Convertini: "La literatura juvenil tiene un peso moral del cual la literatura para adultos carece"

20 de junio, 2023 | 15.01

(Por Carlos Aletto) En la novela juvenil "Ladrón de vidas", el escritor Horacio Convertini establece un diálogo con los relatos de terror de Edgar Allan Poe, siguiendo la historia de un narrador que se ve envuelto en sucesos inexplicables relacionados con un hipnotizador que se apropia de las vidas de otros: "Es un relato de terror, aunque inmediatamente después sólo parezca la historia común y corriente de chicos que enfrentan el bullying jugando a ser los malos del barrio e imitando las maneras de sus acosadores", dice.

Publicada por Sudamericana, la historia está basada en "El extraño caso del señor Valdemar" de Edgard Allan Poe. La historia presenta una trama principal centrada en tres amigos que se enfrentan a un poder siniestro y sobrenatural. Sin embargo, esta trama se apoya en otra que brinda significado al comportamiento de los personajes: Cami, Pablo y Fernando han crecido juntos y han alcanzado el punto en que comienzan a verse mutuamente de manera diferente, dejando de ser solo niños. Mientras que antes su unión se basaba en el vecindario, la escuela, la amistad y sus experiencias compartidas, ahora entra en juego el despertar del deseo romántico, lo cual provoca un quiebre en su relación. Ya no pueden ser simplemente tres amigos, sino que inevitablemente se formarán grupos de dos y uno. Esto genera competencia, rivalidad y eventualmente la ruptura del vínculo que los unía.

Convertini trabaja desde hace cuarenta años en el periodismo gráfico. Es editor en la revista Viva de Clarín, entrevista a escritores y como hobby en las redes, comenta los libros que lee. Además de ganar el Premio Municipal Ciudad de Buenos Aires, ha sido galardonado con importantes premios literarios. Entre ellos se encuentran el Internacional de Novela Negra y Policial Azabache, el Memorial Silverio Cañadas 2013 que se otorga en la Semana Negra de Gijón a la mejor ópera prima por su obra "La soledad del mal". Además, obtuvo el primer lugar en el Concurso de Novela Negra Extremo Negro-BAN! con su novela "El último milagro".

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El escritor explica a Télam que en las notas a su traducción de las "Obras Completas" de Poe, Julio Cortázar cuenta que no fueron pocos los que creyeron que el relato del hipnotista Valdemar era la crónica de un hecho verídico. Este personaje es considerado como un antecedente de la narrativa zombie, subgénero que, sobre todo en series y películas, le atrae al autor de novelas juveniles como "La leyenda de los invencibles", "La noche que salvé al universo", "Terror en Diablo Perdido" y "El misterio de los mutilados".

El relato de Poe figura en cualquier lista de sus mejores cuentos, pero al mismo tiempo no es de los más transitados. Por eso, Convertini se animó a tomarlo como inspiración para hacer lo que hoy se denominaría una suerte de "spin off". En esta nueva historia del escritor, periodista y editor, Valdemar no muere, sino que se transforma en un alma en pena que para subsistir se alimenta de la energía

"Poe, Verne, Salgari y Quiroga fueron los primeros autores que se recortaron con peso propio entre mis lecturas de infancia, dominadas básicamente por las historietas, adaptaciones ilustradas de clásicos y la enciclopedia Lo sé todo", explica Convertini.

-Télam: ¿Pero elegiste a Poe para esta novela?

-Horacio Convertini: Poe era el Stephen King de los chicos de mi generación porque su obra se retroalimentaba con las películas que daban en la tele, a las que siempre recuerdo protagonizadas por Vincent Price, aunque tal vez no sea así. Ya fuera en el papel o en la pantalla, Poe te abría las puertas a una dimensión siniestra que otras lecturas no, a excepción de algunos cuentos de Quiroga, como "El almohadón de plumas" o "La gallina degollada".

-T.: ¿Cómo lograste adaptar la atmósfera siniestra y el terror de los relatos de Poe en tu propia escritura?

-H.C.: Mi idea no fue replicar el "mecanismo Poe", sino trabajar una historia propia, que se da en otro tiempo y lugar, que tiene otro enfoque narrativo, otras voces, y que sólo alude al Valdemar del cuento de una manera sesgada. Poe termina apenas empiezo a construir la aventura de los Piel de Judas. Pero, aun así, hay marcas comunes. Las fuerzas desatadas de la naturaleza jugando en momentos decisivos, como en "La caída de la casa Usher", o los animales que tienen una sensibilidad especial para advertir lo oscuro.

- T.: ¿Cómo funciona el barrio, la escuela, el grupo de amigos en tu novela?

