Daniela Catrileo analiza la coyuntura chilena desde la perspectiva educativa

04 de mayo, 2023 | 17.23

Daniela Catrileo ingresó en 2007 a la Universidad de Artes y Ciencias Sociales en donde obtuvo su título en Filosofía y Educación y Estudios de Género en la Universidad de Chile y hoy da clases en esa institución, entre otras, por lo que lo que pasa en las aulas pero también lo que se proyecta y diseña para llegar a esa instancia le importa especialmente y sobre ese tema, sus dilemas, desafíos y problemáticas también dialogó con Télam.

-T: Trabajás en la universidad ¿cómo es en ese nivel? ¿Cómo se vive esta etapa de Chile?

-D.C.: Hoy hago clases en distintos lugares, hago filosofía mezclada con feminismo y con estética. Es un momento complicado justamente porque los movimientos emancipatorios traen las resacas conservadora, creo que en esa etapa estamos después de la derrota que tuvimos el 4 de septiembre. Eso ha sido levantado durante el último tiempo con mucho énfasis sobre todo por los medios de comunicación. Hay una especie de ethos en colectividad que ha vuelto a la idea conservadora de pedir más seguridad con personas que están encerradas en el miedo. Hicimos muchas cosas que parecían transformada oras para un país que parecía muy inmovilizado cuando éramos niñas o niños. Somos una generación que hizo cambios importantes. Me tocó estar en la universidad para la movilización estudiantil, levantamos los primeros espacios de secretaria de genero y diversidad, que serían luego lugares para los protocolos como formas de defensa de los acosos y las diferentes acusaciones que se establecían en los espacios educativos. Después está la revuelta, la pandemia, la oleada conservadora y pareciera que hubiese desinflado algo que estaba a punto de seguir. También creo que hay un agotamiento profundo en especial en todos estos procesos institucionales a los que hemos llegado. Hemos tenido más votaciones que nunca durante el ultimo tiempo. Hay gente muy agotada y muy poca informada sobre el proceso que viene que son las votaciones del nuevo plebiscito para consejeros constitucionales. No está el mismo entusiasmo que años atrás.

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-T: ¿En eso ves que la pandemia cansó?

-D.C.: Sí, la revuelta fue larga y los procesos de resistencia cansan y agotan mucho los cuerpos. La pandemia se llevó ese lugar colectivo de las calles. La diferencia fue que en un momento todos podíamos encontrarnos y esa imagen de los ríos fluyendo como personas por las calles era así. Sucedía con los movimientos feministas, sociales y estudiantiles pero no había algo transversal que aunara todo, la revuelta fueron muchas peticiones que sí calaron en la subjetividad de las personas. Parecía justo pelear por la dignidad de tener salud, vivienda, educación. La pandemia fue recluirnos de nuevo, con toques de queda, bajo esta figura de la seguridad. La gente la pasó muy mal en pandemia, marchó por hambre. Yo no recordaba algo así. Se pedían los bonos del gobierno, se estaban pidiendo las cajas con mercadería. Los espacios de hospitales públicos estaban llenos de gente que se estaba muriendo sin la posibilidad de esperar entrar a la sala de espera. Todo eso fue muy agotador. Si hay algo que compartimos muchos países es que la salud mental de nuestros territorios está muy deteriorada y eso ha sido una constante.

-T: En el último, "Warriache", el territorio está habitado desde una perspectiva distante y cercana a la vez, estuvo allí y vuelve. Eso permite un juego de miradas sobre ese territorio y sus habitantes.

-D.C.: Creo que es algo común para las personas indígenas que habitan las ciudades y que les ha tocado crecer o migrar en esos otros lugares. Se arma entonces algo compuesto de visiones liminales donde se comparte una personalidad fronteriza entonces están como adentro y afuera del mundo de un lugar. Se trata de personas que no se terminan de sentirse parte de ese territorio al que migraron sus padres. Esto no solo pasa con las poblaciones indígenas sino también con otras culturas que le ha tocado atravesar la experiencia de las diásporas, que son migraciones forzadas, en este caso el colonialismo.

-T: En ese proceso de habitar ese territorio, hay una docente que se vuelve voz institucional en ese mismo cuento y es clave para la percepción de la protagonista respecto a su identidad mapuche. ¿Qué mirada tenés vos de la escuela?

-D.C.: Soy profesora y di clases en el colegio antes de la universidad y es complejo porque no hay un currículo que involucre la educación intercultural, existe pero solamente para los espacios donde hay alta población indígena y no es contemplado en espacios como, por ejemplo, la región metropolitana. No hay interculturalidad si no hay son espacios para diálogos entre las culturas sino solamente se les enseña a los mismos niños que ya vienen con ese aprendizaje. Se refuerza así ese aprendizaje pero no se lo piensa para sus compañeros o para una generalidad. Tengo mucha esperanza en los espacios rurales donde hay profesores y profesoras con una larga tradición de pedagogía rural donde mixturan sus conocimientos interculturales. Muchos de ellos están en la revitalización del mapudungun, varios coinciden con que, además, son hijos de grandes dirigentes mapuches que fue la forma que encontró el Estado para que se asimilaran a la población chilena que estaba naciendo pero la estrategia del mundo mapuche fue "bueno, vamos a tomar estos conocimientos pero para expandir también los nuestros". Esos espacios rurales conservan muchos de ese tipo de conocimiento todavía. Creo que la experiencia siempre va a estar cuando llegue un ajeno o alguien que está por fuera de esos lugares. Le he preguntado a parte de mi familia que creció en el espacio rural, nació en esos colegios, donde se hablaba mapudungun u otros donde no se les permitía. Hoy hay un grupo importante que está pensando cómo transformar los espacios en las escuelas situados en sus territorios. Creo que por ahí puede haber una posibilidad. A pesar de que hay muchas voluntades levantando procesos y en lo institucional es muy lento.

Con información de Télam