En su libro La pérdida del deseo, Luigi Zoja plantea el fenómeno de la recesión sexual en nuestra era, donde parece que el mundo está renunciando al sexo. A pesar de la aparente hipersexualidad en nuestras sociedades contemporáneas, los datos estadísticos demuestran que la actividad sexual está en constante disminución, especialmente entre los más jóvenes.
El autor comienza su estudio describiendo los movimientos de liberación sexual en Occidente para relativizar sus efectos subversivos. Aunque se logró la liberación de tabúes y represiones, esto llevó a una secularización del sexo, perdiendo así su encanto y sentido sagrado. Además, el acceso universal al porno a través de las redes redujo la fantasía y la producción de imágenes interiores que alimentaron el deseo.
La pornografía digital se convirtió en material de educación sexual para niños y adolescentes, lo que provocó una distorsión de la realidad respecto al cuerpo y el desempeño sexual. Esto llevó a la aparición de nuevas patologías sexuales y una búsqueda constante de cuerpos perfectos e inalcanzables. En este contexto, aplicaciones como Tinder y Grindr promovieron encuentros sexuales fugaces y efímeros, renunciando al galanteo y exigiendo una satisfacción inmediata.
Fue de esta forma que la sexualidad se convirtió en un objeto de consumo y un fin en sí mismo, perdiendo así su trascendentalidad y su capacidad de conexión profunda entre dos personas. La promiscuidad sexual se convirtió en sinónimo de éxito personal y social, pero se alejó del verdadero significado del Eros, la unión entre cuerpos y corazones.
Zoja, a través de la psicología, historia, sociología, antropología y estadística, plantea las contradicciones y consecuencias de esta liberación sexual. En contraste con las sociedades contemporáneas propensas al éxito inmediato, el autor nos recuerda la importancia de la ilusión, la fantasía y la promesa eternas que impulsaron el deseo y nos dieron razones para vivir.
Cómo tener éxito en Tinder, según la ciencia
En el mundo acelerado en el que vivimos y con la influencia de la tecnología en todas las áreas de nuestra vida, las aplicaciones de citas, como Tinder, se convirtieron en una opción ideal para encontrar pareja. Sin embargo, no siempre es fácil encontrar a esa persona especial y es posible que nos enfrentemos a varias decepciones en el camino. ¿Pero hay alguna forma de aumentar nuestras posibilidades de éxito?
Según un estudio psicológico reciente compartido por Psychology Today, el primer paso hacia el éxito en Tinder es conocernos a nosotros mismos. Muchas veces, nos deslizamos por la aplicación sin saber realmente qué es lo que queremos. Por eso, es importante hacer un poco de introspección y establecer qué es lo que realmente necesitamos. Esto nos ayudará a seleccionar mejor nuestras opciones.
El mismo artículo también menciona la importancia de mostrar lo que ofrecemos en nuestro perfil, no solo lo que buscamos. Aunque no se trató de fingir algo que no podíamos dar, es cierto que a veces olvidamos destacar cualidades simples, como ser buenos oyentes o mostrar empatía hacia los demás.
A la hora de elegir nuestras fotos en Tinder, solíamos estar indecisos entre usar nuestra mejor foto, aunque tuvo unos cuantos años y estuvo llena de filtros, o usar una foto actual que nos muestre tal como somos. Todos sabemos que la apariencia física es importante, aunque no existe un físico ideal. Por eso, muchas parejas que se conocieron en Tinder y tuvieron éxito a largo plazo relataron que tuvieron una buena impresión cuando conocieron a su cita en persona. La foto que elegiste debe mostrarte tal como sos, porque hubo muchas personas a las que les gustaste.
En Tinder y otras aplicaciones similares, tenemos la opción de seleccionar nuestros intereses. Al elegirlos, es importante ser selectivos y no mentir, ya que eso puede ser una pérdida de tiempo. Pero si estabas indeciso entre dos opciones, lo mejor es elegir aquella en la que son más probable encontrar a otras personas con intereses similares.
Un estudio reciente basado en encuestas demostró que viajar es un interés habitual tanto para hombres como para mujeres, seguido de cerca por el fútbol. A nivel general, las mujeres tendieron a tener aficiones más relajadas como leer o pasear, mientras que los hombres optaron por actividades más intensas, como ciertos deportes.