Rinesi recupera debates de la vida política argentina a partir de la transición democrática

11 de agosto, 2023 | 16.46

A lo largo de 40 capítulos, Eduardo Rinesi asume en "Democracia. Las ideas de una época", debates sobre términos que signaron la vida política argentina desde el final de la dictadura hasta el presente, pero que tomaron forma en los primeros años del gobierno de Raúl Alfonsín, y en esta entrevista con Télam los retoma para reconocer también a aquellos intelectuales con los que pensó y trabajó, como Oscar Landi.

-Télam: En relación a ese momento de la recuperación de la democracia advertís cómo el relato de ese pasado reciente se sella con la idea de "pacto militar-sindical" en el que la identidad peronista quedaba subsumida.

-Eduardo Rinesi: Alfonsín inventó una figura muy eficaz que sacó a cierta altura de la campaña y se dio cuenta lo interesante que era para su propia causa: la del pacto militar sindical. Era la idea de que había habido un pacto secreto entre cúpulas sindicales y militares y decir pacto militar sindical era otro modo de decir peronismo. Decir que uno venía a clausurar ese pacto militar sindical era poner al peronismo en el pasado. Más allá de la eficacia de ese recurso retórico, es cierto que el peronismo no parece haber entendido tan bien como lo hizo Alfonsín la dimensión de la transformación social que se había producido en la Argentina. Esa atomización de los sectores populares no parecía recogida en el modo en el que el candidato peronista Ítalo Luder se dirigía a sus audiencias empezando sus discursos diciendo "compañeros", la gente se miraba diciendo qué dice este tipo, no sabe que a los compañeros los mataron a todos, que los dejaron sin laburo, uno puso un parripollo, otro maneja un taxi, la palabra recogía su fuerza política simbólica de otro contexto en el que todos éramos compañeros en el mundo de la industria. Cuando la economía te hizo pedazos, cuando una astilla saltó y se puso un quiosco, la otra maneja un taxi ¿que quería decir compañeros? Alfonsín usaba formas de interpelación muy interesantes como amigos de Mar del Plata, de Caballito o de Catamarca. Tenía lo que Landi llamaba carisma manso.

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-T: Hay dos intelectuales muy citados en el libro: Horacio González y Oscar Landi. El primero contó y cuenta con reconocimiento y prestigio pero en el caso del segundo podría leerse como una recuperación, una reivindicación.

-E.R: Trabajé muchos años con los dos. Con Oscar 10 años en una materia de la Facultad de Ciencias Sociales. Era un tipo extraordinario, entrañable, muy cariñoso pero además era una gran cabeza de la filosofía, del marxismo, del comunismo y con esas herramientas pensó medio siglo de política argentina. Se le perdonó poco el interés por la comunicación, los medios, la televisión. No era un comunicólogo o teórico de los medios, le interesaba pensar la política y a partir de la Guerra de Malvinas y la campaña de Alfonsín, se da cuenta de que la política pasa en la Argentina, en un sentido muy decisivo, por la retórica, los tiempos, los lenguajes, las estéticas de la televisión y se pone a estudiar eso. Escribió las cosas más interesantes que se hayan escrito sobre política y televisión y los modos en que funcionó eso en los gobiernos de Alfonsín y de Carlos Menem.

-T: Decís que la Semana Santa del 87 fue un momento clave para pensar el proceso democrático y citás el pedido de Alfonsín al pueblo de irse a casa. ¿Por qué?

-E.R: Fue un momento fundamental en relación con una tensión constitutiva de la democracia desde el 83 que estudié con Pepe Nun, quien le daba mucha importancia a pensar la tensión al interior de los sistemas democráticos entre dos formas de organización de lazos entre dirigentes y dirigidos. Una, propia de la democracia liberal o representativa que dice que los ciudadanos no deliberan ni gobiernan sino a través de sus representantes, con los que establecen un lazo vertical; y otra que llamaba democracia participativa, en la que los ciudadanos establecen lazos horizontales, de intervención en los debates, discusión y definición conjunta dentro de las vías de acción. Esa tensión entre las dos democracias está presente desde el comienzo de la transición democrática en la Argentina. La Semana Santa es ejemplar porque, después de invitarnos desde el gobierno y los canales de televisión a ocupar el espacio público, el domingo a la tarde el tipo sale por el balcón y dice "esto lo voy a arreglar, banquen acá que esto lo arreglo yo". Esa desmovilización con ese "la casa está en orden" es la celebración del orden conquistado que ya no reclamaba la participación del pueblo para sostenerlo, marca un punto de inflexión porque lo que está diciendo es que las cosas se negocian entre las élites políticas y militares. Landi escribió un gran artículo sobre esa Semana Santa y dice que cuando Alfonsín nos manda a nuestras casas nos estaba convirtiendo en espectadores. Después de haber sido durante cuatro días ciudadanos activos en el espacio público de la ciudad, nos mandaba a los sillones a ver nuestros televisores, a ver las noticias desde allí. Ahí se rompe algo.

Con información de Télam