Mara Pescio, directora de Ese fin de semana: "En el macrismo, la ayuda al cine quedó omitida"

La guionista se expresó sobre el significado de su recientemente estrenado filme y habló del fomento al arte independiente.

11 de diciembre, 2021 | 16.06

Mara Pescio, directora de Ese fin de semana, habló con El Destape Web tras el estreno de su filme en el Cine Gaumont y en CineAR TV. La propuesta de la artista se basó en la relación de una madre y su hija, que rompe con todos los supuestos establecidos sobre la maternidad a nivel social.

Interpelada por su propio embarazo, Pescio decidió abordar la carga que se le pone al rol de la madre en las crianzas y así creó a Julia, el personaje principal del filme. Miss Bolivia encarna a esa cantante que decide abrir los ojos y darse cuenta que la maternidad no ocupa todo en su vida y se anima a luchar por sus sueños.

Ese fin de semana significó el debut cinematográfico de Miss Bolivia.

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¿Cómo surgió la idea de la película, de esa historia?

- La idea surgió hace diez años, cuando estaba en un momento vital muy distinto al actual. Como todas las pelis tan pequeñas, con las que hay que batallar muchísimo y uno nunca sabe si se van a hacer o no, tardó diez años. Yo estaba embarazada de mi primera hija y en ese momento me atravesaba puntualmente esto de maternar y, sobre todo, cuestionarme la construcción política del instinto materno, que interfiere en el verdadero deseo y en nuestra propia y singular forma de maternar. Ahí es cuando se empezó a detonar la ficción, qué pasa cuando hay un deseo de realización personal y entra en conflicto con ese supuesto instinto materno. Así surgieron las piezas que fueron armando lo que terminó siendo el guión de la película.

Y, en relación a los mandatos sobre la maternidad y el instinto materno, ¿notás alguna diferencia a nivel social en la actualidad, en comparación con lo que pasaba hace diez años? ¿Siguen igual de fuertes?

- Creo que en los últimos tres años hubo cambios a nivel social muy fuertes. Bah, en los últimos diez años diría. Ha cambiado mucho la forma de pensar y también la juventud tiene ideas más revolucionarias, más sociales. Hay algo de esta necesidad de cambio colectivo que tracciona mucho a la juventud. Se empieza a ver el dogma social en esta cuestión del instinto materno, hay algo de esta construcción que empieza a ser visible. Me parece que igualmente está costando mucho ver que hay otras formas de maternar. Todavía nos cuesta hacer un espacio a nuestra particular forma de maternar y la construcción política del instinto materno sigue vigente, igual se va deconstruyendo. La última década nos empezó a hacer reaccionar.

¿Por qué elegiste a la frontera entre Brasil y Argentina como el lugar donde transcurre la historia? ¿Fue una premisa reflejar las realidades que se viven ahí o se fue dando en el proceso?

- Siempre estuvo en el guión que estuviera en un lugar fronterizo. Creo que el multiculturalismo genera una forma particular de relacionarse. Esos tres idiomas que se entremezclan y se hablan con fluidez crea un imaginario que vinculaba mucho al western, género del que salió el personaje de Julia. Siempre estuvieron en el guión esas culturas entremezcladas y ese concepto de lugar de paso. Aunque también hay algo que se fue dando en el proceso. Siempre estuvo como marco y después se fue introduciendo como personaje. Para mí el ámbito es un personaje muy fuerte, va tiñiéndolo todo. Si bien fue un guión que estuvo mucho tiempo trabajado, siempre sobre los mismo puntos estructurales, a medida que íbamos filmando y en el proceso de montaje, el lugar de pertenencia fue ganando un espacio clave. Así como las secuencias de naturaleza documental y el trabajo con actrices y actores no profesionales, que le dieron ritmo y son, en un punto, el ADN de la película.

Justamente el personaje de Julia rompe con los roles de género que se le asigna a las mujeres, ya que busca su camino y arregla sus problemas por sí sola, incluso rompiendo con ese mandato de maternidad. Esa fue la esencia del personaje que pensaste desde un primer momento, ¿no?

