La democratización del acceso a la IA abre debates sobre la automatización y la creatividad y, además, genera la necesidad de un marco legal que trascienda las fronteras para garantizar un marco ético y antropocéntrico para el desarrollo tecnológico.
La abogada Cecilia C. Danesi, autora de "El imperio de los algoritmos", trabaja en el área de vinculación entre la tecnología y la innovación. Cree que es necesario un cambio de abordaje para poder enfrentar el futuro: "Necesitamos hacer un cambio de razonamientos porque estamos en una época de cambio de paradigma. Ya no hablamos más de lo interdisciplinar sino de las `transdisciplinas´ entre el mundo de la IA y las humanidades, en disciplinas como la Sociología, la Psicología o el Derecho. Se comenzaron a borrar las fronteras y se trabaja de manera integrada".
Para ella, la IA es tan disruptiva y genera un cambio tan radical que merece un abordaje transdisciplinario: "El mundo académico y también en lo público y privado se da que las cuestiones se plantean en compartimentos estancos, sin diálogo. A veces, lo académico hace un abordaje abstracto y el mundo empresarial hace abordajes concretos pero sin explorar qué impacto tiene en la sociedad o en el ordenamiento jurídico o las implicancias éticas. Todas las disciplinas de las ciencias sociales tienen algo para decir en materia de IA y es muy relevante".
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Entiende que "el cerebro humano, con su capacidad de razonar y crear, jamás va a poder ser imitado", aunque eso no signifique que el avance de las máquinas no permita tener avances que en cuestiones particulares superan lo humano. "Ahí no hay nada más que una ventaja. Las cuestiones sensibles se pueden supervisar. Al fin y al cabo, la discusión tiene que ir en torno a cómo lo utilizamos y esto es claro con la energía nuclear: cómo decidimos utilizarla", sostiene.
La creatividad en materia de IA también trae dilemas legales. "¿De quién es esa creación que utiliza IA? Algunos dicen que en realidad una pieza así no es tan creativa porque aprendió de datos que salieron de una sociedad y depende de un programado", plantea sobre el debate. Sin embargo, genera un paralelismo que relativiza la cuestión: "Eso se puede transpolar a los humanos que también atraviesan un proceso de aprendizaje con distintos educadores".
Hay, entonces, un vacío legal en materia de creación, autoría e IA. "Se entiende que la propiedad tiene que encabezarlo un humano y hoy el tema se debate en el marco de la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual que depende de la ONU cómo definir esto. Hasta que no se les adjudique una personería jurídica y pasen a ser titulares de derechos y obligaciones no van a poder ser titulares de sus creaciones. La excepción a eso es la robot Sophia que en Arabia Saudita fue reconocida con la nacionalidad saudí, pero es un caso excepcional", explica.
Danesi, advierte que la regulación tiene un rol importante y complejo: tiene que proteger a las posibles víctimas, proteger los derechos humanos que se reconfiguran con la llegada de las tecnologías y la cuarta revolución industrial, pero a la vez debe fomentar la innovación.
"Es muy difícil lograr el equilibrio. Es un fenómeno muy veloz y es complejo que un proceso legislativo llegue a cubrir un fenómeno sin fronteras y que cambia de un día para el otro. Y por el otro lado, todavía se piensa en marcos jurídicos locales cuando en realidad son esquemas sin fronteras, algo muy tangible en nuestros días cuando abordamos la problemática legal de las redes sociales o de las aplicaciones de mensajería".
Con información de Télam