Guillermo Saccomanno: "El cuento se trata de capturar un instante en fuga"

29 de julio, 2023 | 16.03

(Por Carlos Aletto) Los "Cuentos reunidos" de Guillermo Saccomanno, que acaban de ser publicados, tienen como referente la realidad que va desde 1986 al 2019, permitiendo recorrer en los cuarenta relatos de este volumen no solo el derrotero del escritor sino también la historia argentina desde una mirada literaria, atrapante y lúcida, donde sus personajes sufren las catástrofes que no son solo individuales, como aclara el escritor al comienzo del libro.

En esta voluminosa y exquisita edición de Seix Barral, el autor reflexiona sobre la reunión de cuentos que ha publicado desde los años 80 hasta la actualidad en un prólogo breve titulado "Una aclaración, si cabe". En este peritexto se cuestiona quién era él en el momento de escribirlos y si está a la altura de lo que se prometía a sí mismo en sus comienzos. El lector tendrá su veredicto en el transcurso de las más de 550 páginas de sus "Cuentos reunidos".

Saccomano detecta obsesiones y constantes que lo acompañaron a lo largo del tiempo, pero señala que prefirió mantener la integridad de sus relatos en su orden cronológico. Los cuentos reunidos corresponden a los libros "Situación de peligro", "Bajo bandera", "Animales domésticos", "La indiferencia del mundo", "El pibe", "Cuando temblamos" y "El sufrimiento de los seres comunes".

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En esa reunión, Saccomanno invita al lector a un recorrido por estos siete libros de cuentos. De los relatos de su primer libro "Situación de peligro", publicado en 1986, por Ada Korn solo aparece "Aunque siguiera tronando". Un cuento inicial que ya reflexiona sobre la vejez, la soledad, los recuerdos y la relación entre padres e hijos. Una historia de una noche de tormenta que el narrador y su padre atraviesan juntos, una relación compleja pero cargada de admiración y amor. Así empieza este libro.

Los relatos de "Bajo bandera" de 1991 conforman una novela que se llevó al cine en 1997 dirigida por Juan José Jusid y protagonizada por Miguel Ángel Solá y Federico Luppi. Los relatos narran la historia de un grupo de jóvenes que hicieron el servicio militar obligatorio (la colimba) bajo la dictadura militar en Argentina. Estas historias muestran cómo se conocieron y vivieron diversas experiencias juntos durante su tiempo en el cuartel.

Algunos personajes experimentan momentos difíciles, como la desaparición de amigos y la tortura. Otros enfrentan la dura realidad económica y social de la Argentina. La historias también abordan temas más amplios, como la política y la militancia, la búsqueda de identidad, los cambios sociales y políticos en Argentina a lo largo del tiempo y las consecuencias de la violencia y la represión durante la dictadura. Este libro va a marcar esas obsesiones y constantes como llama Saccomanno a las isotopías de su narrativa.

Señalar esta entrada de lectura de sus primeros libros tiene solo la intención de ver en el resto de los cuentos un recurso que se va cristalizando, sin perder nunca la fuerza de la originalidad de las historias que subyacen debajo de la superficie del relato que narra y emerge con la fuerza brutal de lo insospechado, pero sabiendo, en alguna parte de la experiencia lectora, que eso que se cuenta acechaba en algún rincón.

Uno de los lectores con más sintonía fina que tiene la literatura argentina, el escritor y periodista cultural Claudio Zeiger señala en la contratapa del libro algo que todo lector, una vez leídos los cuentos, aceptará sin dudar: "El énfasis en un punto de vista despiadado solo retrocede o avanza a empellones cuando debe encarar la figura del padre, el escritor sin futuro, el que lo confronta, el único que lo reta y le advierte: contarás, pero siempre preparado para decir la verdad, para no ser un farsante".

Y esa ficción realista que cruza el resto de los libros. Saccomanno es sincero, todo lo sincero que puede ser un escritor. Lo fue en la inauguración de la Feria del Libro 2022 cuando pidió que los escritores sean reconocidos económicamente, también lo es en sus declaraciones pero sobre todo lo es en su narrativa ficcional.

