El poeta, crítico literario y director del Instituto Cervantes, Luis García Montero, participó del homenaje que la Feria del Libro le dedicó a su esposa, la recientemente fallecida Almudena Grandes y, ante un auditorio colmado, editores, periodistas y lectores le dedicaron a la autora de novelas como "Las edades de Lulú", "Malena es un nombre de tango" o "Atlas de geografía humana", poemas, anécdotas y algunas lágrimas.
En una Sala Bioy Casares que quedó chica para la convocatoria y que dejó a muchos lectores detrás de la puerta, compartieron la mesa la editora de Tusquets Argentina y amiga de la escritora española Paola Lucantis, la periodista Diana Fernández Irusta y García Montero.
Grandes murió en noviembre de un cáncer que había anunciado en una de sus columnas en El País. He tenido que escribir algunos artículos muy complicados a lo largo de mi vida. Ninguno como este", comenzaba diciendo en su columna, titulada "Tirar una valla". Y seguía: "Todo empezó hace poco más de un año. Revisión rutinaria, tumor maligno, buen pronóstico y a pelear".
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El homenaje comenzó cuando las actrices españolas Carmen de la Osa y Piedad Montero recitaron tramos de las novelas Inés y la alegría, El corazón helado y
El lector de Julio Verne.
Lucantis, visiblemente emocionada, leyó un texto que, según contó, le costó muchísimo escribir. Ella amaba venir a la Feria del Libro. Escribí este texto varias veces con el objetivo de evitar la sensiblería. Se lo di a dos amigas y una de ellas me respondió: soltalo, contó en las primeras líneas que leyó y aceptó que logró darse cuenta que al recordarla, era inevitable caer en las anécdotas. Contó varias.
Lucantis recordó cómo se afianzó su vínculo durante los 17 años en los que fue su editora y siguió de cerca la publicación de todos sus libros, pero también dejó en claro que, en el marco de la Feria, buscaba compartir con el auditorio cómo fue su paso por Buenos Aires a lo largo de esos años.
La conoció en marzo de 2004 y en poco tiempo se sumó a su raid de tragos y comidas que, según confesó, afectaba a todo el equipo de prensa menos a ella.
Recordó su buena predisposición para las entrevistas y las fotos. Posaba para cada fotógrafo y decía: `Es mejor entregarse así terminamos rápido´.
La editora también recordó la rutina que tenía cada vez que recibía un libro de Almudena: Lo abría, miraba la dedicatora y llamaba a dos amigas: `Otra vez a Luis´. Moríamos de amor.
Almudena deslumbraba por su pensamiento sensible y brillante a la vez, una síntesis poco frecuente, la describió y planteó una hipótesis de por qué los lectores recuerdan a sus personajes: Lulú, Malena, Benito, Pepe, resisten. Somos cada uno de sus personajes porque nos enseñó a creer en la memoria colectiva.
La última parte del texto la dedicó a recordar el último viaje de Grandes a la Argentina: Apoyó la lucha por la legalización del aborto y comimos en una parrillita. El domingo antes de volver a España, me pidió que la acompañara al Parque de la Memoria. Me contó que estaba enferma. Ahora sé que esa foto en el Parque de la Memoria es nuestra última foto juntas.
La periodista Diana Fernández Irusta contó que la entrevistó varias veces durante su carrera, pero que la condición que se repitió en el tiempo fue su generosidad.
Es evidente que la voz de Almudena era torrencial. Pero también estaba esa generosidad, la de la voz y las palabras. Ella hacía que fuera fácil entrevistarla, ayudaba con respuestas expansivas que enmendaban cualquier bache. Esa generosidad es la complicidad del que sabe qué es el sudor en la frente, el esfuerzo, planteó Fernández Irusta y trasladó el concepto a la obra: Si algo hay en los textos de Almudena es el sudor del esfuerzo y del deseo.
Luis García Montero cerró el encuentro. Primero, dedicó un párrafo de agradecimiento a la Fundación El Libro y a la Feria, por haber sido parte importante del crecimiento profesional de la autora. Quiero agradecer por este homenaje que se le hace en un lugar que ella quería tanto. Ella sentía verdadera pasión por Argentina, especialmente por Buenos Aires y Mar del Plata. La amistad con Paola y con Mariano Roca era muy estrecha, rescató. Después, contó en qué medida su homenaje sería íntimo y personal: No voy a hablar de la literatura, su significación, ni de la militancia que compartimos. Voy a leer algunos de los poemas con los que yo he negociado con la enfermedad y la muerte. Están en un correo electrónico que le mandé a Juan Cerezo, el editor de Tusquets, pero leerlos ante ustedes me va a permitir salir del trance.
Se tomó un rato para contar los entretelones de cuatro poemas: La resistencia, Cuerpo y alma, Un año y tres meses y Lectores. Sobre el último, contó que se inspiró en sus constumbres de lectores nocturnos. Ella leía hasta las tres de la madrugada. Yo me dormía rápido pero me despertaba en el medio de la noche y prendía la luz para leer. A ninguno de los dos nos molestaba, contó e iluminó los versos del poema: También es el amor una luz negociada/ Somos barcos nocturnos que fondean en esta habitación/ junto a una cama que parece un puerto./ No me importa que tardes en apagar la luz/si me quedo dormido en tu lectura".
Con información de Télam