Granizo: una tormenta de malas decisiones con Guillermo Francella a la cabeza

Guillermo Francella protagoniza Granizo, la nueva película de Marcos Carnevale, que llega a Netflix el próximo 30 de marzo. Análisis de lo bueno, lo malo y lo muy malo de una comedia que banaliza el trabajo de los meteorólogos.

28 de marzo, 2022 | 21.55

En buena medida nuestra vida depende de la meteorología, de si hace frío o calor, o si está pronosticado lluvia. Es tanto el poder y la responsabilidad que tienen los meteorólogos que, ante un pronóstico "errado" (destaquemos que no se trata de una ciencia exacta, sino que está sujeta a los cambios del tiempo), pueden convertirse en sujetos odiados por una parte de la sociedad. Granizo, la nueva comedia de Marcos Carnevale protagonizada por Guillermo Francella (con estreno directo en Netflix) -como el inefable Miguel Flores, un presentador del clima que le pifia al pronóstico de una tormenta de granizo- parte de una buena idea que termina deformándose en una comedia poco profunda y un tanto ofensiva. 

Miguel Flores (Francella) desconfía de las aplicaciones de celulares que dicen el clima, al punto tal de tesitura que le resta importancia a una tormenta de granizo pronosticada en los dispositivos y sigue adelante con su pronóstico del tiempo, basado en sus estudios y medidas.  Y cuando "el inefable" presentador de televisión falla y las piedras caen en la Ciudad de Buenos Aires -dejando un gran saldo de autos rotos y accidentes- se convierte en una figura "cancelada" por los medios y por la gente. 

Granizo arranca como una comedia ligera a la que rápidamente se le ven todos los hilos, y la interpretación de Guillermo Francella -que repite gags ya cansadores de Poné a Francella- no hace mucho para lograr que los espectadores empaticen con la situación de Miguel. Sobre este aspecto vale la pena una breve reflexión: escondiéndose en la casa de su hija en Córdoba, el protagonista emprende un torpe camino de reconstrucción de lazos familiares. Algo que nunca se llega a dilucidar ya que, sobre el final de la trama, no se ve un aprendizaje y cambio de actitudes. Sigue siendo un sujeto egoísta, narcisista y cegado por la fama. ¿Y en qué queda la relación con su hija? El director resuelve el arco dramático a las apuradas con un mensaje de WhatsApp, forma increíble de lavarse las manos y no ahondar en las complejidades vinculares que la historia tiene para ofrecer.

Aún pasando por inadvertidas estas incongruencias en el tratamiento del guión y los personajes, el grado de banalización a la profesión de los meteorólogos y a los saberes populares en torno a esta ciencia funciona como toque de gracia final que hunde a Granizo en el olvido. Esto lo grafica a la perfección la escena donde Miguel Flores descubre los saberes del chamán cordobés, los cuales consisten en chupar muñequitos de chocolate Jack para determinar cómo estará el tiempo. No es gracioso ni está trabajado para que así lo sea; es tan solo una reproducción rancia de estigmas en torno a los conocimientos de los pueblos originarios.

Cuando las casi dos horas de Granizo empiezan a hacerse interminables, Carnevale guarda una sorpresa final: una incursión espantosa en el cine catástrofe, con una tormenta de granizo destruyendo monumentos icónicos de la Ciudad de Buenos Aires. Sí, espantosa. Es un adjetivo fuerte y apropiado dado que cualquiera que visualice el pobrísimo montaje y el flojo empleo de efectos especiales (son tan irreales que resultan chocantes de ver en forma placentera) llegará a conclusiones similares. ¿Lo mejor de la película? Romina Fernandes y Norman Briski, dos artistas que desde sus papeles de reparto aportan frescura a la trama. 

Granizo. Nuestra opinión: mala.

Dirección: Marcos Carnevale.

Elenco: Guillermo Francella, Romina Fernandes, Peto Menahen, Laurita Fernández, Eugenia Guerty, Martín Seefeld, Pompeyo Audivert, Viviana Saccone, Nicolás Scarpino y Norman Briski.

Estreno en Netflix el próximo 30 de marzo.