Esta nueva época de la literatura argentina con estos cuentos realistas, sin llegar al extremo del naturalismo de Eugenio Cambaceres, nos brinda la lectura de las mejores páginas de la cuentística rioplatense, a pesar de (o gracias a) que el escritor debe enfrentar las ausencias que tanto le duelen, esos fantasmas personales que lo fortalecen y que hacen que su literatura cada año sea más sólida.

-Télam: Ahora que has reunido tus cuentos, ¿cómo describirías la evolución a lo largo de los años?

-Guillermo Saccomanno: Ignoro si el itinerario de lectura de los reunidos refiere una evolución. En todo caso se presenta una aspiración a una lengua por momentos más cortante, una síntesis más hacia el laconismo. Es decir, si un cuento se puede narrar en diez palabras, para qué emplear once.

-T.: ¿Cómo se acompañan esos cambios con tu vida y la vida de los argentinos?

-G.S.: Me costó el armado cronológico del libro. Es que a medida que lo ordenaba iba comprobando, por su referencialidad, los distintos momentos de violencia política. Creo que esa violencia, en términos de clase y pobreza han crecido. Sólo que quienes tienen conciencia de clase son los ricos y poderosos y el pobrerío se expresa a la deriva o acatando la derivas oportunistas de la partidocracia burguesa y fascista.

-T.: ¿Cómo te sentís dentro de la tradición rioplatense del cuento?

-G.S.: Me cuesta pensarme en una tradición. En todo caso, iría a los orígenes de mi formación. Un programa literario que iba componiéndose en mi búsqueda de iniciación literaria. Castillo, Hecker, Briante, Rozenmacher, Guido, Bignozzi, entre otros nombres. Y por fuera, Hemingway, Faulkner, Mc Cullers, O´Connor, Woolf, Steimbeck y los rusos, siempre los rusos como camino.

-T.: ¿Qué desafíos enfrentás al intentar plasmar la realidad en la ficción literaria?

-G.S.: Que mis historias partan de un hecho real no quiere decir necesariamente que sea un autor realista. Escribo ficciones. Es decir, historias imaginarias con una base de partida en la realidad. A veces, lo que me preocupa, es que algún lector cercano se sienta involucrado. Pero nada puedo hacerle. La literatura en la que creo debe cuestionar, incomodar.

-T.: Las marcas de la dictadura son recurrentes en tus cuentos. ¿cómo crees que se representa esa huella en el resto de la literatura argentina?

-G.S.: Todorov sostiene que un país que tuvo campos de concentración tiene el corazón comido por gusanos. La idea es transitiva. Y esto ocurre en nuestro país. Se escriba evasión o realismo puro y duro, los efectos de la dictadura están ahí. Inexorables.

-T.: En tus cuentos, encontramos personajes que brindan refugio y apoyo a los perseguidos. ¿Qué te inspira a retratar estos actos de solidaridad y cómo crees que pueden influir en la narrativa de la realidad social?

-G.S.: Soy lector de San Juan de la cruz. Y creo que nuestra búsqueda de luz se sucede en la oscura noche del alma. A veces, pocas, sucede. Lo que importa es que sucede.

-T.: ¿Qué papel crees que juega la literatura en la exploración de temas sociales y políticos en la sociedad contemporánea? ¿Consideras que aún la escritura puede tener un impacto en la transformación del mundo?

-G.S.: La literatura no puede cambiar la realidad. Es ingenuo plantearlo. Pero sí puede iluminar alguna zona de la realidad. Y si un libro consigue cuestionar a un solo lector, tal vez a un pibe como era yo en mi adolescencia, vale.

-T.: ¿Cuál es tu mayor objetivo al escribir cuentos a diferencia de las novelas?

-G.S.: El cuento está más conectado, a mi entender, con la poesía. Se trata de capturar un instante en fuga. Tenés que anotarlo al toque. En cuanto dudaste y lo dejaste para después, lo perdiste. La novela, en cambio, exige una actividad más constante, de permanencia en la zona, avanzar, retroceder, distanciarse y aproximarse, todo el tiempo. También exige una mayor concentración. A ver, cuento es una amante y la novela es conyugalidad. O, si se prefiere, según Cortázar, el cuento debe ganar por knockout y la novela por puntos.

Con información de Télam