Del duelo por una hermana melliza a la politicidad de nombrarse, la primera novela de Vir del Mar

05 de diciembre, 2023 | 15.57

(Por Milena Heinrich). Con dos duelos que se entrelazan y revelan la experiencia de la transformación que supone salirse de una misma para volver a encontrarse, Vir del Mar construye en su primera novela, "Las fugas", una trama que logra ficcionalizar la intersección entre el registro íntimo de una voz narradora que evoca un relato en primera persona con preguntas que indagan en el amor, la hermandad, la ausencia y el cuerpo como territorio de dolor pero también de deseo.

"Como siempre que salgo a correr el resultado es inmediato. El cuerpo se activa como una fiera dormida por la hibernación obligada, la sangre baila la danza de la adrenalina, los poros de la piel se ensanchan como agujeros negros que absorben todo el aire alrededor suyo y los músculos tienen la sensación de pertenecer a otro cuerpo más poderoso". Así comienza "Las fugas" (Caballo negro), la primera novela de Vir del Mar donde el cuerpo opera como un registro de la experiencia y la transformación, un lugar para pensarse y sentir, como le ocurre a Princesa, protagonista marica de esta ficción.

La novela pone en escena pequeñas y enormes mutaciones en la vida de Princesa: del duelo por un amor romántico, la trama se desliza hacia un otro muy profundo, el de la pérdida de una hermana melliza, de la que no están claras las circunstancias ni su temporalidad. Las escenas de esa memoria compartida o de ese hueco de la ausencia se deshojan en la escritura de la narradora, quien encuentra en el nombrarse con el pronombre de ella una identidad compartida con su hermana.

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Entre duelos y luminosos encuentros con ella misma- como una caminata de lo más rutinaria-, Princesa vivirá con una pareja de lesbianas "de la vieja escuela" que la acompañan en la transición de sus sentimientos, también trabajará en un bar, tendrá citas, disfrutará del placer, se redescubrirá. ¿Se volverá a encontrar?

Poeta, editora y música nacida en Córdoba, Vir del Mar (1992) es autora de "Sirena de Atelier" (Inflorescencia) y "La hija salió mala" (Elemento Disruptivo). "Las fugas" es su primera novela: "Es una idea muy queer la idea de la fuga y tiene en sí la potencia de poder irnos de lo que nos daña, pero para llegar a un lugar mucho más tierno mucho más potente, que es el contacto con una misma", dice a Télam.

-T: ¿Cómo aparece la trama de tu primera novela, "Las fugas"?

-V.D.M: Esto empieza a despertarse un poco por un aburrimiento mío y arranca hace siete años. La parte más amorosa empezó un poco como un diario: fragmentos que pertenecían a una cosa más de autoficción, más de una narrativa contando mi historia, pero rápidamente eso me aburrió y se me agotó. Y en el ejercicio que estaba haciendo, que era escribir una novela, empecé a armar algunas fugas, cosas que no tenían absolutamente nada que ver conmigo, empecé a ir hacia allí. Ahí es donde aparece la hermana y donde este duelo amoroso se transforma también en otra cosa y tiene otros derroteros que ya poco tenían que ver conmigo.

-T: Hay en esta novela dos duelos o varios. El de Dolo, la hermana; el del amor, el de la transformación de una persona. ¿Cuánto de la idea de atravesar o transicionar un dolor tiene que ver con la de construir o identificar una identidad o un deseo?

-V.D.M: Yo creo que hay varios duelos, pero hay dos grandes que son el duelo amoroso, que es el el obvio cuando empezamos a leer la novela. Sabemos que la Princesa le está contando su duelo a alguien y que ese alguien es un amor, un exnovio. Y después con el paso de los capítulos se empieza a vislumbrar un segundo duelo, que pareciera estar solapado, escondido en este duelo amoroso más romántico, que es el duelo de la pérdida de su hermana. Una hermana que es melliza, una hermana que se presenta como un espejo, como una par, como un vínculo de mucha unión y que tiene mucho que ver con la identidad. Esta idea de que las personas que son gemelas o mellizas además de tener su identidad individual y singular, ya nacen con una identidad colectiva.

-T: El tema de la identidad y el género le aportan quizá esa conexión autobiográfica. Sin embargo, la ficción intersecciona acaso por su forma de narrar, sus derivas. ¿Cómo fue este trabajo?

