Hoy, 28 de mayo, la Iglesia Católica conmemora la vida y obra de San Germán de París, un abad y sacerdote evangelizador. Nació a finales del siglo V en un pueblo cercano de Autun, Francia, y tuvo una vida marcada por su firme dedicación a la fe.
San Germán demostró su fervor religioso, ingresando al Monasterio de San Sinforiano de Autun y convirtiéndose en monje bajo la Regla de San Basilio. Su constancia y esfuerzo le valieron el nombramiento como abad del monasterio, donde se destacó por su amor a los pobres.
En el año 534, San Germán fue ordenado sacerdote y rápidamente se ganó una reputación como hombre dedicado a la caridad y las buenas obras. Después de la muerte del obispo de París en 555, el pueblo parisino solicitó que San Germán ocupara ese cargo debido a su prestigio y entrega. Ante la demanda popular, el rey Childeberto I accedió y San Germán se convirtió en obispo de París.
Durante su tiempo como obispo, San Germán llevó la palabra de Cristo a numerosos pueblos paganos, trabajando incansablemente para disminuir los males causados por la guerra y promover las costumbres cristianas entre el pueblo. Su vida austera y monástica ejemplificaba los valores que predicaba, y su influencia llevó incluso al rey Childeberto a abrazar el cristianismo.
La tradición nos cuenta que San Germán también se destacó por convencer al rey de erradicar las prácticas paganas y los excesos en las celebraciones cristianas. Su tenacidad y espíritu evangelizador marcaron un antes y un después en la región de París.
Además, el PSG, uno de los clubes más importantes de Francia y con reconocimiento a nivel mundial, tiene una interesante relación con la Iglesia Católica y San Germán de París. El nombre del club está estrechamente ligado a la localidad de Saint-Germain-en-Laye, donde se fundó en el año 1020 un convento en el sitio de la actual Iglesia de Saint-Germain.
San Germán fue un personaje importante en la historia de París. Tras una vida de austeridad y sacrificio, San Germán falleció a los casi 80 años el 28 de mayo de 576 y fue canonización en 754 por el Papa Esteban II. Su legado perdura hasta el día de hoy, siendo venerado como el patrón de París. Sus restos descansan en la Abadía de Saint-Germain-des-Prés, ubicada en la capital francesa.
Oración a San Germán de París
¿Quién no se llenará la admiración ante ti?
Tú eres firme protección, refugio seguro,
intercesión vigilante, salvación perenne, auxilio eficaz,
socorro inmutable, sólida muralla, tesoro de delicias,
paraíso irreprensible, fortaleza inexpugnable, trinchera protegida,
fuerte torre de defensa, puerto de refugio en la tempestad,
sosiego para los que están agitados, garantía de perdón para los pecadores,
confianza de los desesperados, acogida de los exiliados,
retorno de los desterrados, reconciliación de los enemistados,
ayuda para los que han sido condenados,
bendición de quienes han sufrido una maldición, rocío para la aridez del alma,
gota de agua para la hierba marchita, pues, según está escrito,
por medio de ti nuestros huesos florecerán como un prado.
Amén
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