(Por Emilia Racciatti) Actriz, directora, docente y dramaturga, Lorena Vega encontró en "Imprenteros" un proyecto que amplifica la experiencia familiar abriendo temas como la construcción de los oficios, la necesidad de volver sobre el relato de los padres y la posibilidad de nuevos acuerdos a la hora de repensar el mapa de vínculos que nos constituyen y ese ejercicio, que nació en un espacio de formación y se transformó en una obra teatral con cuatro años de vida, ahora es un libro con su firma y la de sus hermanos, una sociedad que refundaron y no deja de resignificarse en distintos formatos.
Mientras se hace un mate, Vega conversa con Télam vía Meet desde su casa, en un espacio rodeado de libros, también de cajas. El día anterior fue a ver a Fito Páez y su celebración por los 30 años del disco "El amor después del amor". Todavía conmovida por esa experiencia, enfatiza que le interesa la posibilidad que puede lograr el arte de abrir "un campo sensible, un tipo de mirada respecto de cosas que están vibrando que nos constituyen centralmente".
Su "Imprenteros", que ahora tiene formato de libro, con su firma y la de sus hermanos (Lorena Vega y Hnos), sigue sumando funciones rotativas -las próximas serán 21 y 22 de octubre en el Centro Cultural 25 de Mayo- y mañana, a las 20.30, en la capilla del Centro Cultural Recoleta, tendrá a los tres Vega protagonistas de la obra, Sergio, Lorena y Federico, leyendo en el marco del Festival Internacional de Buenos Aires (Filba).
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En un contexto de crecimiento de las conversaciones en línea, redes sociales y plataformas alimentando la vida en un plano digital, la obra de teatro documental, que recupera la historia de los hermanos a los que les cambian la cerradura de la imprenta familiar impidiéndoles el ingreso, se sostiene en auge pasando ahora al texto editado por Ediciones DocumentA/Escénicas.
Con fotos, calcomanías, imágenes montadas y diálogos y textos en diferentes registros, el libro potencia el universo de la obra: el de los trabajadores gráficos, el de la imprenta con sus máquinas, sus códigos y sus sonidos siempre atravesados por la materialidad, la del papel pero sobre todo la de los cuerpos.
-Télam: ¿Cómo pensaste el paso de la obra al formato libro?
-Lorena Vega: Arranqué participando de un laboratorio y haciendo cuatro encuentros viendo qué encontraba, una vez que empezó a ser una obra de teatro con funciones pensé que estaba bueno publicar los textos de teatro pero sobre todo porque podía presentarse sin tanto tiro en el tiempo. Ese fue el motor para publicar el texto. No sabía cuánto iba a querer estar mi hermano en escena, qué le iba a pasar con esa situación, si a la función 10 no me decía "che perdoname pero estoy cansado" o "no me gusta tanto estar hablando de papá todo el tiempo". Eso no pasó y él está re contra firme haciendo las funciones.
Sabía que tenía que ser una buena publicación porque se llamaba "Imprenteros" y no podíamos defraudar con la factura gráfica. Pensaba que iba a tener fotos, que tenían que estar bien tejidas con el texto y ser de buena impresión, que la tapa tenía que ser buena.
No era fácil encontrar una editorial que quisiera hacerlo porque es muy independiente. No me imaginaba con quién pero llegamos a Documenta y ahí la mirada de Gaby Halac, como editora, amplió todas las posibilidades del libro. Más allá de que es una unidad autónoma, tiene mucha correlación con la obra y se puede leer sin haberla visto.
-T: Tu hermano Sergio cuenta en el libro que está empezando a escribir. La obra habla de los oficios y él en el proceso toma otro rol.
-L.V.: Siempre que escribe son cosas muy emocionantes, no me imaginé que se iba a ampliar tanto su deseo al punto de escribir su propios textos biográficos o de ficción a partir de episodios de su vida. Eso es lo fascinante, ahí está mi trabajo como directora, evidentemente algo de la conducción ayudó a que algo de eso se exprese. Se trata de generar las condiciones para que el campo sensible esté habilitado y cada quien se permita darle curso a su deseo. Ayer fui a ver a Fito Páez, lo veía tan expansivo, decía "esto lo hacemos juntos, esto sucede porque estamos acá, no creo en los artistas iluminados, creo en el encuentro" y me sentía muy identificada y me emocionaba. Pensaba ayer también cómo, en mi ejercicio de introspección y ejercicio con la memoria, hubo momentos nodales que fueron muy imprevistos, por fuera de la hipótesis de camino que creía que iba a hacer, como que realmente por riesgos asumidos o cosas sorprendentes hay algo que me circula así en el devenir de la vida misma, este juego del control-no control. Hasta donde vos sembrás y después ves que pasa. Pienso en el origen de la obra: Maruja Bustamante dirige un ciclo en el Rojas, me invita, yo me resisto mucho tiempo, ella insiste, genera las condiciones para que esté acorralada y no pueda decir que no, pruebo algo. Es cierto que después entregué mi corazón, convoqué a mi hermano a una entrevista sabiendo que eso podía salir mal y podía generar un malestar y una herida. Que me dijera "me invitaste y me expusiste". Hubiese tomado otro camino pero la obra es muy mi hermano Sergio, es muy central.
