(Por Eva Marabotto) A 13 años de la publicación de su novela "La otra playa" Gustavo Nielsen presentará en la Feria de Editores una colección de cuentos de fantasmas en los que el horror se conjuga con el humor y la ternura, con un título tan insólito como provocador: "fff".
En el libro que publica Aurelia Rivera Libros hay una mascota fantasma que vuelve a acompañar a sus dueños, una arquitecta que viaja en el tiempo hacia una época dorada y un tío de apariencia sobrenatural por efecto del bloqueador solar. Hay historias con finales abruptos, como el "cross a la mandíbula" del que hablaba Roberto Arlt y otras que transcurren mansamente y obligan al lector a imaginar qué sucede después. Hay textos breves, casi epigramas y otros que generan climas aterradores o absurdos. También un episodio en el que el autor es entrevistado por un periodista fantasma y esboza su concepción de la literatura de terror a modo de guiño o clave de lectura.
"Los fantasmas de Nielsen, en general, son frágiles y queribles", define Osvaldo Mazal en la contratapa. "No todos los fantasmas de la literatura están para dar miedo. También está Dickens, dando cátedra moral", dice el alter ego del autor, entrevistado en un podcast sobrenatural, aludiendo a los espectros de las Navidades que convierten al malvado Scrooge en "Una canción de Navidad".
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Sobre el libro que nació en pandemia y convirtió en un ejercicio literario en el que exploró distintos conceptos sobre lo sobrenatural, pero también distintas estructuras y extensiones de sus cuentos, conversó el autor con Télam.
-Télam: No publicabas nada desde 2010, ¿volviste a compatibilizar la literatura con tu profesión de arquitecto?
-Gustavo Nielsen: En realidad ahora solamente estoy escribiendo. Me di cuenta de que la arquitectura me distraía demasiado. Estoy haciendo trámites de la sucesión de mis padres y son muy difíciles, me tienen abstraído. Desde la pandemia que no hago proyectos arquitectónicos.
-T.: ¿Cómo surgieron los cuentos de fantasmas que integran el libro?
-G.N.: La mayoría surgieron en pandemia. Estábamos aislados. Me comunicaba con mis amigos pero no los podía ver. Tampoco a mi novia que vivía en provincia. De algún modo éramos todos fantasmas. Y convivía diariamente en mi casa con un panel que hice para la Bienal de Arquitectura de Buenos Aires que tenía un molde en silicona de un vestido. Lo usamos para hacer el Monumento a las Víctimas del Holocausto en base a un vestido que me cedió una diseñadora amiga. Lo había hecho su madre que falleció en la pandemia igual que la mía. El caso es que la silicona absorbe la luz así que era ingresar a una habitación y encontrarse con ese vestido. Una imagen fantasmagórica.
-T.: Sin embargo, no todas las historias las escribiste en pandemia...
-G.N.: Hay un par que son del libro "Marvin" que son los únicas que estaban publicadas. Una se publicó también, por recomendación de Ana María Shua, en una antología de casas embrujadas que hicieron en España. Ésa y otra más son más viejas pero los volví a hacer. Al cuento "Cartón" lo escribí a los 16 años y llegué a ganar una mención en un concurso del Centro Argentino de Ciencia Ficción y Fantasía. En el jurado estaba Pablo Capanna que me dijo que estaba bueno pero que tenía algo que no funcionaba. Todos los años lo reescribí desde entonces y recién este año me salió.
-T.: El título es bastante disruptivo...
-G.N.: Son provocadoras las minúsculas, y las tres f. Me gustó esa tipografía de la tapa que convierte a las letras en fantasmas. Están explicadas en la dedicatoria que tiene el libro a un amigo que murió joven, Alejandro Sapognikoff, que para mí es como un fantasma "frágil fantasma fabuloso", que me acompaña siempre y a veces me ayuda, con solo invocarlo, a solucionar temas complicados.
-T.: Entonces, ¿creés en fantasmas?
-G.N.: No creo absolutamente en nada pero durante la pandemia pasaron cosas extrañas. Mi mamá murió. Entró al hospital y después no la pude ver. Recibí sus cenizas. Fue muy fuerte para mí lo que pasó. Esas ausencias repentinas.
-T.: Sin embargo, como apunta Osvaldo Mazal en la contratapa, en el libro se percibe "la tensión entre el humor y lo siniestro"...
-G.N.: Sí. Hay humor y hay ternura entre cosas que son más dramáticas, más de terror, al estilo de los cuentos de fantasmas tradicionales. Aunque en Argentina, está la tradición de un cuento tradicional como "El prestidigitador" de Bonifacio Lastra que da un miedo increíble pero no está tan bien escrito. Mi top se lo gana un cuento de Jorge Accame que se llama "Flores" y es una historia que emociona, no da terror.
Quise darle variedad a los cuentos. De hecho ahí que en el último cuento debato con un periodista fantasma sobre las características de la literatura de terror.
-T.: Abordás con ironía o ternura un tema terrorífico ¿No le tenés miedo a nada?
