Si revisamos en la historia del cine argentino, las películas pensadas para un público infantil y juvenil son escasísimas en comparación a la amplia oferta que viene del exterior. Es bien sabida la riqueza audiovisual de Argentina pero en materia de contenidos orientados a las infancias, hay una deuda pendiente con las audiencias. ¿Por qué sucede esto? Si se toma como referencia el éxito de la señal Pakapaka, se podría imaginar un horizonte posible a la hora de impulsar la industria hacía otros géneros menospreciados.
"Cuando daba clases de guión de películas infantiles en la Escuela de Cine de la Facultad de Arquitectura (UBA) en Argentina no existía ningún canal dedicado exclusivamente a la producción de contenidos para niñes. Mis alumnos no tenían espacios para aplicar los conocimientos. Dejé de hacerme esa reflexión angustiante con la llegada de Pakapaka", afirmó el cineasta y docente Alejandro Malowicki -Pinocho, Pyme, Las aventuras de Nahuel y Terrible, entre algunos de sus trabajos en el género- en diálogo con El Destape para evidenciar una carencia cultural a la que pocas veces se le ha prestado atención.
- ¿A qué se debe la escasez de películas para las infancias en Argentina?
Fundamentalmente a que en todas las gestiones del INCAA –salvo la que dirigió Liliana Mazure- no hubo preocupación ni ocupación en que las niñeces sean una política de Estado. Durante la dirigencia de Mazure se generaron hechos muy importantes en torno al cine para las infancias: hubo dos concursos nacionales de guiones que tuvieron muy buena repercusión nacional y, por otro lado, en los comités para aprobar proyectos de películas se incluía en una resolución la obligatoriedad de que participarán dos personas especializadas en cine infantil cuando hubiera largos de este tipo.
Otra causa muy importante es que no se enseña en las escuelas de cine y televisión de nuestro país una materia sobre guión de películas infantiles. Únicamente, logré que se incluyera en la Escuela de Cine de la Facultad de Arquitectura (UBA) y en la ENERC. Si no hay educación no hay producción. O lo que es peor, las producciones que hay son mediocres. Todos decimos que les niñes son el futuro pero si no nos preocupamos porque se impulsen políticas culturales para ellos, el panorama se torna nublado.
- De hecho, no se conocen tantos directores que se animen a incursionar en el género, ¿lo considerás tabú?
No sé si justamente tabú. La realidad es que el desconocimiento de los estudiantes en las carreras de cine hace que se pierdan la experiencia hermosa de hacer contenidos para niñes. A través de una película podés decir muchas cosas, ser un autor, expresar tus ideas y llevarlas a un público infantil y juvenil. Eso es un gran desafío porque además de saber cómo vas a comunicar realidades, tenés que instruirte en las características de las etapas evolutivas de la persona para crearle una historia que lo interpele de alguna forma. No hay temas prohibidos en el cine para niñes pero sí se debe hacer un esfuerzo importante en conocer al espectador. Y eso se enseña.
- En televisión Pakapaka marcó la diferencia, ¿te gustan sus contenidos?
Me encanta Pakapaka. Es una genialidad. Lo mejor de todo es que, si bien comenzó como una señal educativa, hoy se amplió al punto de proveer también entretenimiento, a pesar del intervalo desgraciado del macrismo en donde el canal estuvo a punto de bajarse. Ahora bien, tenemos un solo Pakapaka y nueve señales norteamericanas en la competencia. A esto hay que sumar que la cuasi totalidad de las 800 pantallas de cine ocupadas por las producciones extranjeras para infancias genera serias dificultades para poder exhibir las películas infantiles nacionales y hace muy evidente el flaco ejercicio de la soberanía sobre esos territorios audiovisuales. La Ley de Medios buscaba recuperar esa soberanía y, obviamente, sabemos cómo le fue. Es muy triste. Otra cosa para destacar es la canallada que cometieron algunos canales de aire que, durante el período que duró la Ley, hacían de repetidoras de los programas de Pakapaka en vez de producir contenidos propios.
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- ¿Cuál fue la primera película infantil que se hizo en Argentina?
Ahí hay un tema. Durante los ’40 se hacían películas en las que les niñes eran protagonistas como en Pelota de trapo (1948), por darte un ejemplo. Ese filme tranquilamente podría haberse rescatado y llevado a nuevas audiencias. Hasta incluso volverla a hacer. En mi tarea como escritor e historiador del cine tomo a Pelota de trapo como la primera cinta infantil, aunque siento que las primeras en ser pensadas para niñes fueron las historias de Manuel García Ferré. Él hizo producciones hermosísimas, voluminosas y exitosas a nivel comercial.
- En la década del 2000 Metegol, de Juan José Campanella, generó un boom impensado de espectadores en las salas de todo el país. ¿Sentís que a partir de ahí se desaprovechó una entrada para seguir capitalizando el género?
Es una observación muy interesante. Cuando Campanella empieza a idear la película, en el exterior empezaron a hacerse cintas de género que se abrieran a todos los públicos y no solo fueran gozadas por niñes.
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Exactamente. Fue un avance importantísimo ampliar la entrada de espectadores, los adultos dejaron de ser acompañantes. Campanella, con mucha inteligencia, tomó esa realidad y la usó para adecuarla a Metegol logrando un resultado espectacular. Todos se entretuvieron con la película. Lamentablemente se perdió una increíble oportunidad de seguir avanzando desde ahí por el desinterés de productores y guionistas. Pensaban que esa historia había sido maravillosa porque la había hecho Campanella, jamás se les ocurrió tomarla como un impulso para seguir explorando. Decisión penosa si se tiene en cuenta la llamativa recaudación de Metegol en Argentina.
- ¿Le pudiste acercar a Luis Puenzo tus ideas y proyectos para lograr un crecimiento en la industria?
Más vale que sí. Me recontra conoce. Fuimos socios, peleamos por la Ley de Cine juntos, cuando él asumió la Presidencia del INCAA me pusé muy feliz porque soy consciente de sus capacidades para ejercer el liderazgo. De hecho, apenas asumió le pedí por favor que nos ocupásemos de darle un espacio de crecimiento al cine para las infancias y me dijo que sí. Aunque me duela reconocerlo, no creo que se vaya a ocupar nunca. Es irónico si se piensa que su primer largometraje fue infantil, Luces de mis zapatos (1973).
- Las conquistas de derechos LGBTTIQ+ lograron que el cine empiece a introducir personajes por fuera de la heteronorma. ¿Qué opinión te merece la apertura a temáticas de género en el cine para las infancias?
Me parece fundamental que se puedan hacer películas para niñes con la introducción de estos temas. Más allá de poquísimos ejemplos no conozco exponentes valiosos que se animen a salir de un molde normado. La pregunta me hace reflexionar, estoy obligado a decirte que nunca imaginé hacer una película con este esquema, es una falta mía y me gustaría poder enmendarla porque la verdad me encantaría hacer un largometraje así.