(Por Eva Marabotto) Los cuentos que la periodista y escritora Sonia Budassi reúne en Animales de compañía no sólo exploran los vínculos entre las personas y entre ellas y sus mascotas, y la animalidad que comparten los seres vivos, sino que también se hacen eco de temas y preocupaciones absolutamente contemporáneas como la militancia ecologista, los mandatos sociales y el impacto que las redes tienen en las relaciones humanas.
En el libro que editó Entropía y ganó el Premio de Cuento del Fondo Nacional de las Artes en 2021, la autora de Mujeres de Dios despliega una serie de personajes que pueden ser antipáticos, pero arrojan sobre sí mismos la misma mirada cínica que tienen para los demás. Sin embargo, esa postura no es producto de un sentimiento de superioridad sino de la conciencia de percibirse distintos, de la imposibilidad de insertarse en la sociedad, de responder a sus mandatos o, simplemente, de establecer vínculos con los demás, humanos o mascotas.
Cuesta trabajo conseguir grupo de pertenencia, dice la narradora del primer cuento, Kilómetros de distancia, que viaja horas en un auto con toda su familia. La de Perfecta recurre a toda clase de ardides para lograr la imagen adecuada para una cita, y el de La gran muralla se preocupa obsesivamente por darles a sus seguidores en las redes lo que ellos esperan de él.
Este contenido se hizo gracias al apoyo de la comunidad de El Destape. Sumate. Sigamos haciendo historia.
Sobre su concepto de la escritura como el instrumento para abordar aquello que le genera problemas o le molesta, habló la autora con Télam en esta entrevista.
-Télam: ¿Cómo elegiste los cuentos que constituyen el libro? ¿Tienen algo en común?
-Sonia Budassi: Hay un sistema que se va produciendo mientras escribo. Es como en los sueños, quizás no tan racional pero noto que hay un sistema en común. Por eso hay cuentos inéditos que quedaron fuera del libro.
Hay un eje que tiene que ver con las preocupaciones que atraviesan todos mis libros que son los mandatos sociales, los estereotipos, las idealizaciones. Son personajes que están atravesados por la inadecuación, por querer encajar en un mundo, en una familia, en una relación, o en una ciudad y siempre fracasan.
-T.: Lo curioso es que los personajes tienen una mirada cínica pero incluso para mirarse a sí mismos.
-S.B.: Sí. Hablando con Pablo Katchadjian, que escribió la contratapa, rescatamos una categoría de Peter Sloterdijk que tiene que ver con un cinismo de derecha y uno de izquierda. Es decir, el de los ricos que no quieren pagar impuestos por conveniencia y el del obrero, el laburante, que no cree en nada. Todos son cínicos de algún modo. Pero, al mismo tiempo, mi intención era que los narradores no estuviesen por encima de los personajes. Que no tuviesen esa soberbia. El punto es que ellos fracasan, así que no están en condiciones de hacerse los cancheros.
Hay una cuestión que me parece que es muy contemporánea, que la vemos en las redes y, digamos que tiene que ver con la atmósfera social vinculada al ingenio, que te da una superioridad. Pareciera una competencia a ver quién es más ingenioso, quién puede hacer la mejor chicana. No digo que lo haya logrado, pero intenté, porque me pareció interesante literariamente que los personajes tuvieran una cuota de malicia pero no de cancherismo.
-T.: Aunque están presentes los temas universales de los que hablaba Borges, tus cuentos enfocan cuestiones más contemporáneas: las imposiciones estéticas, la militancia ecologista
-S.B.: Hay una figura de la militancia, del activista, que me interesa mucho, que también trabajé en mi libro de no ficción La frontera imposible". Sobre lo políticamente correcto de estos activismos y los mandatos de lo que deben ser que son, a veces, un poco arbitrarios. Está en el cuento Salvar al mundo donde hay un cuestionamiento sobre los animales que hay que proteger porque las acciones que hacemos para cuidarlos son fáciles de viralizar porque son agradables, mientras que otros que están en el fondo del océano son horripilantes y poco marketineros.
Por eso creo que las valoraciones sobre la belleza y lo que vale más o vale menos atraviesa diferentes áreas, incluso las causas nobles. Muchas veces creemos que las redes son más democráticas porque cualquiera puede tener su Instagram o su Twitter, pero en realidad, en ellas se trasladan los mandatos que hay en otras áreas. Es cierto que uno puede publicar lo que quiere pero los mandatos se hacen sentir en los comentarios. También están la autocensura y los filtros.
-T.: El tema de la soledad también está muy presente en los cuentos. Los personajes parecen tener distintas soledades, incluso cuando viven acompañados
-S.B.: Sí. Margarita García Robayo me hizo ver en la presentación que se llama Animales de compañía pero los narradores están solos. Todos mis personajes tratan de generar vínculos. Les importan los otros. Pero hay algo que fracasa y es, quizás, porque hay una idealización que tienen con respecto a las relaciones afectivas, a la familia, a las amistades. Entonces cuando intentan encajar en esos formatos idealizados sienten esa inadecuación. Y está esa preocupación por ser atractivos, por ser queridos, y sin embargo, todos están atravesados por la soledad y la inadecuación. No encajan.
-T.: Surge también la pregunta, ¿dónde está la animalidad de la que habla el título? ¿en las mascotas o en los humanos?
-S.B.: Hay una pregunta que tiene que ver con esto y es ¿qué es lo animal? En algunos cuentos los animales son peluches gigantes, por ejemplo. U operan de manera simbólica como la irrupción de una laucha que habla más de lo que pasa en esa pareja, y es un pequeño horror cotidiano que aparece de manera sorpresiva o inesperada.
Pero también hay algo que me dijo alguien, medio en broma, de que el título Animales de compañía parecía un libro sobre chongos y en realidad creo que todos somos medio un animal de compañía del otro y siempre está la pregunta sobre la animalidad y los salvaje. ¿Qué queremos domesticar de nosotros? ¿Qué queremos domesticar del otro?
Me encantan los animales pero creo que hay una cuestión sobre la domesticación y la necesidad de libertad. Tenemos esa preocupación por crear vínculos también con un animal.
-T.: Algunas historias tienen una tensión que va in crescendo, una cierta morosidad que va creando un clima que se desencadena al final. Quizás el mejor ejemplo es el cuento en el que un personaje tiene una gangrena que va avanzando
-S.B.: Sí. Tengo esa preocupación y también esa cuestión de la estructura y la de ir generando un clima y meter al lector en un universo del cual no pueda salir. Por eso no me molesta la morosidad para que al llegar al final vos puedas sentir lo que decía Walsh de que para sentir la muerte de un personaje tenés que verlo vivir. Entonces si estás en su mundo podés sufrir y cuestionarte como él lo hace.
Con información de Télam