-G.N.: No. Porque no creo en fantasmas. Tengo otro amigo que falleció joven y con él nos habíamos jurado que el que muriese primero iba a volver a decirle al otro si había algo del otro lado. Creo que en una película de Pasolini dos personajes hacían eso. Así que, cuando mi amigo murió, estuve varios días expectante. Pero eso no pasó.
-T.: Ese último cuento "Podcast" es metaliteratura. Se convierte casi en una guía de lectura en la que a partir de las preguntas de un "fantasmas" armás una genealogía de tus cuentos, citando desde "El fantasma de Canterville" de Oscar Wilde a Charles Dickens...
-G.N.: Sí. Fue casi un ejercicio. Hace poco para una revista de la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA me pidieron en una entrevista que hiciese una tipología del cuento, no en lo temático sino en cuanto a lo formal. Y empecé a hacer una lista y llegué a nombrar 15: el microcuento, el dialogado, el cíclico, el que termina abruptamente y otros tantos muy diferenciados. Así que quise utilizar en los cuentos todas las tipologías que conozco. Con lo cual, el libro tenés desde lo temático y lo formal mucha variedad.
-T.: A pesar de que algunos cuentos tienen algo de fantástico o de ciencia ficción, presentan algunos de los temas que te preocupan, de tus obsesiones: el parador Ariston de Mar del Plata que estás buscando recuperar, el vestido de la tapa que surge de la construcción del Monumento a las Víctimas del Holocausto. Incluso convertís a tu amiga, la escritora Patricia Suárez, en un personaje de un cuento...
-G.N.: Sí. Estamos buscando rescatar el Ariston. Con mi maestro de la Facultad, logramos que lo declarasen Monumento Histórico Nacional pero no pasó nada más. Cada libro siempre es un poco una descuartización mía y una vuelta a juntarse. ¿De dónde voy a sacar los temas? No me gusta para nada hacer literatura del yo. No creo que a nadie le pueda interesar mi vida. Creo que soy lo menos interesante del mundo. Pero escribo sobre lo que sé y lo que sé, tiene muchas aristas porque soy muy curioso.
-T.: Elegiste publicar el libro en una editorial independiente, Aurelia Rivera Libros, casi como una posición política...
-G.N.: Hace unos años que no tenía ganas de publicar pero seguía escribiendo. Entonces leí una entrevista en la revista Be Cult a Pablo Alessandrini, uno de los editores de Aurelia Rivera Libros, en la que le preguntaban a qué autor le gustaría publicar y me nombraba. Entonces le contesté en los comentarios de la misma nota que eligiese un libro ya que tengo muchos inéditos. Y empezamos a armar "fff".
-G.N.: Tenés en tu haber un juicio ganado contra editorial Planeta y publicaste tus libros en editoriales independientes, ahora elegiste Aurelia Rivera ¿qué te atrae de este modo de publicación?
-Es todo mucho más personalizado. Uno trata con un editor, con una sola persona y el contacto es estrecho. En las grandes editoriales tenés reuniones hasta con el gerente de marketing. En la novela que ganó el Premio Clarín quería poner un dibujo mío en la tapa y me dijeron que no "vendía". Aquí me ocupé de pensar la tapa y hay más de un dibujo mío en la retiración de tapa y de contratapa.
-G.N.: Decís que no tenías ganas de publicar pero escribías, ¿entonces tenés mucho material inédito?
-La verdad que tengo un montón de libros inéditos. Muchos cuento, también una novela de viajes en el tiempo para la que investigué muchísimo. Lo que estoy escribiendo ahora que es muy siniestro, en la línea de "Auschwitz" pero peor porque es un cuidador del Botánico que vive en un pozo, debajo de la tierra. En casi todos mis libros encuentro una veta científica, como "El corazón de Dolly". Me gusta meterme en un tema e investigarlo a fondo. Soy muy buen alumno.
Aurelia Rivera, dos décadas de literatura independiente
La editorial en la que publica Nielsen nació hace 20 años en el barrio porteño de Floresta "así muy local, lejos del centro y la rapidez de la gran ciudad" como define Pablo "Corto" Alessandrini, uno de sus creadores.
En dos décadas acumuló un catálogo de unos ochenta títulos. El primero fue "Creencia artística y bienes simbólicos. Apuntes para una sociología de la cultura" del sociólogo frances Pierre Bourdieu en una traducción de Alicia Gutiérrez.
"Nos definimos como una editorial eternamente emergente, independiente de modas y muy dependiente de nuestra voluntad, estado de ánimo, entusiasmo y la ayuda de personas que saben más que nosotros y nos brindan sus saberes específicos", resume Alessandrini y completa "Es una editorial integrada por dos humanos (Pablo Alessandrini y Andrea Salzman) que tienen como intereses comunes: el diseño, la experimentación y un hijo llamado Vito".
Como sello independiente Aurelia Rivera estará presente en la Feria de Editores a la que define como "el mejor ámbito" para mostrar lo que hace. "La feria nos permite presentar novedades editoriales como el nuevo libro de cuentos sobre fantasmas de Nielsen, que está llamado a ser un punto alto en la historia de esta pequeña editorial que se encuentra cumpliendo sus primeros 20 años", se enorgullece el editor.
Con información de Télam