(Por Leila Torres) Con más de 4 millones de ejemplares vendidos y adaptaciones súper exitosas en Netflix, la española Elísabet Benavent regresó a la escena literaria con "Cómo (no) escribí nuestra historia", una novela sobre una escritora que supera un bloqueo creativo, y que la autora presentó en la Feria Internacional del Libro de Buenos Aires, en una sala repleta de lectores aficionados por las historias de romance: "El publico es soberano, decide lo que lee, y nadie es quien para decirle qué debe o no leer", dice.
Conocida en sus redes sociales como Beta Coqueta, Elísabet Benavent (Valencia, 1984) cuenta a Télam que su primera participación en la Feria Internacional del Libro de Buenos Aires en el predio porteño de La Rural "fue increíble, muy por encima de las expectativas".
"Cuando uno sale de su país no sabe lo que va a encontrar pero la sala estaba llena y la acogida fue muy calurosa", recuerda Benavent sobre el encuentro con su público argentino en la sala Tulio Halperin Donghi la tarde del 1 de mayo donde aquellas personas que quedaron afuera tuvieron que esperar que se evacuara el salón para conseguir una dedicatoria de su autora favorita.
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Antes de tener la oportunidad de publicar con el grupo editorial Penguin Random House, Benavent comenzó autopublicándose en redes sociales. "Esto es un poco Juan Palomo 'Yo me lo guiso, yo me lo como'. Tu te autopublicas y eres tu propio director de comunicación y te armas un poco las herramientas que son un smartphone y las redes sociales", explica. Sin embargo, no es hasta que la contrata la editorial que ve "un crecimiento exponencial".
"Salimos con una tirada muy grande para ser una autora novel. Soñaba que se me caían libros encima. Fue un poco a oreja y se fue haciendo una bola de nieve grande, grande, grande. Tuve la suerte de que influencers que no conocía llegaran al libro. Se fue armando una especie de jaleo alrededor y, cuando nos dimos cuenta, llevábamos tres o cuatro ediciones", recuerda la autora de la saga "Valeria" publicada en 2013 que tuvo un éxito vertiginoso y llegó a convertirse en serie de Netflix.
En su nueva novela, "Cómo (no) escribí nuestra historia", una escritora famosa atraviesa una crisis creativa y, en el medio de ese período turbulento que coincide con cumplir 30 años, se le instala la obsesión de matar al personaje que la llevó al éxito. Parecería tratarse de una obra autobiográfica pero Benavent aprovecha la ficción para instalar temáticas sobre el oficio del escritor, la salud mental y cómo se cuentan las historias de amor.
-Télam: Cada capítulo de tu novela comienza con el título de un libro. ¿Cómo apareció esa decisión?
-Elísabet Benavent: "Cómo (no) escribí nuestra historia" es una novela muy meta narrativa. Al final, habla del mundo del escritor, de un personaje que podría asemejarse mucho a mí, tenemos muchas cosas en común. Hay quien pudiera pensar que soy yo con un álter ego y me parecía que, hablando de lo que es una crisis creativa para un autor, las presiones, las propias expectativas y la propia autoexigencia del autor, nada mejor que empezar los capítulos con el título de un libro de un compañero, alguien que admiras muchísimo como guía. Para los escritores la guía más fiable que tenemos es la experiencia de compañeros que escribieron mucho antes que nosotros y que nos animaron a dedicarnos a esto.
También tiene que ver con alguna imagen de ese capítulo, con algo que en el esquema de ese capítulo me traía a ese libro. Muchos de esos libros, cuando lo escribí, no los tenía leídos. Ahora estoy más al día. Cada libro que no leí, pedí referencias a amigas en cuyo criterio confío mucho y tengo a mis editores, a quienes tenía la facilidad de preguntarles cuando no encontraba un libro entre los que había leído que vaya con determinada idea.
-T: ¿Por qué empezaste con "El escritor y sus fantasmas" de Ernesto Sabato?
-E.B: Como presentación, me parecía que era el que mejor podía dar inicio. Es un libro que habla sobre el escritor, un libro que ayuda a entender muchas cosas de las que nos pasan por dentro cuando escribimos.
-T: ¿Te pasó de enfrentar un bloqueo creativo?
-E.B: Tuve una gira muy muy grande en España, en la que hicimos 32 ciudades y fue muy agotador porque fueron prácticamente 4 meses fuera de casa, lo que te destruye la rutina, dejas de tener vida personal porque vas de a saltos, la maleta siempre está a medio hacer. Cuando se terminó aquella gira, hubo un antes y un después. Empecé a darle vueltas, si lo estaba haciendo de la mejor manera posible. Y luego sobrevino una pandemia mundial y hubo un tiempo para plantearme cómo quiero hacer lo que estoy haciendo, y ahí me costó retomar un poquito el hilo de lo que estaba escribiendo pero, sobre todo, reencontrarme con las ganas de pasármelo bien.
-T: A pesar de ser un libro de comedia y liviano, hay lugar para pensar en temáticas como la salud mental. ¿Cómo fue incorporar este tema en la literatura?