- Exactamente. El personaje de Julia rompe con el ideal de madre abnegada y con esto que comentábamos de qué es el instinto materno. Me parece que le da una herramienta muy importante a su hija, con quien tiene en común a la música. Le da una cosmovisión, una idea de lo que puede llegar a ser el deseo, cómo a ella la atraviesa. También le demuestra su amor con la distancia, es su forma de demostrar amor, afecto, porque sabe que su lugar no es estar ahí con ella. No está en ella, su deseo pasa por otro lado. Pero sí hay un legado de esa madre a su hija: la música. Julia es un personaje con muchos grises, muchas decisiones y frustraciones. Es una persona que siempre se muestra retraída, parca, que le cuesta estar presente. Siempre está incómoda, el estar la incomoda. Por eso también me interesaba que fuera una cantante y no una actriz profesional quien pudiera trabajar en su rol, ya que en el escenario se despliega entera y es ella en la faceta que a ella más le gusta. Ese disfrute, ese conectar con el deseo y la música, creo que es el legado de esa madre a su hija. Creo mucho en la conexión entre esas dos mujeres, más allá de madre e hija, son dos mujeres bien plantadas traccionadas por el deseo.

¿Y cómo fue la elección de Miss Bolivia como protagonista? ¿Qué viste en ella que era compatible con el personaje, además de que es cantante?

- Hay algo que me gusta mucho de Paz, siento que es muy poderosa. Tiene una fuerza escénica increíble, tracciona vitalidad. Hay algo de mujer con mucha fuerza interna, todo eso se ve en el escenario. Te conmueve ver a gente con tanta fuerza escénica, que te convoca a moverte con ella. Tuvo una actitud muy generosa de entrada. Yo tenía un guión bajo el brazo y no mucho más para mostrarle. En la primera reunión, ella fue muy generosa, lo había leído con mucho detenimiento, me hizo una devolución, fue muy linda esa reunión con ella. Salí de ahí con una energía distinta, creo que ese tipo de personas tan fuertes te generan confianza en el proyecto en el que te embarcás y tracciona vitalidad.

Esta es tu ópera prima, ¿cómo fue la experiencia de estar a cargo de un filme por primera vez?

- Te soy sincera. Esto de estar a cargo o de capitanear entra en contradicción un poco. No me gusta mucho la jerarquización. No me cuadra. Lo que me gusta del cine no son las jerarquías, sino lo colectivo, comunitario. El trabajo en equipo. También, siendo una mina grande, me gusta hacer algo nuevo. Estar como en ese abismo de no tener idea y que todos sepan más que vos: la montajista, la directora de fotos, el eléctrico. cada uno en su rubro sabe más que vos y a mí eso me encanta. No pretendo dar cátedra a nadie de nada. Me gusta lo poroso de sentir que una se va transformando gracias a les otres. Sentía que cada uno me compartía lo que sabían. Aunque hubo momentos en los que la jerarquización hizo que no lo disfrutara en algunos momentos. También porque vengo de ser guionista y estar en las sombras de la sombra. Fue una experiencia vital y de transformación que quiero repetir.

Y, recién decías lo difícil que es para las películas de bajo presupuesto llegar a tener un lugar. ¿Cómo fue tu experiencia en ese sentido? ¿Crees que hay un buen fomento al cine independiente por parte del Estado?

- Creo que a esa pregunta la podrían responder mejor las productoras que yo. “Creo” no, estoy segura. Siempre ellas llevaron la voz cantante en lo que fue el proceso INCAA. Una cosa es el macrismo y otra cosa es ahora. No podría responder. Igualmente siento que ahora las producciones dan cuenta del espíritu federalista que vivimos con el peronismo y que en la etapa macrista quedó totalmente omitido, dejó de existir. Es una gran época, en la que una puede empezar a ver pelis no centralizadas y que el presupuesto no esté enfocado en Buenos Aires y la mirada hegemónica citadina de la urbe. Esto que hacemos hoy de otros lugares, contextos, miradas, el plurilingüismo no se podría dar sin una política de fomento que lo incentive.