Charlie López: "Es injusto culpar a las palabras de conductas y sentimientos que les son ajenos"

13 de mayo, 2023 | 14.43

(Por Eva Marabotto).- El origen del calificativo “bobo”, que refiere al modo balbuciente de hablar de ciertas personas, que data del Imperio Romano y que Lionel Messi usó para referirse a un jugador de los Países Bajos durante el Mundial pero también “Si querés llorar. llora” -la frase con la que que la exvedette y conductora Moria Casán les proponía a los participantes de su programa que dejen fluir sus emociones- son apenas dos de las expresiones que rescata el escritor e historiador Charlie López del habla popular de los argentinos en su libro “De dónde vienen” que presenta en la Feria del Libro.

El ensayo que acaba de publicar Aguilar continúa el trabajo filológico que el autor viene haciendo en radio y televisión y en los libros “¿Por qué decimos?” y “Somos lo que decimos” y reúne 250 palabras y dichos de uso común en el habla cotidiana de nuestro país. Pero también dedica un apéndice a inventariar y a la vez defender las malas palabras o los términos ligados al sexo desde “sexting” a “taxi boy”.

Al igual que el libro, la charla con Charlie López es divertida e interesante y permite recorrer la evolución del lenguaje cotidiano de los argentinos y la concepción que el autor tiene sobre las expresiones destinadas a dar cuenta del acercamiento y del acto sexual entre dos personas.

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-Télam: El habla popular de los argentinos es un tema en el que trabajás hace años. ¿Qué diferencia este libro de los anteriores?¿Es una continuación?

-Charlie López: “De dónde vienen” es un libro que incluye 250 dichos con sus correspondientes orígenes e historias. La diferencia con el anterior (“Somos lo que decimos”) es que tenía 300 dichos con sus orígenes y ahí terminaba. Éste además de los dichos que son diferentes a los anteriores, incluye un apéndice al final sobre el origen de las llamadas malas palabras, que están escritas o expuestas de la manera más vulgar, o sea, de la manera en que las utiliza la gente pero explicadas de manera académica.

-T: Si tuvieses que analizar a grandes rasgos, ¿de dónde vienen las expresiones que se integran a la lengua cotidiana de los argentinos? En el libro inventariás frases del cine, la política, el fútbol contemporáneo pero también algunas que perviven desde la Antigüedad o la Edad Media.

- C.L: Yo creo que habría que comparar este proceso con el del derecho consuetudinario, o sea, las normas jurídicas que no están escritas, pero que tienen fuerza de ley porque se refieren a cosas y hechos que siempre se cumplieron o que siempre se hicieron de un mismo modo. De esa misma manera, hubo prácticas y costumbres que en un momento de la historia dieron origen a frases que, con muy pocas palabras, identificaban situaciones que eran conocidas por todos. La transmisión por vía oral, en general, de generación en generación, mantuvo a muchas de ellas vivas hasta el día de hoy, aún cuando muchos casos no sabemos su verdadero origen.

- T: Algunas expresiones que rastreás tienen rigurosa actualidad como el origen del “bobo” que usó Messi en el Mundial.

- C.L: Entre las frases a las que hago referencia está justamente el bobo. Es una palabra para referirse al cándido o al tonto. Deriva del latín balbus, que equivale a tartamudo porque los antiguos romanos creían que quienes tenían dificultad en el habla, seguramente sufrían algún tipo de retraso mental. A finales del siglo XIX se empieza a a llamar “bobo” en lunfardo al reloj de bolsillo del caballero, porque se lo robaba con gran facilidad y luego se le empezó a llamar “bobo” al corazón, porque al igual que el reloj trabajaba 24 horas y además emitía un sonido regular y continuo que son las contracciones cardíacas.

-T: ¿Cómo surgió la idea de los capítulos “hot” sobre términos relacionados con el sexo y las prácticas sexuales?

