Entre las derivas del mal dormir que aborda David Jiménez Torres en su ensayo sobre el sueño, la vigilia y el cansancio está la idea de que la noche es el momento en el que grandes referentes de la literatura podían concentrarse mejor para escribir pero ese aspecto es abordado también como pregunta y sobre algunas de las posibles respuestas reflexiona el autor.
"El mito romántico del creador como un ser excepcional, una desviación de la norma, está muy arraigado en nuestra cultura. Y la idea de trabajar de noche encaja con esto de manera muy natural: estar activo cuando el resto del mundo duerme es una clarísima desviación de la norma", señala el autor de "El mal dormir".
Lo que plantea Jiménez Torres es que en definitiva la pregunta que siempre deberá plantearse todo escritor es ¿a cuánto está dispuesto a renunciar en nombre de convertirse en el mejor escritor? Su respuesta es que cambiar su vida, no. "A tanto, no", dice.
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En ese sentido cita la frase de un amigo: "Descubre cuáles son tus mejores horas del día, y luego conságralas a la escritura".
-T: Sos autor de ficción también, ¿siempre pensaste en el ensayo para abordar el mal dormir?
-D.J.T: Siempre he pensado -y sigo haciéndolo- que la ficción puede abordar cualquier tema. Y ni siquiera me refiero a la autoficción, sino a la ficción pura. Lo que ocurre es que el ensayo literario me ofrecía una experiencia de escritura muy acorde con el tema que quería tratar. El sueño es un tema tan amplio y con tantas facetas interesantes que escribir sobre él te conduce necesariamente en muchas direcciones a la vez. En ocasiones acabas en un recuerdo de tu infancia; otras veces acabas en artículos publicados en Bloomberg acerca del desarrollo del mercado de somníferos en los últimos años. Y quieres abarcarlo todo, pero de una forma ligera y aproximativa. Hay algo en el género del ensayo literario que aporta esa libertad al escritor de manera muy natural. Te permite escribir de manera exploratoria, casi como si fueras nadando a braza.
-T: El vínculo insomnio-literatura está muy presente en el libro pero planteás que también hay mucho de mito en que esas horas de la noche, en las que se da la lucha por el sueño, son las más productivas para la escritura porque la clave es el horario que cada uno considere como el más apropiado para disponerse a esa práctica. En base a la indagación que hiciste, ¿por qué creés que es la noche y no la mañana ese momento tan relacionado a la creatividad?
-D.J.T: Aunque el conocimiento científico del sueño ha avanzado mucho, seguimos sintiéndolo como algo profundamente misterioso y por tanto nuestra manera de pensarlo sigue imbuida de mucha superstición. Además, el mito romántico del creador como un ser excepcional, una desviación de la norma, está muy arraigado en nuestra cultura. Y la idea de trabajar de noche encaja con esto de manera muy natural: estar activo cuando el resto del mundo duerme es una clarísima desviación de la norma. El acto de escribir de noche sería, así, una prueba de encontrarnos ante un creador. Igual que los puritanos de Nueva Inglaterra buscaban en sí mismos señales que mostraran que habían sido elegidos por Dios, nos gusta pensar que hay señales que indican que alguien posee un talento fuera de lo común o que está destinado a una vida artística, a que las musas le susurren su inspiración. Trabajar de noche, entregado a mundos imaginarios mientras el mundo real descansa, aparece de manera natural como una de esas señales. Luego también está nuestro irrefrenable deseo de causalidad: queremos pensar que existe un motivo por el que no podemos dormir, más allá de la mera arbitrariedad de nuestro cuerpo. Y finalmente hay un aspecto más práctico: muchas veces, quienes tienen otras obligaciones laborales o familiares solo pueden dedicarse a la creación durante la noche.
Con información de Télam