Natalia Labaké sobre La Vida Dormida: “Soy una continuación de mi abuela"

La cineasta habló con este medio sobre cómo fue crecer en una familia atravesada por la política y el lugar de las mujeres en esos contextos.

08 de febrero, 2022 | 15.02

Natalia Labaké, directora de La Vida Dormida, dialogó con El Destape Web y se explayó sobre el proceso artístico que conllevó su filme. El documental se basa en los archivos audiovisuales de su familia grabados con una cámara casera, a través de los cuales se refleja cómo se vive el poder desde adentro.

La nieta de Juan Gabriel Labaké- defensor legal de Isabel Perón que hizo campaña para presidente del partido justicialista junto con Carlos Ménem- crea La Vida Dormida, una fusión de los videos grabados por su abuela Haydeé hace 33 años y los momentos capturados por ella en el presente, con una mirada feminista que sobrevuela durante todo el metraje.

El filme se estrenó el 3 de febrero en el Cine Gaumont y está en cartelera hasta el 9 del mismo mes. Además se podrá ver de manera online y gratuita en todo el país, dentro de la programación del FIDBA.

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Poster de La Vida Dormida

¿Cómo surgió la idea de este documental?

- Surgió a partir de que empecé a armar escenas yo grabando a mi familia, sobre todo a mi tía Viviana, la persona que estaba más ida y que tenía ciertos síntomas que me parecían muy fuertes. A partir de eso fui armando escenas y después de cinco años de estar trabajando en el retrato de ella y de otras mujeres de la familia, encontré esos materiales de archivo de mi abuela y me parecía muy interesante trabajar el cruce entre ese material y el mío. Trabajar esto de la temporalidad y el conflicto, quizás no tanto desde una lógica del presente, sino abrirlo a otras temporalidades.

Desde un comienzo, la empecé a filmar a mi tía y tenía muy en claro que quería plasmar el contraste entre ella y su padre, que es mi abuelo Juan Labaké. Había algo de los posicionamientos políticos, ideológicos y de cómo se armaban esos discursos políticos y se veían reflejados en la política más de lo cotidiano y en las relaciones vinculares de la familia.

¿Cómo es crecer en una familia tan atravesada por la política?

- Es raro, todo el tiempo se pone en el centro de las reuniones familiares lo político. Creo que eso pasa en un montón de familias argentinas. La consciencia de que mi abuelo era un político la tuve haciendo la película. Tuve esa sensación de que uno cae en una familia y venís con un montón de cosas: personajes, relatos. Y no lo tomás como algo fuera de lugar, pero con el tiempo te empezás a hacer algunas preguntas. La película me sirvió un poco para entender qué significaba ser parte de una familia que se había estructurado en el poder. Es muy diferente de otras familias que quizá son más amorosas o menos verticalistas, donde los roles se van repartiendo y no hay tantas asimetrías. Es el pater familia que gobierna y toda la familia está operando en función de eso y ayudando a que ese poder se propague. La sensación es como que nunca vas a llegar a ser algo diferente o algo mejor que eso que se formula, porque es algo muy opresivo. 

El documental tiene una mirada muy feminista y, de hecho, en una escena hablás con tu mamá de su despertar feminista. ¿Con tu abuela pudiste hablar sobre feminismo? Ya que también puede verse plasmado en el filme que en muchas situaciones se la excluía por ser mujer.

- Con mi mamá, sí. Con mi abuela mucho no. Sí recuerdo que teníamos charlas cuando empezó la ola feminista y surgió lo de la ley del aborto, obvio que ellos nos decían “Eso es tremendo. Tu vientre es un templo sagrado”. Claro, me dicen eso y yo inmediatamente pienso en esa frase de Isabel Perón con la que arranca la película, de que las mujeres venimos a la patria para traer hijos, como si fuera lo único que vas a hacer en tu vida. Es muy fuerte cuando no cumplís con ese mandato, porque te preguntás “Qué hago”, es difícil porque es salirse de las estructuras. Obviamente ella no es para nada feminista. Si bien es una mujer empoderada, pero en el sentido de potenciar ese poder patriarcal y ser servicial a él. No es un empoderamiento liberador para las mujeres. No solamente es una víctima, sino que también es una victimaria, en algún punto. Ella ejerce también el poder desde cómo construye un relato y cómo ayuda a que el hombre de la familia ocupe ese lugar.

Hay conversaciones que tu abuelo tenía con colegas, donde ella quería ser parte pero no la dejaban. Estaba como aplacada en esas situaciones regidas por el poder.

