Atentados, intentos de magnicidio y la primera llamada equivocada en el nuevo libro de Balmaceda

17 de diciembre, 2022 | 14.49

(Por Eva Marabotto).- Después de investigar la gastronomía, los romances y la evolución de las palabras en la historia argentina, el periodista y académico, Daniel Balmaceda, dedica su nuevo libro a los cambios que experimentaron la moda, el esparcimiento, los transportes y la vida cotidiana en el período que va entre las tres últimas décadas del siglo XIX y el comienzo de la Primera Guerra Mundial en 1914.

"Historias de la belle époque argentina", editado por Sudamericana, no se estructura de modo cronológico sino temático y reúne curiosidades y anécdotas tan disímiles como el protocolo en los bailes de presentación en sociedad de las jóvenes casaderas o el paseo en auto eléctrico con que un sobrino nieto agasajó al expresidente Luis Sáenz Peña.

Pero también hechos con resonancia en la actualidad como el intento de magnicidio del expresidente Julio Argentino Roca cuando era ministro del Interior de Carlos Pellegrini por un grupo de adolescentes que le dispararon a su carruaje.

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Sobre la elección de un período en el que se desarrollaron las opciones de esparcimiento, los inmigrantes motorizaron transformaciones en la sociedad argentina y la tecnología modificó los hábitos, el autor conversó con Télam.

-Télam: ¿Qué es lo que te atrajo de la "belle époque"?

-Daniel Balmaceda: Es un momento especial a nivel mundial. Una especie de recreo que se tomó el mundo entre dos guerras (la franco prusiana y la Primera Guerra Mundial) y que se aprovechó para potenciar la innovación y el esparcimiento y fue la puerta de entrada para la modernidad. Si uno mira a su alrededor, la mayoría de lo que ahora tenemos como costumbres en cuanto a ropa, alimentos, esparcimiento, empezó en ese momento. Probablemente, si mirásemos hacia atrás, los argentinos nos reconoceríamos mucho más en la gente de esa época que en la de la Revolución de Mayo de 1810. Igual, vale la pena aclarar que fue un momento en el que no se tenía conciencia de que era "bello" o apacible. Esa es una calificación posterior, por contraste con lo que vino después.

-T.: Aunque el nombre mismo tiene una connotación positiva, la "belle époque" sin embargo fue una época de contrastes…

-D.B.: En la Argentina se dio claramente un contraste entre la clase alta y los trabajadores. Se ve en los palacios y mansiones de la avenida Alvear y los conventillos con habitaciones únicas donde se hacinaban varias personas de la misma familia. Estos contrastes se dieron especialmente en las ciudades que recibieron grandes olas inmigratorias de gente que venía a buscar mejores condiciones de vida: sobre todo en Buenos Aires y Nueva York. Esa llegada masiva generó enormes cambios por la explosión migratoria. Ahí tuvo gran presencia el socialismo que buscaba y promovía cambios dentro del sistema constitucional y el anarquismo que los impulsaba por fuera.

-T.: A partir de la ideología anarquista se producen atentados conocidos como el que le costó la vida a Ramón Falcón o el intento de magnicidio a Roca. ¿Sos consciente de la actualidad que este último caso le da al libro?

-D.B.: Al principio no lo tenía en cuenta y cuando estaba investigando me planteaba cómo es posible que jóvenes y adolescentes sin instrucción pudiesen llevar a cabo un intento de magnicidio. Cuando sucedió el atentado a la vicepresidenta no entendí la relación pero cuando surgió la información sobre este grupo de Revolución Federal, que agrupaba a jóvenes, encontré muchas similitudes. Dicho sea de paso, los famosos copos de algodón de azúcar llegaron al país y se popularizaron en la belle époque como parte de los festejos del Centenario de la Revolución de Mayo en 1910.

-T.: Para hablar de este período recuperaste textos de tus otros libros, reversionándolos o adaptándolos a describir estas grandes transformaciones. ¿Cómo fue ese proceso?

-D.B.: Sí. Porque sucedió que mientras escribía los otros libros empecé a tomarle el gusto a esta época pero en un contexto en que tenía claro que iba hacia otro lado y no quise distraerme. El tema estaba latente y pude recuperarlo después.

-T: El eje que elegís para narrar este período de esplendor es el de la innovación. Narrás, por ejemplo los pormenores de la llegada del teléfono a Buenos Aires.

-D.B.: Eso fue todo un acontecimiento. Fueron 50 o 60 personas escuchando lo que se decía a unas cuadras. Oían voces, aplausos y hasta música. El teléfono ocupó el lugar del telégrafo para distancias cortas. Permitía pasar información rápidamente y por ese motivo comenzó usándose como el telégrafo, acortando las palabras y quitando artículos. Hablaban como si estuviesen mandando un telegrama. "Atención , aquí…". Esto sucedió el primer tiempo hasta que se naturalizó el uso.

-T.: Remarcás que en otras innovaciones técnicas y también se tendió a asimilarlas con sus antecesoras.