-V.D.M: Mi transición de género también sucedió en este proceso de escritura pero quizás la transición que hace la Princesa es bastante más desdibujada. Mi transición personal fue dejar de identificarme como una marica para empezar a construirme o a identificarme como una travesti pero esto que le sucede a la Princesa tiene más que ver con un movimiento político de asumirse marica: siempre fui una marica y ahora voy a permitir que mi cuerpo sea esta arma, que mi cuerpo pueda fluir en esta expresión, hay un movimiento más de lo gay a lo marica. Y en ese asumir esa politicidad es que aparece quizás esta cuestión de los pronombres, la ropa que usa. Eso tiene que ver conmigo en el punto en el que a mí las historias donde el género se rompe, se corre, se desdibuja me interesan y me conmueven profundamente. Pero son dos transiciones muy distintas para mí. Incluso contar mi transición personal como travesti no me interesa tanto, me parece muy aburrida, es igual a muchas otras transiciones. No sé, creo que no hay nada tan particular ahí para ser contado. Pero sí tenía otra historia que estaba y a la que le iba agregando estos condimentos en medio del ir aprendiendo cómo se escribía una novela porque mi lenguaje es más la poesía.

-T: Hay una materialidad en este texto y es el cuerpo. "La historia se escribe con el cuerpo Princesa" le dice una de sus amigas. ¿Qué sentidos aloja esta idea?

-V.D.M: Algo que me interesa poner en juego en la novela es el ejercicio de la palabra y del pensamiento. No solamente pensándolo desde el intelecto alojado en el cerebro, esta idea de división que tenemos entre el cuerpo y el sentir y la mente y el pensar, sino con poder llevar el ejercicio de la palabra y del pensamiento a toda nuestra geografía física. La mente finalmente está alojada en una cabeza, esa cabeza es parte de un cuerpo. Hay algo de esa disociación que hacemos socialmente que es parte de nuestra cosmovisión occidental y en principio es problemática. Entonces, ahí aparecen estas otras zonas donde la Princesa se va encontrando con experiencias que le enseñan fuertemente cosas sobre quién es, qué le gusta, qué desea, qué quiere, qué le duele, cómo le duele. Quizás se trata de un ejercicio que acostumbramos a hacer más desde la construcción verbal, como si esa verbalidad funcionara solo en una parte del cuerpo que es la cabeza, o en una parte inmaterial que pareciera ser el intelecto. Pero la experiencia también es estar pensando con el cuerpo.

-T: ¿La escritura también tiene que ver con el cuerpo?

-V.D.L: En ese sentido me interesaba que en la lectura suceda algo que cuando a mí me sucede como lectora me parece maravilloso y es cuando la lectura produce cosas en el cuerpo. Leer un cuento de Mariana Enriquez y que el terror sea insoportable, o estar leyendo a Walt Whitman y que me produzca carcajadas y después me den ganas de llorar. La palabra también nos hace cosas. El impacto que tienen las palabras es también estar sintiendo y estar pensando con el cuerpo.

-T: Princesa plantea que referirse a sí misma en femenino es una forma de tener cerca a su melliza. ¿Cómo opera la forma de nombrarnos?

-V.D.M: La protagonista identifica un recuerdo de la infancia, compartían una experiencia, un juego y ese juego le enseñó a estar cerca de su hermana. Entonces, ahora que su hermana no está, si se nombra de esa manera un poco es volver a tenerla cerca. Ahí las palabras también como la experiencia del abrazo, de la cercanía, como ese vehículo que nos acercan a los otros y que también tienen la capacidad violenta de alejarnos, como le pasa a Princesa con su madre y el rechazo que genera el filo de sus palabras. Esa quizás es una primera fuga: una fuga de la identidad, una fuga de la palabra misma.

-T: ¿Y cuáles crees que son otras fugas de la novela, además de la identidad?

-V.D.M: Por un lado, las fugas tienen que ver con las evasiones que hace la Princesa para no conectar con el dolor de su hermana. Está esa línea que la exilia de sí misma. Y por otro, lado están las otras fugas, que son justamente las fugas de cuando una se escapa de algo para encontrarse. Es una idea muy queer la idea de la fuga y tiene en sí la potencia de poder irnos de lo que nos daña, pero para llegar a un lugar mucho más tierno y más potente, que es el contacto con una misma. Digo, podemos pensar que ser una marica es una fuga del género, podemos pensar que tener una trieja es una fuga del amor romántico o que ser una mujer mecánica es una fuga del impuesto socialmente para lo que una mujer debe ser.

Yo creo que las fugas que va haciendo la Princesa son muchas y pueden encontrarse muchísimas dentro de esta trama que va cruzando tantas historias como un pequeño recorte de vida en la que pasan muchas cosas. La primera tiene que ver con esta otra forma de nombrarse, con esa politicidad que asume, y también con cómo queriendo irse del dolor que siente por la pérdida de su hermana esa misma fuga la hace encontrarse y la hace volver a estar cerca de ella, volver a estar cerca de la pintura, que es su lenguaje de expresión, volver a estar cerca de nuevas amigas. También está lo que sucede con el erotismo y con la sensación, que tiene que ver más con el identificar con el propio cuerpo qué gusta. Son todas líneas que la eyectan a geografías en las que se puede despejar de forma más potente.

Con información de Télam

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