizás también de su visión del periodismo, pero sacarla del aire porque dejó de ser una cara joven habla de no tener visión de lo que ocurre en el mundo. La sabiduría y la experiencia son muy valoradas hoy en día. 

-Hombres viejos si hay en la televisión argentina

-De la mujer se espera en la televisión que se desnude, que muestre su cuerpo y que en lo posible haga de tonta. La televisión argentina está llena de hombres con canas que son consideradas preciosas, en cambio no hay mujeres con canas. Hay más exigencia para las mujeres. Ojo, creo también que el Estado debe repensar su forma en que se dirige a las vejez, porque sólo los interpelan por la obra social, la jubilación y de los remedos. Son temas fundamentales, porque son vulnerables. Pero qué pasa con el resto de la vida: son considerados abuelos y abuelas, cuando muchos deciden no tener hijos. Por ahí muchos no ejercen la abuelidad, porque ya criaron hijos, cuidaron maridos y trabajaron. La humanidad ha logrado extender la vida hasta los 90 años y ahora tenemos que ver qué hacemos con esos 30 o 40 años que dura la vegez. 

-¿Cuáles son las deudas que tiene el Estado con los viejos y qué puede hacerse? 

-Tenemos presentada una ley antiedadismo que lucha contra todo tipo de discriminación por edad. El Estado mismo, en el Conicet, no te permite presentarte a las becas si tenés más de 45 años. No conseguís trabajo, entonces pedimos que el currículum sea ciego: que no se publique la foto, ni la edad. De esa forma evitás ser discriminado antes de llegar siquiera a la entrevista personal. Después hay otras leyes que atraviesan el tema de la edad como la ley de Economía del Conocimiento que premia a las empresas que toman más mujeres y que toman más mujeres mayores de 45 años. 

Una discusión que me parece central es dejar de pensar el geriátrico como la salida estacional para la vejez. Creemos que se pueden crear viviendas colaborativas, viviendas compartidas, con toda la capacidad que nos brinda el software.  Que las personas adultas mayores puedan vivir en su casa o en comunidad con amigas, familia o parejas. Que se termine la idea de ser una carga para los hijos o terminar en un geriátrico.