- C.L: En el momento en que lo estaba haciendo, temí que la editorial lo objetara. No fue así, aunque, en algunos de los casos lo que hicimos fue “morigerar” ligeramente la forma en que estaba expresado. Surgió de la simple idea de que todo el mundo tiene derecho cuando no tiene acceso a la información, a que alguien le cuente de dónde vienen esas expresiones que utilizamos a diario, y a qué se refieren o cuán graves entre comillas pueden ser. Hice un relevamiento bastante exhaustivo pero me dediqué exclusivamente a las expresiones sexuales.

-T: En ese apéndice desmentís que sean “malas palabras”...

-C.L: Personalmente creo que no se las debería llamar de esa manera porque son solamente palabras. Digamos que las malas palabras directa o indirectamente están siempre relacionadas con el cuerpo, con sus secreciones y, por supuesto, con el sexo. Son siempre obscenas porque expresan sin hipocresía, sin vergüenza lo que no se debe decir en público por temor a despertar imágenes, recuerdos o pasiones prohibidas que la sociedad o nuestra propia moral pretenden ignorar. Por eso digo en el prólogo que es injusto culpar a las palabras de conductas y sentimientos que le son totalmente ajenos .

-T: ¿Cuál de las frases del libro usás más o te gusta más?

-C.L: Debo confesar que son varias las que uso. Una que es muy usual en todos los argentinos y que es “No dar bola” y que erróneamente está relacionada justamente con la genitalidad masculina. Para encontrar el origen de esta frase tenemos que ir a principios del siglo XX cuando los billares en Buenos Aires eran un furor, y todos los varones en esa época querían jugar, sobre todo los más jóvenes. Entonces, lo más frágil de una mesa de billar y a la vez la más cara era el paño porque se podía romper con el taco si uno no sabía jugar y había que cambiarlo entero y era carísimo. Así que cuando el dueño de un bar que seguramente estaba en la caja, veía entrar a jóvenes con apariencia de inexpertos, era común que le gritara desde atrás del mostrador a los mozos: “No les den bola a esos mocosos”. De ahí viene esa expresión que utilizamos justamente en la actualidad para referirnos a situaciones en las que uno no habilita a otra persona o no le presta atención, pero nada tiene que ver ni con genitales ni con testículos.

-T.: En el apéndice hacés un inventario de los términos que se usaron y se usan para denominar el estar en una relación.

-C.L: Este apéndice empieza desde el principio en lo que se refiere al sexo y este capítulo se llama La previa y habla de “chapar”, una palabra que estuvo muy vigente hasta fines de la década del 50, tal vez hasta la mitad de los 60, pero poco tiempo después desapareció. Viene del genovés “chiappá” que significa tomar o asir y se refiere a los abrazos y los besos entre dos personas.

Luego fue reemplazada por “apretar” que es bastante autoexplicativa y se refiere a juntar los cuerpos. Después apareció “transar” que es una palabra formal porque habla de una transacción; vos me das algo y yo te doy algo; besos, abrazos, caricias. Y después, la que implica un acercamiento a lo que va a ser el sexo o el acto sexual: “franelear”, con una historia muy simpática ya que viene del francés. “Hacer la franela” significaba ir a prostíbulos donde se prestaban servicios sexuales, pero sin gastar dinero, solo acariciando o tocando a las trabajadoras, Tiene un equivalente en español que es “magrear”. Son relaciones basadas en caricias íntimas pero sin penetración.

-T.: Además de incorporar expresiones y términos del habla, sumaste curiosidades sobre el sexo y sus prácticas.

- C.L: Me pareció que podía ser interesante incorporar el origen de algunas muy comunes y que tienen que ver con el sexo en alguna de sus etapas. Por ejemplo la palabra “histeriquear” que todos conocemos, Pero también hablamos de hechos que son culturales, aunque a nosotros nos parezca tabú, por ejemplo que existe lo que se llama el Festival de la vagina en Japón, que se celebra el domingo anterior al 15 de marzo de todos los años. En Londres hay un museo de la vagina que además tiene utilidad a nivel científico porque concientiza sobre la importancia de los exámenes médicos. Hay concurso de vaginas, hay un festival del pene también en Japón.

Con información de Télam

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