-T: Justamente tanto Fito Páez como vos ampliaron el universo familiar con su arte logrando tocar sensibilidades.
-L.V.: En la segunda presentación del libro estuvo Maruja Bustamante y leyó un texto bellísimo. No solo de "Imprenteros" en sí mismo sino sobre el concepto familia, mucho más de lo que entendemos en términos tradicionales. Ella hablaba de la importancia de las emociones y de cómo el teatro puede habilitarlas y cómo no es menor si ese campo sensible lo atendemos porque empezamos a ser otro tipo de personas y a tener un mundo un poco mejor y con menos violencia. Algo de eso enmarca lo que decís: Fito e "Imprenteros" abren las historias. Y en su caso nos representa cuando imaginamos una pareja enamorada porque se abre un campo sensible, un tipo de mirada respecto de cosas que están vibrando que nos constituyen centralmente.
Después de hacerla por cuatro años y de la cantidad de cosas que me dicen, desde el público hasta quienes la analizan o en las entrevistas, me van devolviendo cosas. Habla de un núcleo muy conocido y muy contundente en nuestro país que es la clase trabajadora y cómo esa clase está atravesada por los afectos y nuestro país, al ser tan inestable, cambia y cambia el electrocardiograma de los vínculos. Eso no le es ajeno a nadie. Quizás faltaba teatralmente algún abordaje de esa temática, que no digo que no esté tocada pero quizás desde otra óptica. Había que darle un tipo voz al discurso de las hijas de esos padres de una generación patriarcal que está tan cuestionada ahora con justa razón. Creo que es el tipo de voz que aparece en el momento, qué aparece y cómo aparece. Eso permite el ingreso de todo tipo de paladar.
-T: ¿El proceso de escritura del libro cambió algo a la hora de hacer la obra?
-L.V.: Es muy reciente todo pero por ahora me renovó el entusiasmo. Me generó una nueva energía, me ayudó a volver a la obra agradeciéndole, es una obra muy generosa. En la presentación en la Federación Gráfica estuvo Mariano Tenconi y escribió un texto maravilloso, hablando de ese ritual que permite encontrarse con los muertos que puede ser la ficción o esa posibilidad de derribar paredes o portones que en la vida real no lo hacés pero en la ficción lo podés lograr, es una existencia, un lugar de realidad, es ficcional pero sucede. Eso lo compartimos con Mariano, entendemos que ahí haya algo en ese plano ficcional que permite todo eso. Por eso es una obra generosa, ha cambiado la mirada sobre los vínculos de cada integrante con sus propias historias y pasados, entre nosotros. Comprendiendo cosas de otra manera porque también somos compañeros de trabajo que también compartimos muchas horas y cosas por resolver. Hay una gimnasia de escucharse, bancar, respirar, aceptar, acompañar. Nos ayuda a pensar en eso.
-T: El libro está firmado por vos y por tus hermanos, ¿siempre lo pensaste así?
-L.V.: Ahí hay también una acción poética pero de sentido que tiene que ver también con la reconstrucción porque mi padre tenía un taller gráfico, donde era el conductor, tenía muchos problemas con sus empleados o con sus hijos cuando trabajaban con él, donde dejó una situación que de alguna manera el conflicto que se desató después está tejido por impericias o falencias suyas sin dudas. La reconstrucción está en tomar un lugar de conducción, que sea una mujer, que se comparta lo que hay. Si nuestro conflicto se origina por la herencia, lo que hacemos con mis hermanos es tener otro tipo de transparencia o claridad con lo que vamos creando en conjunto y todo lo que puedas imaginar de esta especie de enroque de lugares y situaciones. Terminamos teniendo, entre comillas, un taller gráfico, tenemos una construcción, un espacio laboral, nuestro.
Con información de Télam