Tiago PZK, cantante de música urbana, fue como invitado al programa PH, Podemos Hablar, dirigido por Andy Kusnetzoff, en donde contó algunos detalles de su vida personal, especialmente, sobre la violencia familiar que sufría dentro de su hogar y que finalmente pudo resignificar a través de la música.
Tras haber crecido en un ambiente de violencia ejercida por parte de su papá, Tiago, su hermana y su mamá se quedaron en la calle. “El rap era la forma de expresarme y de sacar las cosas malas que había en mi casa. Había violencia de género en mi casa. Era mi manera de descargarme. El primer tema que pegó, con 70 millones de reproducciones, se llama Sola y habla de mi mamá, de cómo yo veía cómo lo vivía ella”, dijo, en referencia al maltrato que su papá ejercía sobre ella.
Cuando Tiago PZK se quedó en la calle con su mamá y su hermana, en un momento consiguieron irse a vivir a un galpón que tenía su abuela en un terreno. “Cuando nos quedamos en la calle conseguimos un galponcito. Era un lugar donde depositaban cosas. No tenía ni paredes. Yo vivía ahí, al lado la cocina y el baño poníamos un armario como pared. Entonces yo nunca me animaba a cantar en mi casa porque me escuchaban, entonces aprovechaba cuando mi mamá se iba a trabajar para escribir. Un día me puse a escribir Sola y ni tuve que pensarla. Me acuerdo que me emocioné, salí corriendo al trabajo de mi mamá que era al lado de casa, le mostré la letra y ella se lloró todo”.
Sin embargo, su mamá también tenía miedo de que esa canción saliera a la luz y su expareja le hiciera daño. “Yo no iba a sacar la canción porque mi mamá me lo había pedido, y en un momento, ella me dio la luz verde porque yo le había demostrado que esa era mi manera de sacarme un nudo en la garganta que tuve toda mi vida”.
La historia de vida de Tiago PZK y sus comienzos con la música
Al principio, Tiago no tenía el apoyo de todos sus familiares para dejarlo todo y dedicarse al arte. “Todos salimos de abajo y tenemos nuestras complicaciones personales. La gente de los barrios del conurbano tiene la mentalidad de que tenés que laburar de las 6 de la mañana hasta las 8 de la noche rompiéndote el lomo, llevás el pan a la mesa y ya está, esa es tu vida. Es difícil soñar. A mí me pasaba, de chico, eso de: ‘Uh, el pibe se quiere dedicar a la música, mirá si sale mal, ¿qué vamos a hacer?’”, expuso.
“Mi vieja me bancó siempre. Me dijo: ‘vos hacé lo que te haga feliz’. Pero mi papá no me dejaba salir, mi mamá me cubría. Cuando se iba a trabajar, yo aprovechaba para ir a la plaza, en donde se juntaban los chicos a rapear. En un momento, mis viejos se separan y yo me quedo en la calle con mi hermana y con mi vieja. Empezamos a ir de familiar en familiar, de casa en casa, pero éramos felices. No teníamos plata, pero estábamos tranquilos”, relató.
“Siempre perseguí mis sueños, pero no sabía si iba a llegar, y también en un punto eso me incentivaba para hacerlo con más ganas. En una época me iba de Monte Grande a Zona Norte, cinco horas en colectivo, solo a rapear a las plazas para que la gente me conozca y sepan quién era yo”, prosiguió Tiago.
Gracias a las competencias de freestyle que se hacían en las plazas, Tiago consiguió tener un espacio en donde, día a día, fue ganando reconocimiento. “El ‘quinto escalón’, que era la competencia más grande de argentina en plazas, se hacía en Parque Rivadavia e iban 4 mil personas a ver a los chicos rapear en la plaza. Yo llegué a ese punto y me hice más conocido, de repente miles de reproducciones y mi familia empezó a entender más mi mundo”, cerró.