Patricio Barton, que actualmente conduce “Algo Más” en El Destape Radio, conoció a Alejandro Dolina primero como oyente, cuando corrían los años ochenta: “Antes de conocer a Dolina fui oyente de ‘La Venganza será Terrible’ durante muchos años. Estudiaba Comunicación en la UBA y en la facultad los programas grabados circulaban en cassettes. Era un ritual entre quienes soñábamos trabajar en los medios: nos pasábamos programas y data. En esos años, la potencia de la juventud y el contexto eran muy impresionantes y favorables. Todos estábamos en alguna movida creativa. En ese sentido, Dolina más que interpelarme, me estimulaba y marcaba un horizonte de lo que se podía hacer, de cómo explorar y desplegar un imaginario propio individual y colectivo. Creo que algo de eso perdura entre los oyentes más jóvenes de hoy”, cuenta a El Destape.
Recién en 2008 llegaría la oportunidad de compartir aire en ese programa que tanto había atravesado su utopía de comunicador y que tan único es para oyentes e integrantes del mismo: “El público siempre es un misterio, pero lo que ocurre con ‘La Venganza será Terrible’ es impresionante, no sólo por la cantidad de oyentes a lo largo de tantos años, sino por la variedad de edades y el legado generacional que se produce en un montón de casos. Mil veces los oyentes comentan que el programa lo escuchaba su padre o su abuelo”, destaca.
Miguel, de 67 años, comenzó a escuchar “La venganza será terrible” en los 90s y, a pesar de haber pasado casi 3 décadas desde la primera vez que lo sintonizó en la radio, expresa que continúa escuchandolo “por la manera en que ve y analiza las cosas; por su filosofía y por la forma en que plantea la memoria colectiva. Además, es fiel a sí mismo, consecuente, no es que hoy te dice una cosa y mañana te dice otra, por eso también no pasa de moda”.
El boca en boca, caldo de cultivo del “fanatismo” por “el Negro”, se ve claramente reflejado en sus oyentes “de otra generación”. Federico, de 30 años, detalló a El Destape: “El primer acercamiento que tuve a Dolina fue por los libros, no por la radio. En la biblioteca de mi tía había un ejemplar de ‘Las crónicas del ángel gris’, la edición clásica de ‘De la Flor’ con el dibujo de Carlos Nine. Quizás me sentí atraído por el dibujo, en el que estaba Pichuco y un Dolina alado con una nariz gigantesca. Lo imponente de esa pintura me invitó a leer algo que seguro ‘era serio’. A los 11 leía muchos cómics y me compraba viejas revistas Humor por las historietas que tenía adentro. Ahí también di, sin quererlo, con las columnas del Negro. Quizás no entendía plenamente lo que contaba pero si fue una aproximación estética a su universo que me convirtió en un lector ya familiarizado con su obra”, cuenta.
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Francisco, de 37, llegó a Dolina en la segunda década de su vida, también a través de sus libros: “Lo leí mucho en los veinti pero siempre vuelvo a releerlo en algún momento”, dijo.
Llama la atención el tipo de audiencia que “La venganza” posee porque, a pesar de seguir teniendo seguidores de la misma edad o más del mismo Dolina, la realidad es que cada vez que es emitido con la presencia de público, la inmensa mayoría son jóvenes: “No debe haber muchos casos en el país en el que un tipo de setenta y largos sea escuchado y considerado como referencia por personas de veintipico. Creo que sólo pasa eso con Dolina y con el Indio Solari”, dice Barton.
Desde que las redes sociales son más consumidas que los medios “tradicionales”, lo viral hace que todo sea moda que pasa rápido. En este contexto vertiginoso, Dolina sigue vigente: “Me parece que la vigencia de Dolina a lo largo de tantos años, algo que es una rareza absoluta en la Argentina, tiene que ver con la persistencia en una misma dirección y una fortísima capacidad para no traicionarse, algo que es dificilísimo. Lo que hace es absolutamente genuino, no hay un marketing aplicado, ni especulaciones acerca de la conveniencia ni inconveniencia de los contenidos, nada de eso. El resto, por suerte, sigue siendo un misterio”.
Federico intenta también encontrar una respuesta a la pregunta de la vigencia de “el Negro”: “Tiene talento, porque sabe decir y porque mantiene vivo un espíritu urbano propio de una bohemia que no existe más, pero que marida bien con Buenos Aires. Los medios de comunicación hacen su parte, porque suelen mantenerlo en sus agendas de invitados y eso siempre renueva su vigencia. Es de los pocos grandes que nos quedan, una especie de chamán urbano”.
Francisco, por otro lado, resalta que el fanatismo por Dolina “tal vez sea porque habla de temas que no van a pasar de moda nunca, como el amor, la muerte, el misterio, Dios, el diablo, el tiempo, que además lo hace con estilo inoxidable”.
Describir a Dolina es muy difícil o quizá imposible. Al propio Barton (como suele nombrarlo el reconocido escritor) se le dificulta la tarea: “Cualquier descripción que se quiera hacer de Dolina corre el riesgo de ser desmentida a los pocos minutos. No solamente por las particularidades de su perfil artístico y de su pensamiento, sino porque seguramente el Negro se sacudirá rápido el lastre de las categorías que le fueron asignadas. Sobre todo en esta época en la que abunda el sesgo de confirmación y una inmensa cantidad de personas buscan confirmar lo que ya piensan sin someterlo nunca a una revisión. Si se acercan a Dolina con esa postura se les va escurrir rápido. El mismo Negro dice muchas veces que él es fácil o imposible”.
Alejandro es accesible y son contadas con media mano las veces que se negó a brindar una entrevista, incluso a estudiantes que precisaban de su ayuda para entregar un trabajo práctico. Pero esta vez, cuando El Destape intentó llegar a él para que mencione algo al respecto de la celebración de su natalicio, brevemente contestó “Gracias. Pero no es un asunto del que me guste hablar”. En esta misma línea, Barton dice que “la mejor manera de festejarle el cumpleaños a Dolina es con una celebración en su círculo íntimo, que es muy pequeño. El Negro detesta las fiestas sorpresa en todas sus variantes, pero recibe muy gustoso los saludos del público, creo que eso es lo que más le gusta. Hacer el programa con un teatro repleto de un público entusiasta, es la mejor fiesta de cumpleaños para Dolina”.