-E.B: En realidad, está tan a la orden del día que excluirla de historias como esta sería lo antinatural. Forma parte de una manera muy orgánica de la historia. Es una persona que está teniendo una crisis no solo creativa sino personal, que va escondiendo, escondiendo, hasta que se sienta encima de su propia basura. Creo que todas nos hemos sentido así de sobrepasadas alguna vez. Era volcar un poco lo que he aprendido con mis casi 39 años: abrazar toda esa basura interna, ver cómo es de grande y abordarla desde otro punto de vista que no sea ignorarla.
-T: ¿Cómo aparece el romance en esa basura que contás?
-E.B: El romance está en todas partes. En este libro siempre tuve en claro la idea de que quería que hablara de muchos tipos de amor, tal y como hay varios protagonistas masculinos que, para mí, de alguna manera vienen a simbolizar diferentes tipos de amor dentro del romántico: está el enganche, está el tóxico, está el sano. Quería que hablara de un tipo de romance que muchas veces la novela romántica deja de lado como el amor por lo que haces, por tus sueños, tus aspiraciones, tus amigos, tu soledad, el amor propio. Es una mezcolanza. Dentro del romance cabe de todo.
-T: ¿Sentís que hay un prejuicio en torno a la novela romántica?¿Cómo te posicionas frente a esto?
-E.B: El prejuicio está ahí todos los días a todas horas. Estamos bastante acostumbrados a que se trate a nuestros libros como literatura de segunda, cultura de baja calidad. Me parece que pasa mucho con todo el producto cultural de consumo. Cuando llega a muchas manos, se tilda de mala calidad. En el cine ya se ha avanzado bastante en cuanto a esto, en industrias como Marvel o DC, ya no es por categoría mala. Se le da la oportunidad de demostrar si tiene o no mala calidad. No se las cuestiona de la misma manera ahora. En la literatura, vamos por detrás.
No tengo prejuicios musicales ni literarios. Me acerco a la literatura entrando a la librería, dándole la vuelta a los libros y el que me resulta curioso lo llevo conmigo. Entonces tampoco entiendo muy bien el prejuicio. Es una cuestión de elitismo intelectual con la que no me siento identificada. Los prejuicios son grilletes que limitan la libertad del lector de acercarse a algo. Tenemos que ser un poco más libres y dejar de comportarnos como creemos que debemos comportarnos.
-T: ¿Esto aleja al lector de elegir algo que pueda gustarle?
-E.B: Se entra con vergüenza a la sección de romántica, con la cabeza gacha. Quien entra a la sección de autoayuda también. Hay ciertos libros que tienen por encima un prejuicio bastante grande, y de alguna manera lo hemos interiorizado tanto que nosotros lo llamamos "guilty pleasure" (placer culposo). Cuando el sentirse culpable debería ser si se es penado por la ley, ¡no sé! Esa culpa viene de toda esa elite intelectual que han señalado estos libros como una vergüenza. Lo importante es que la gente lea. El público es soberano, decide lo que lee, y nadie es quien para decirle qué debe o no leer.
-T: ¿Cómo relacionas esto con el acercamiento de los jóvenes a la lectura?
-E.B: El problema del fomento de la lectura en el sistema educativo es que se mata la curiosidad y la curiosidad es el motor del aprendizaje. Si a un chico de 15 años lo obligas a leer "El Quijote", a lo mejor, no es la edad. Dile que te proponga 10 títulos, entre esos, tu le vas a recomendar 2 o 3 que creas que están más enfocados para ese curso académico. Deja que la propia curiosidad lo haga acercarse al Quijote. Debemos dejar a los lectores la libertad de escoger, porque sino lo entienden como una imposición.
-T: ¿Qué te motivó del período de los 30 años para situar al personaje?
-E.B: Es un periodo que a las mujeres de repente se nos exige muchísimo. Alcanzas la treintena y hasta los 40 tienes una pistola en la sien con la presión de que tienes que conseguirlo todo, pero tienes que conseguir cosas que son irreales: ser la mejor en tu trabajo, buena ama de casa, tener un buen aspecto, mantenerte en forma, estar al día y ser siempre simpática, ser inteligente pero no demasiado para no avasallar. Hay tantísimas cosas que tenemos encima que es normal que lleguemos a la treintena como el estudiante que llega al ultimo curso antes de la universidad y piensa: "Me lo juego todo". Y para nada, la vida no empieza y termina en los 30. Estoy a punto de entrar en los 40, cada vez me siento más libre de ese yugo y creo que va a ser una edad espectacular. Ya he aprendido todas estas cosas que la protagonista del libro está aprendiendo ahora: a no ser tan autoexigente, que la perfección no existe y que las proyecciones que tenemos de nosotros mismos muchas veces son nuestro peor enemigo. Es importante poner el foco ahí para que las chicas que lean los libros se puedan proyectar a sí mismas con muchísima más libertad en el futuro.
-T: ¿Pensás a la literatura como un lugar donde se puede encontrar ayuda frente a estos procesos?
-E.B: Yo aspiro a la risa con mis libros pero si alguien se mira en el espejo del libro y se siente más reconfortado es un plus.
Con información de Télam