El filósofo italiano Gianni Vattimo, fallecido hoy a los 87 años, será recordado por haber leído con astucia a contrapelo de una época, no sólo a través de su pensamiento disruptivo centrado en el compromiso con lo que llamó las filosofías de la "diferencia" -que le permitieron reinterpretar la posmodernidad como una "liberación"- sino también por su rol pionero en la reivindicación de los derechos de los miembros de la comunidad LGBTQIA+, al definirse tempranamente como "homosexual y cristiano".
El mundo de la cultura lamenta la muerte del filósofo, nacido en Turín en 1936, y fallecido esta tarde a los 87 años en el hospital de Rivoli, donde estaba internado. Así lo confirmó a La Stampa el asistente y compañero del filósofo durante 14 años, Simone Caminada, de 38 años, que lo asistió hasta sus últimos momentos.
Su actividad filosófica recibió la vital influencia de Nietzsche y Heidegger -autor este último que ha traducido al italiano- y se centró en una revisión del papel de la filosofía en nuestra sociedad, en especial de los efectos sociales del pensamiento en las prácticas cotidianas.
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Vattimo deja una profunda huella en el mundo de la filosofía contemporánea, especialmente por su teoría del "pensamiento débil", la corriente filosófica que lo hizo famoso y con la que pretendió confrontar con las diferentes formas de pensamiento fuerte del siglo XIX y XX: una actitud que pregonó el peso del error, y la expansión de la pluralismo y tolerancia.
Lo que distinguió a Vattimo en el mundo filosófico fue su compromiso con lo que él llamó las filosofías de la "diferencia", basadas en la fragmentación y la multiplicidad, en contraposición a la visión "dialéctica" más globalizadora, representada por figuras como Hegel y Marx. Su enfoque lo llevó a tomar distancia de los ideales de la modernidad, como el progreso y la crítica.
Para el filósofo, la crisis de la modernidad se reflejaba en todos los ámbitos, desde los valores estéticos hasta los culturales y sociales. Después de Heidegger y Nietzsche, argumentaba que el concepto de un ser absoluto o un sujeto racional había perdido su fundamento. En su lugar, alentaba la interpretación y la diversidad de discursos como el núcleo de la reflexión filosófica.
Vattimo estaba convencido de que si el postmodernismo es la experiencia de un fin, lo es en primer lugar como experiencia del "fin de la historia", es decir, de la concepción moderna de la historia como curso unitario y progresivo de eventos a la luz de la ecuación según la cual "nuevo" es sinónimo de "mejor".
Durante sus primeras incursiones en la filosofía, el pensador demostró un interés apasionado por la estética antigua, una pasión que se manifestó en su obra "Il conceto di fare in Aristotele", en 1961. Esta investigación temprana sentó las bases para su posterior exploración de la estética y la filosofía de vanguardia, aunque también se sumergió en el estudio del significado filosófico de la poesía de vanguardia. Sus indagaciones en este campo revelaron su capacidad para conectar la filosofía con las expresiones artísticas más contemporáneas.
Durante su recorrido, Vattimo marcó el panorama con una serie de obras filosóficamente radiactivas, como "El fin de la modernidad (1985)", que analiza la superación de la racionalidad moderna y el surgimiento de la posmodernidad. Junto a Pier Aldo Rovatti, en 1983, presentó "El pensamiento débil", texto que introduce el concepto del mismo nombre como crítica a los fundamentos metafísicos y que luego exploró más a fondo en "Más allá de la interpretación", donde se centró en el rol de la interpretación en la filosofía contemporánea.
Tampoco descuidó cuestiones como la religión y la fe, como demuestra en "Creer para creer", donde propone un "cristianismo débil" para la era posmoderna. El concepto de la muerte de Dios que retomó de Nietzche, contempla dos facetas que caracterizan la experiencia de la modernidad tardía: Dios ha sido un poderoso factor de racionalización y disciplina, y ha favorecido la constitución de una visión "científica" del mundo que ha abierto camino a la técnica y ha facilitado la existencia.