-H.C.: Los protagonistas de "Ladrón de vidas" tienen quince años, una etapa en la que el grupo de amigos es sostén y amparo, la escuela demarca la actividad principal que vertebra tu vida y el barrio es tu universo de pertenencia. En esos años, cuando todavía no empezaron los primeros amores y tampoco tenés suficiente soga para ir más allá, vos sos Fulano, de tal barra, de tal escuela, de tal barrio. Así se configura tu carnet de identidad. Y mi novela arranca cuando esa identidad empieza a ponerse a prueba, ya sea por el despertar amoroso como por el afán de descubrir verdades ocultas. Es un tránsito decisivo en la adolescencia. No sos chico ni sos grande. Crecer es enfrentar lo desconocido y no hay nada que asuste más que la intemperie de la adultez.

- T.: ¿Cuál fue tu inspiración para desarrollar la idea de un poder misterioso que se siente como una maldición en el protagonista?

-H.C.: Cuando escribo literatura infantil y juvenil, suelo utilizar el recurso de que la historia sea narrada por un adulto que evoca alguna experiencia de su infancia o su adolescencia. Es la admisión de una carencia: no podría tomar el lenguaje ni los modos de los chicos de hoy porque los desconozco. Pero al mismo tiempo me gusta explotar el efecto de distancia: que mi narrador le cuente al lector algo que sucedió tantos años atrás y en un tiempo tan diferente que parece de otro planeta. Bien, a partir de esta estrategia, el narrador de "Ladrón de vidas", un adulto, comienza la novela contando algo que le pasa y que lo asusta muchísimo: una fuerza que lo tiene tomado y que se expresa en condiciones muy especiales. Así, marca la cancha de entrada: lo que vamos a leer es un relato de terror, aunque inmediatamente después sólo parezca la historia común y corriente de chicos que enfrentan el bullying jugando a ser los malos del barrio e imitando las maneras de sus acosadores.

- T.: ¿Cómo funciona en la historia de Cami su incompletitud por no tener a sus padres?

-H.C.: Cami es el motor de la novela. Ella, porque ha madurado antes, porque tiene un interés muy poderoso que la incentiva, arrastra a Fernando y Pablo a cruzar los límites del barrio y de la infancia. Ella sufre bullying porque no tiene padres: desaparecieron cuando era un bebé. Le dicen "la incompleta" y le duele.

- T.: ¿Cómo afecta La Bestia la dinámica entre los amigos?

H.C.: La Bestia es el provocador que todos hemos padecido en la infancia. Representa el miedo tangible, el que nos espera en el patio del colegio o doblando la esquina. Sabe cómo molestarnos, cómo aprovecharse de nosotros, cómo hacernos sufrir. Pero no deja de ser alguien de carne y hueso sobre el que es posible ejercer alguna defensa o incluso, alguna venganza. Es el mal terrenal. Los Piel de Judas aprenden a lidiar con él, pero cuando se crucen con Valdemar cambiará todo: estarán frente a un mal de otra naturaleza, al que no se lo puede ahuyentar amenazándolo con una gomera.

-T.: ¿Hay alguna diferencia en tu proceso creativo para escribir novelas juveniles?

-H.C.: El proceso creativo cambia en función de si escribo para niños o para adultos. La literatura infantil, en tanto apunta a un público menor de edad y en una etapa formativa, implica limitaciones temáticas, de lenguaje, de enfoque, y habilita la transmisión de ciertos valores. Tiene un peso moral del que la literatura para adultos está libre, o al menos lo estaba antes de la cultura woke y de corrección política que infantiliza a los lectores y codifica la tarea creativa del escritor. El otro día me comentaban que no iban a traducir al inglés "Eisejuaz", de Sara Gallardo, porque ella, mujer blanca, escribe la voz de un mataco. Le sacaron tarjeta roja por apropiación cultural, una locura…

- T.:¿Hay algún mensaje o tema en particular que te guste abordar en tus novelas juveniles?

- H.C.: Suelo trabajar el altruismo, la amistad, la solidaridad, la búsqueda de la verdad, pero sin caer en la moralina ni en los personajes chatos. Son libros que si bien pueden ser leídos por cualquiera, se piensan para un público de un rango de edad específico, digamos entre los doce y quince años, por lo que la transmisión de valores es algo deseable.

-T.: ¿Qué te motiva a seguir explorando diferentes géneros y públicos en tu carrera como autor?

-H.C.: Me divierte mucho escribir. No me desgarro el alma, ni sufro, ni nada de eso, más allá de que alguna vez he puesto en el papel los fantasmas que me dan vuelta por la cabeza. Aun así, la he pasado fenómeno. El sayo del escritor torturado no va conmigo. Siento la literatura como un espacio amplísimo de libertad, sólo limitado por dos coordenadas: lo que quiero y lo que puedo; es decir, el deseo y los límites de mi talento. Ver un libro impreso que ha sido producto de mis largas mañanas de escritura me sigue pareciendo un milagro. Cuando voy a dar charlas a los colegios, les digo a los chicos que escribir es mejor que jugar a la play. Porque en la play no podés ir más allá de lo estipulado por el programador. Pero cuando escribís estás solo vos y tu imaginación: sos Dios creando un mundo.

Con información de Télam