- Exacto. Solo podía comentar desde la cámara. Es gracioso porque el filmar para la familia siempre fue como un deporte banal, un pasatiempo de las mujeres que no tienen nada que hacer y agarran la cámara. Pero en este caso yo creo que en ella era como una especie de bastión, de estar en el mundo y hacerse ver. Y eso está bueno, porque para mí la peli tiene como ese pasaje entre ella y yo. De esto me di cuenta súper tarde, que dije “soy una continuación de mi abuela”. 

¿Cómo les dijiste a ellos que ibas a publicar una película con el archivo de la familia?

- Un día fui y les dije. Igual ellos ya sabían que estaba haciendo una peli, porque los venía filmando mucho. Pero en un momento, cuando empecé a mirar bien los archivos, les dije que quería ver más. Fue como progresivo hasta que llegó un momento que les tuve que mostrar un corte de la película para ver si lo aprobaban. Pero el material de archivo siempre estuvo disponible porque formaba parte de la familia, de alguna manera es como abrir un álbum de fotos. Había un montón de material que yo no sabía que existía, sobre todo del ascenso político de mi abuelo. El resto, que es la vida familiar, lo tenía muy visto. Lo otro fue un descubrir la política hacia adentro y todas esas imágenes de tertulias con Ménem fue un shock, estar tan cerca del poder.  Fue como terminar de entender qué era ser un peronista de derecha.

¿Y cómo definirías al periodismo de derecha?

- Es como el ala conservadora, un peronismo sin multitudes, doctrinario de papeles. Sin la calle, sin el pueblo. Es una atrocidad, algo muy terrible. Para mí, lo que tiene de positivo el peronismo es que ha hecho posible, con todos sus defectos y matices, que algo emerja y que sea un acontecimiento, algo extraordinario. El peronismo de derecha tiene por un lado una parte proteccionista de la economía, porque no es liberal, pero no trabaja tanto sobre la idea de las minorías.

En tu caso, ¿cuándo empezaste a desnaturalizar esos micromachismos que se daban en tu familia, como en la mayoría de las demás?

- Creo que de darme tantos palos. Sufrí mucho por amor y creo que eso te va dejando un sentimiento de angustia que decís “che, no puede ser tan difícil”. Es una angustia que te atraviesa que tiene que ver con que no te sentís parte del mundo, con que no podés entrar por la puerta grande a los lugares, con que no podés afirmarte, siempre sentís que hay gente que tiene más poder que una, que en general son los hombres, que lo ejercen en absolutamente todo. De hecho, en las reuniones familiares se nota. Nosotras somos cinco hermanas mujeres y, cuando estaba mi padre, había un clima de tensión que si no él no estaba no existía.

De hecho, para mí hacer una película era impensado, porque no creía que estaba en condiciones de hacerlo. Fui a la facultad y siempre hacían dirigir a los hombres y era muy difícil que a una mujer le dijeran que dirija una película y no hacer producción o dirección de arte. Esos rubros “menores”, por así decirlo. Lo mismo en la religión que tuve, la católica, están todos esos mandatos que te oprimen constantemente. Es difícil desnaturalizarlo y decir “esto está mal”.

Obviamente también ayudó un montón la ola feminista, estar en la calle con un montón de mujeres te hace decir “me están pasando cosas, qué es esta droga”. Es algo que se te revela como una realidad muy diferente y te van cayendo fichas. La película también me sirvió para abrir los ojos ante todos esos relatos, incluso los propios. Creo que todos tenemos relatos machistas y es difícil sacárnoslo de encima.

Recién hablabas de vos como directora, ¿ya tenés algún proyecto en mente a corto plazo?

- Sí, terminé de montar una película, de la que también hice el guión, se llamada Danubio y es toda con archivo. Estuvo en Mar del Plata y le fue muy bien. Además, ahora estoy escribiendo una nueva película junto con Paulina Betendorff, que es guionista, y trabajamos juntas desde que empezamos con La Vida Dormida. Es un proyecto de ficción, con todos personajes que perdieron sus poderes por voluntad propia. Una gitana que ya no puede predecir el futuro porque se convirtió al evangelismo, cuestiones con la religión también. Pero bueno estamos en desarrollo, por ahora.

Todavía está en proceso

- Sí, sí. Yo creo que esa película va a estar dentro de seis años, una cosa así (risas). Son procesos largos y está bueno porque te van cayendo fichas de a poco. Hoy en día todo es ya, pero los procesos largos te hacen llegar a lugares más profundos y a mí el cine me interesa para eso, para aprender.