A su actividad filosófica, desarrollada a lo largo de los años con obras como "El fin de la modernidad" (1985), "Ética de la interpretación" (1989), "Vocación y responsabilidad del filósofo" (2000) y "Ecce comu. Mientras volvemos a ser lo que éramos" (2007), Vattimo también incorporó su actividad política, primero con el Partido Radical, luego con los Demócratas de Izquierda y con el Partido de los Comunistas Italianos. De 1999 a 2004, representó a la circunscripción del noroeste de Italia en el Parlamento Europeo, luchando contra la experimentación con animales y el maltrato de los animales en las granjas. Y en 2015 anunció su afiliación al Partido Comunista, permaneciendo como miembro hasta su muerte.
El intelectual también tuvo un papel relevante en la reivindicación de los derechos de las personas LGBT+, definiéndose como "homosexual y cristiano". Esta "vocación especial", como afirmó en una entrevista concedida en 2005, contribuyó a la elaboración del pensamiento débil.
"Lucho por los derechos de las minorías -declaró- pero no como Pasolini, que fue mucho más extremo; se sentía como un Jesús crucificado por sus enemigos. Yo no lo vivo así", dijo en aquella oportunidad. Y añadió: "La injusticia para mí, entre otras cosas, consiste en nunca haber podido cortejar a mis compañeros de colegio. En este sentido, el cristianismo me empujó a luchar contra la injusticia".
"Si no hubiera sido gay, nunca habría emprendido esta profunda reflexión sobre la no normatividad de las esencias naturales, que constituye el alma del pensamiento débil. Entonces, incluso si no es una filosofía particularmente gay, creo que hay conexiones importantes".
El pensamiento débil, que sostiene la necesidad de abandonar las afirmaciones dogmáticas de verdades absolutas y universales en favor de una visión más modesta y abierta de la filosofía, surgió precisamente de la experiencia de marginación de Vattimo como homosexual y cristiano, incluido su choque con la jerarquía eclesiástica: "La Iglesia -explicó alguna vez-. siempre ha sido sexofóbica porque golpear a la gente por cuestiones de sexo era una forma de mantenerla atada".
En su obra "No ser Dios", Vattimo entreteje su pensamiento con lo cotidiano, la historia y la sociedad: el filósofo va pasando revista a diferentes momentos de su trayectoria vital, destacando aquel elemento que más ha contribuido a su figura pública. Allí insiste más de una vez en recordar sus orígenes modestos, ya sea al evocar el trabajo como policía de su padre como sus "necesarios" empleos en la RAI y como maestro o su cercanía con el sindicalismo.
El repaso de la posguerra, el surgimiento de las Brigadas Rojas o el impacto público y privado del sida logran condensar en ese libro la historia italiana de las últimas décadas junto con un devenir filosófico marcado por una posmodernidad donde sujeto, Estado y dioses varios son sometidos a la duda radical.
En sus últimas entrevistas el filósofo se mostraba pesimista. "Espero morir antes de que reviente todo", había dicho en 2019. En una de sus frecuentes visitas a la Argentina -en una de ellas fue recibido incluso por la entonces presidenta Cristina Fernández de Kirchner en la Casa Rosada- amplió ese desencanto hacia el mundo: "La realidad es que no creo en el progreso. Tendemos hacia una sociedad controlada, hiperorganizada en cuanto a las relaciones de poder, y dominada por unos pocos. No me gusta pensar así, me desagrada. Quizá soy pesimista también porque soy viejo. Quizá los jóvenes encuentren la manera de luchar por un mundo mejor para ellos mismos", señaló.
Recientemente, la prensa extranjera señaló que Vattimo estaba siendo "explotado" por su pareja, Simone Caminada, de 38 años. Según un periódico español, el Tribunal de Justicia de Turín condenó a Caminada a dos años de prisión por supuestamente engañar a su pareja y "inducir" a Vattimo a casarse con él con el objetivo de quedarse con su herencia.
Con información de Télam