Paula Chaves se encuentra actualmente en un momento de prosperidad profesional y personal: tiene un trabajo estable y tres hijos sanos con su pareja, Pedro Alfonso, de quien se muestra muy enamorada y unida. Sin embargo, cuando era adolescente la crisis del 2001 impactó en su familia, en aquel momento, de clase media baja, al igual que en cualquier otra de la Argentina.
En diálogo con Infobae, la exconductora de Bake Off Argentina se abrió y contó con detalles cómo pasó esta época tan dura con su familia: con una mamá y un papá que no tenían trabajo y con cinco chicos para alimentar. Finalmente, su padre consiguió empleo y recuerda ese día como el más feliz de aquel año.
Al quedarse sin trabajo, su familia tuvo que dejar su hogar y mudarse a una casa prestada en Lobos, sin tecnología para poder comunicarse con sus seres queridos. “Ya no teníamos plata. La desconexión fue tal que le perdí el rastro hasta a mi mejor amiga. En casa, las emociones siempre se pusieron sobre la mesa. Papá estaba mal y no se escondía para llorar. Lloraba”, comenzó Paula.
“Y nosotros validábamos su dolor. Mientras, mamá tenía 20 pesos por día para alimentar a cinco personas. Ese es mi primer recuerdo consciente de la angustia. Nos vi tan lejos, tan desprotegidos. Fueron tiempos en los que sentí miedo y abandono, todo junto”, continuó la conductora. Por fin, un día su papá consiguió trabajo y pudieron repuntar un poco la situación. “Nunca vamos a olvidar ese momento en que papá nos dijo: ‘¡Conseguí trabajo!’. Eso sí fue como...’¡Uff!’ ¡Lloramos tanto!”, recordó.
La separación de los papás de Paula Chaves y la depresión y adicción que enfrentó su mamá
Tres años después, sus papás se separaron y su mamá entro en una crisis de depresión y alcoholismo. “Era ver a mis viejos y pensar: ‘¡Quiero que se termine esta situación ya!’. Le decía a mamá: ‘Hacé algo con tu vida y sacanos de toda esta tensión. Me llevo a mis hermanos, pero que esto se acabe’. Nunca hubo gritos ni malos tratos, pero todavía recuerdo la angustia feroz por verlos llorar”, contó Chaves.
“Después, bueno... empezó todo. A los 40 y pico, y después de haberse ocupado una vida entera de su casa y de sus hijos, mamá se vio sola y sin una profesión que pudiese sustentarla económicamente. Su estructura se vino abajo y ella también”, siguió.
En este sentido, Paula destacó lo fundamental que es tener una red de contención y, sobre todo, mucha voluntad por parte de la persona que sufre la adicción. “Mamá quiso internarse, quiso poder. Y pudo. Ese fue el paso más grande. Yo estaba embarazada de Balta, con una panza enorme, pasaba a buscarla e iba con ella a las charlas de la comunidad terapéutica”, agregó.
“Estaba ayudando a mi vieja en el momento en el que yo más la necesitaba. Me iba de ahí pensando: ‘¿Volverá a ser mi mamá de antes?’. Las adicciones y las enfermedades mentales deben dejar de ser un tabú. Estos testimonios o experiencias deberían charlarse, exponerse con naturalidad, porque si se esconden se estigmatizan y eso juega a favor el silencio, de la vergüenza. Entonces el dolor se hace más grande y la batalla se duplica”, reflexionó.