Jake Lloyd interpretó a Anakin Skywalker, quien más tarde se convertiría en Darth Vader, en Star Wars: Episodio I. La amenaza fantasma (1999), cinta que lo elevó a lo más alto de Hollywood augurándole un futuro prominente en la industria. Pero a contramano del sector, Lloyd decidió retirarse por completo de la actuación, sufrió bullying en su escuela y fue víctima de adicciones que enterraron la inocencia del niño perspicaz que alguna vez enamoró corazones en las aventuras de George Lucas.
Antes de saltar a la fama de la mano del universo Star Wars, Lloyd fue el hijo de Arnold Schwarzenegger en la comedia familiar El regalo prometido (1996), que narra la historia de la odisea de un padre por comprar el agotado muñeco de acción Turboman en vísperas navideñas para obsequiárselo a su pequeño. A pesar de hacerse con uno de los personajes más importantes del universo galáctico de Lucasfilms, las críticas destrozaron la primera entrega de Star Wars (que vista en retrospectiva envejece mejor que Episodio II y III) y el niño vivió instancias de bullying en la escuela primaria.
“Los otros niños fueron realmente crueles conmigo. Hacían el sonido del la espada láser cada vez que me veían. Fue una locura. Mi vida escolar fue realmente un infierno en vida”, recordó Lloyd sobre aquella época, en declaraciones a la prensa. "Es terrible tener que actuar en algo tan importante, que genera tantas expectativas. Lamentablemente no creo que George Lucas consiguiera cumplir con lo que esperaba la opinión pública”, agregó, aseverando que ha sido incapaz de volver a ver La amenaza fantasma: "simplemente, odio la película".
Prestando su voz para seis videojuegos distintos, en los que encarnó a Anakin Skywalker, Jake se retiró por completo del cine tras aparecer en Madison, de William Bindley, un drama deportivo estrenado en 2005. Una década después de alejarse definitivamente de los focos, a los veintiséis años, el joven fue detenido por conducción temeraria, presentar resistencia a la autoridad y conducir sin licencia, hecho que se volvió aún más mediático cuando se filtró el vídeo de su persecución policial.
Un año después de aquel incidente, en 2016, la situación se volvió absolutamente insoportable para su madre, a la que siempre culpó de haberle arruinado la vida. Tras diferentes peleas, reconoció que su hijo había sido diagnosticado de esquizofrenia siete años atrás y solicitó su traslado a un centro psiquiátrico.
La historia de Jake culmina en un comunicado de enero de 2020, en el que confirmó que oficialmente le diagnosticaron esquizofrenia paranoide, motivo por el cual decidió recomponer lazos con su familia y recuperar parte del tiempo perdido.