La Rural volvió a recibir a representantes de la industria editorial en el acontecimiento cultural que ya es un clásico para la agenda nacional y regional como lo es la Feria Internacional del Libro de Buenos Aires, que volvió a realizarse hoy después de dos años por la pandemia y se inauguró en un clima de reencuentros y preocupación por la crisis que atraviesa el sector y que hoy presenta la incidencia de la falta de papel y el cupo disponible en pesos para la importación.
La sede del acto inaugural fue el Salón El Central que comenzó a recibir a los invitados antes de las 18 y fue el escenario de reencuentros entre editores, autores y periodistas que volvían a esta cita anual con barbijos como señal de una pandemia que vacunación mediante permite la vuelta de actividades masivas en lugares cerrados.
Las risas, los ruidos y los saludos transformaban el ruido ambiente del salón, organizado en filas de sillas en las que se podía ver a las escritoras Ana María Shua, María Inés Krimer, Esther Cross y Alicia Genovese y a los escritores Eduardo Gruner, Enzo Maqueira o Gustavo Nielsen como así también a editores como Juan Boido o Paola Lucantis.
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Hubo un momento de aplausos sostenidos cuando se proyectó un video con fotos de los escritores y escritoras fallecidos en los dos años de suspensión de la Feria que generó emoción y sorpresa, ya que en la pantalla gigante se vieron fotos de Tamara Kamenszain, Tom Lupo, Sergio Chejfec, Juan Forn, Vlady Kociancich y Jorge Lafforgue, entre otros.
Después de la entonación del himno nacional, minutos antes de las 19, el primero en subir al escenario fue Ariel Granica, presidente de la Fundación El Libro, quien expresó que si bien se trataba de un encuentro de quienes viven muy cerca de las palabras la alegría del día complejizaba la posibilidad de expresarla: "Estamos acá porque volvimos a apostar a las palabras", sostuvo y generó el aplauso de los presentes.
El también editor se refirió a las cruentas consecuencias que la pandemia tuvo en el mercado editorial local, abogó por "la libre circulación de libros en el Mercosur" y pidió implementar "medidas de alcance estratégico" para mejorar las condiciones para exportar, esto es: "internacionalizar a nuestros autores" y "dar apoyos a las traducciones locales" de autores extranjeros".
Granica bregó por que la Feria sea "un punto de partida de todos los que hacemos los libros, no de llegada" y entre los datos del sector que comentó, habló de que se había recuperado el nivel de ventas de 2019 pero que eso no alcanzaba para un sector golpeado. En ese sentido resaltó la importancia de la compra de libros de parte del Ministerio de Educación nacional, política que había sido interrumpida durante el macrismo.
Mientras afuera del salón se engrosaban filas con personas aguardaban para visitar stands, consultar ofertas y escuchar a sus autoras y autores favoritos, subía al escenario Tatiana Viera Hernández, representante de La Habana, Ciudad Invitada de esta edición 46, quien agradeció la invitación a la que definió como la feria más concurrida de habla hispana.
La coordinadora de Objetivos y Programas del Gobierno Provincial del Municipio de La Habana convocó a visitar el stand y a conocer a sus autoras y autores más jóvenes, cuyas producciones forman parte de la propuesta de la delegación cubana.
Ya pasadas las 19.30, la palabra fue del ministro de Cultura porteño Enrique Avogadro, quien celebró el reencuentro y dijo que "es muy difícil imaginar a Buenos Aires sin su cultura. Buenos Aires y su cultura son sinónimos. Y es más difícil imaginar a su cultura sin la Feria del Libro de Buenos Aires".
El funcionario recordó que durante los dos años de restricciones impuestas por la situación sanitaria "el buen diálogo" con la Fundación permitió la realización de tres Felbas, las ferias que tuvieron lugar en la Ciudad y por las que pasaron libreros y editoriales.