-D.B.: Lo mismo sucedió con el automóvil que se hizo a semejanza de los carruajes, con un pescante donde iba el conductor, pero sin caballos. Solo después adquirió otra forma, más parecida a la actual. Por otra parte, la aparición de los aviones y de las bicicletas se asimiló a los caballos que realizaban carreras en los hipódromos, así que los aviones daban vueltas en el aire en una especie de hipódromo que había en Villa Lugano en 1910 que se llamó aeródromo.

-T.: Enfatizás en las buenas relaciones de la Sociedad Rural con los gobiernos de la época y los comienzos de la Exposición Anual de Ganadería. ¿Qué características tenía ese momento?

-D.B.: Es que el aporte del campo era fundamental para la balanza comercial argentina. El trigo y también la carne congelada, que pudo comenzar a exportarse a partir de 1876 con la aparición del barco frigorífico que permitió abrir mercados internacionales, especialmente el europeo. Por eso la importancia de la exposición de la Sociedad Rural. Se trataba de un Estado eminentemente ganadero. Por eso Sarmiento lo promovía. Le dio un lugar en Palermo para funcionar y realizar muestras e impulsó la difusión del alambrado para dividir los campos.

-T: Retomando lo que hiciste en otros de tus libros, te dedicás a inventariar el habla cotidiana, y enlistás una serie de apodos de la época que son bastante peculiares y no volvieron a repetirse.

-D.B.: Hay apodos que trascendieron en el tiempo como el de Rondeau a quien se le decía "El Sordo" y es un apelativo que llega hasta nuestros días. Pero en la "belle époque'' hubo otros que eran propios de la época como "Cochonga", "Potota", "Copeta", "Pitusa" o "Chichona" para ellas, y "Macoco", "Atoto", "Chinchín2, y "Canico", entre los hombres.

Eran apodos que no se repetían en las familias y pocas veces tenían algo que ver con el nombre real. Quizás eran una forma de distinguir a parientes que llevaban el mismo nombre heredado de una abuela o un tío. Ni siquiera respondían al modo en que las personas se llamaban a sí mismas o eran nombradas por un hermano mayor, simplemente eran apelativos divertidos y cariñosos que respondían a la inventiva de los padres y han quedado en la historia.

-T.: También bajo el calificativo de "tilingos" reseñás ciertas tropelías que los jóvenes provenientes de familias acomodadas solían cometer en la época, algo que podría asimilarse con lo que hacen algunos rugbiers en la actualidad.

-D.B.: En esta época los "niños bien" de la clase acomodada que nacieron con privilegios se dan cuenta de que les falta "calle" y comienzan a meterse en lugares que desconocen. De ahí vienen los enfrentamientos con los compadritos, por ejemplo, que cuento en el libro. De esta época son las primeras patotas que se formaban entre los jóvenes de esta clase privilegiada para salir a patear tachos de basura o tocar timbres y salir corriendo. Tenían medios y estaban amparados en la impunidad que les daban sus privilegios, su posición social.

-T.: Además de libros y ensayos, ¿qué otras fuentes utilizaste para documentar la época?

-D.B.: Recurrí a los periódicos y revistas que eran muy descriptivos sobre los acontecimientos políticos y sociales. Pero también a correspondencia y diarios privados, algunos que aún permanecen inéditos.

-T.: Parece ser una época donde el esparcimiento empieza a tener una gran importancia…

-D.B.: Claro. Surge el concepto del ocio. En ese sentido, el descanso dominical de 1905 le permitió al trabajador no solo tener el domingo libre, sino también el sábado a la noche. Fue muy importante para la actividad social, la gente tenía tiempo para salir, entretenerse y hasta enamorarse. Esta posibilidad de esparcimiento derivó en la aparición de las playas en la costa argentina y las actividades recreativas. De esta época son los grandes parques que surgieron en todo el país. También las actividades deportivas: el ciclismo, el atletismo, el tenis, el golf, el fútbol e incluso el cuidado físico y la preocupación por la salud.

-T.: En el prólogo das cuenta de la inmensa oferta de empleo que había en la época a partir de los avisos clasificados que ocupan varias páginas de un diario…

-D.B.: Es notable porque los diarios eran de un tamaño mucho mayor del de los sábana actuales y tenían cinco o seis páginas de clasificados constituidos por ofertas de trabajo. Por eso llegaban los inmigrantes al país. Sabían que podían encontrar trabajo y ahorrar para enviarle a su familia o para mejorar la situación económica, educativa y social de sus hijos.

-T.: Aquella idea que puso en escena Florencio Sánchez en "M´hijo el dotor".

-D.B.: Es la esperanza de los inmigrantes de que sus hijos progresasen. Es curioso que no se da entre los que no eran inmigrantes. Más bien se conformaban tanto en las clases altas como en las bajas. El abogado quería que su hijo fuese abogado y el boyero, boyero. Los que llegaban querían progresar y mejorar su situación, tenían el objetivo del ascenso social.

Con información de Télam