Considerado uno de los sociólogos más influyentes del siglo XX y padre del concepto "sociedad postindustrial", el intelectual francés Alain Touraine falleció a los 97 años en París, dejando un legado riquísimo basado en su investigación sobre los movimientos sociales contemporáneos que se plasmó en el análisis del Mayo del 68, sus contribuciones en la exploración de la sociedad posindustrial y su crítica al neoliberalismo.
Su hija, la exministra Marisol Touraine, informó hoy el fallecimiento de su padre, quien casi había alcanzado el siglo de vida. Nacido el 3 de agosto de 1925 en Hermanville-sur-Mer, creció en un entorno familiar culto y conservador. Su formación estuvo en un principio muy influenciada por la literatura, hasta que la sociología despertó su interés durante una estancia en Estados Unidos, donde tuvo un encuentro revelador con las ideas del sociólogo Talcott Parsons. A partir de ese momento se sintió incómodo con la visión de la sociedad como una entidad estable y comenzó a explorarla como algo dinámico y en constante cambio.
Se graduó en Historia en 1950 en la Escuela Superior de París y terminó sus estudios en las universidades estadounidenses de Rockefeller y Harvard. En 1956, Touraine fundó el Centro de Investigación para la Sociología del Trabajo en la Universidad de Chile y, en 1958, el Taller de Sociología Industrial de París. En 1960 se doctoró en Letras y fue profesor de Literatura en la Universidad de París-Nanterre; y en la década del 80 fundó el Centro de Análisis de Intervención Sociológica, que dirigió hasta 1993 y cerró su última etapa académica como director de Estudios de la Escuela de Altos Estudios de Ciencias Sociales de París.
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Desde sus primeras investigaciones en las fábricas de Renault hasta sus últimos escritos sobre las transformaciones del capitalismo especulativo, nunca dejó de analizar lo social ni de abordar los cambios profundos ni de interesarse por los nuevos clivajes. Siempre entendió el conflicto como motor de cambio.
Touraine era ya en mayo de 1968 un eminente sociólogo que impartía clases en la Universidad francesa de Nanterre, en las afueras de París, donde se gestó la revuelta estudiantil que ahora, 50 años más tarde, afirma que determinó la invención de los movimientos sociales.
En la primavera de aquel año mítico, Touraine contaba entre sus alumnos a Daniel Cohn-Bendit y Alain Geismar, las dos cabezas visibles de aquel movimiento que él apoyó y que recordó como "el despertar de una juventud cargada de una nueva conciencia, que supo leer el sentido de la historia".
"De forma consciente o inconsciente, en ese momento había el sentimiento de estar entrando en la historia. Otros, incluido el general y presidente Charles De Gaulle, temían estar saliendo de ella y por eso actuaron como lo hicieron", conjeturó el intelectual.
Asimismo, fue uno de los fundadores del concepto de "sociedad posindustrial", que examina las implicaciones sociales de la transición de una economía basada en la industria a una sustentada por el conocimiento y la información.
Advirtió cómo los sectores de servicios (la educación, la salud, las finanzas) se convierten en motores económicos clave, mientras a nivel laboral se opera un cambio hacia trabajadores del conocimiento y el surgimiento de nuevas formas de empleo y organización laboral, un proceso que redunda en mayor diversificación cultural y fragmentación social, a la vez que promueve a nivel político la autonomía e identidades múltiples que hacen que la participación ciudadana y los movimientos sociales cobren mayor relevancia.
A lo largo de su trayectoria, escribió una veintena de libros e infinidad de artículos, como "Sociología de la acción" (1965); "La voz y la mirada" (1978), sobre el método de investigación desarrollado durante su estancia en Polonia, la llamada "intervención sociológica"; y "Solidaridad: análisis de un movimiento social" (1983).
En "Un nuevo paradigma para comprender el mundo de hoy" (2005) analiza el cambio social experimentado por las sociedades complejas durante las dos últimas décadas; y en "El mundo de las mujeres" examina la construcción sociológica del sujeto femenino a través de un trabajo de investigación basado en entrevistas. Escribió también, junto a Ségolène Royal (la dirigente socialista que buscó llegar al Elíseo y compitió con Sarkozy en 2007), "Si la izquierda quiere ideas" (2008).
Además de su investigación en Francia, se interesó por la realidad política y social en otros países. Tras el golpe de Estado de Augusto Pinochet en Chile en 1973, publicó "Vida y muerte del Chile popular", explorando los acontecimientos y las consecuencias del Golpe de Estado contra Allende. También estudió de cerca el surgimiento y desarrollo del sindicato independiente polaco Solidaridad, que desempeñó un papel crucial en la caída del régimen comunista.
Conocedor de la historia y la política Argentina, en repetidas oportunidades se dispuso a analizar la coyuntura nacional. Tras la crisis de 2001, durante una entrevista con el corresponsal Eduardo Febbro de Página 12, criticó la lectura del estallido a la luz del concepto de globalización.
"Lo que me molesta es que toda esta historia de la globalización es una operación puramente ideológica. Se habla de globalización, de internacionalización cuando en realidad se trata de establecer un sistema capitalista extremo sin ningún control político ni social -dijo en esa entrevista-. Para alguna gente esto es una condición del éxito, yo diría que es una condición del fracaso con ese telón de fondo del aumento de las desigualdades. Siento que el mundo está más enfermo de lo que se cree. No quiero ser cínico, pero la derrota de la Argentina debe hacer que la gente se dé cuenta de cuán enfermo está nuestro mundo para que un país de un nivel tan alto se hunda".
En los últimos años, Touraine se definió como "muy europeísta, quizás en exceso". Expresó su pesar por el Brexit y el ascenso de políticos ultraderechistas como Matteo Salvini en Italia. En una entrevista que dio al diario español El País en 2020, señaló que "la epidemia de nacionalismo se produce en un momento en el que aún desconocemos los motivos y las soluciones económicas".
En aquel momento, su pronóstico para Europa fue claro y se organizó alrededor del feminismo y la política migratoria: "Existen dos decisiones fundamentales. En primer lugar, la liberación a través de las mujeres, es decir, el cuestionamiento de la lógica centrada en la razón y la reorganización de los afectos en torno a la razón y la comunicación, creando así una sociedad basada en el cuidado. En segundo lugar, la acogida de los migrantes, que considero un desafío crucial. Hoy en día, la actitud hacia los migrantes define a nuestros países europeos".
Con información de Télam