A su vez invitó a participar del homenaje a Manuel Puig que se realizará este sábado, cuando también tenga lugar la noche de la Ciudad y desde las 20 la entrada sea gratuita para quienes quieran asistir a la cita que este año reúne al best seller estadounidense John Katzenbach, a Javier Cercas y Paulina Flores, el rumano Miguel Gane y la joven poeta Loreta Sesma, entre sus visitas internacionales.
El ministro de Cultura nacional, Tristán Bauer, fue el siguiente orador y se unió al reclamo por la derogación de la ley 27.432 que había sido planteada por Granica y destacó la importancia de que el libro no sea un objeto de lujo: "Aspiramos a que cada niño, cada niña y cada joven se encuentre con la lectura. Porque esta despliega diferentes miradas y abre ventanas hacia nuevos mundos posibles", sostuvo.
El cineasta recordó que la cartera que conduce invirtió 29.500 millones de pesos para acompañar a los trabajadores y trabajadoras de la cultura ante las imposiciones de la pandemia y nombró como prioridad "la cultura de la solidaridad" en las acciones que desplegaron en estos dos años.
"Las palabras le dan sentido a los momentos difíciles y condensan nuestras aspiraciones como individuos y como pueblo", manifestó Bauer en un discurso de 15 minutos que también tuvo un recuerdo para los héroes de Malvinas y la explicitación de que "el Estado debe garantizar el derecho a la cultura".
Después de Bauer, llegó el discurso del escritor Guillermo Saccomanno que selló la inauguración de la Feria con preguntas, ironías y referencias críticas a la situación de la industria cultural, al rol de los editores y a las condiciones de realización del evento.
El autor de "El oficinista" preguntó por ejemplo por qué se realiza el encuentro en un predio como La Rural: "¿es una paradoja o responde a una lógica del sistema que esta Feria se realice en la Rural, que se le pague un alquiler sideral a la institución que fue instigadora de los golpes militares que asesinaron escritores y destruyeron libros? En lo personal, creo que esta situación simbólica refiere una violencia política encubierta".
La explicación, relató, vino de la mano de Granica quien le respondió que "no hay otro lugar de magnitud capaz de albergar tantos expositores y facilitar el ingreso de una multitud".
La lectura de Saccomanno fue interrumpida con aplausos como cuando habló de la potencia de la escritura "contra la fugacidad" o cuando al hablar de la crisis del papel nombró a "la familia Blaquier/Arrieta, una de las más ricas del país, apellidos vinculados con la última dictadura en crímenes de lesa humanidad, además de relacionados con la Sociedad Rural" o a la empresa "Celulosa Argentina. Su directivo es el terrateniente y miembro de la Unión Industrial José Urtubey, conectado con la causa Panamá Papers", dijo.
Entre risas incomodas, expresiones nerviosas y silbidos a los apellidos mencionados, Saccomanno dio un discurso en el que también habló del pago que recibió por su trabajo. "No creo que mencionar el dinero en una celebración comercial sea de mal gusto. ¿Acaso hay un afuera de la cultura de la plusvalía?", sostuvo el autor al contar que fue el primero en cobrar por escribir y leer este discurso inaugural.
"En principio, me dije, debía y debo agradecer a quienes me propusieron como forma de reconocimiento a mi producción. Pero elegí, elijo, ahondar en la tensión. Es decir, elijo la sinceridad", expresó Saccomanno al sincerar las conversaciones y planteos que atravesaron su llegada a este acto.
Con un auditorio que aplaudió de a pie, quedó inaugurada la Feria Internacional del Libro de Buenos Aires y volvió la cita cultural que se extenderá hasta el 16 de mayo en el predio de Palermo donde con la compra de cada entrada la Fundación El Libro entregará un chequelibro de 450 pesos para usar a partir del 17 de mayo en librerías adheridas.
Además, presentando facturas de compra de libros en los stands de la Feria por un monto superior a 3500 pesos se entregará un chequelibro de 450 pesos en el mostrador del Pabellón 9, para usar también a partir del 17 de mayo en librerías adheridas.
Con información de Télam