La Iglesia Católica celebra este domingo 9 de junio la vida y obra de San Efrén de Siria, Padre y Doctor de la Iglesia. Nació alrededor del año 306 en Nísbis, actual Turquía, San Efrén fue perseguido por su padre pagano debido a su interés temprano en el cristianismo.
En busca de refugio, se refugió en casa del obispo Jacobo de Nísipe, quien le enseñó y le ordenó como diácono. Aunque siempre rechazó convertirse en presbítero, fundó su propia escuela en Nusaybien, conocida por su alta calidad de enseñanza.
Sin embargo, las invasiones de los persas y los sasánidas lo llevaron a establecer una segunda escuela en Edesa, también dentro del Imperio Romano. Durante su vida, San Efrén se destacó por su defensa de la doctrina cristológica y trinitaria, lo que le valió ser reconocido como Padre y Doctor de la Iglesia.
Solía bajar a Edessa a predicar, y el obispo lo nombró director de la escuela de canto religioso, de donde salieron muchos maestros que dieron solemnidad a las fiestas religiosas de diversas parroquias. Con sus cantos y composiciones el santo defendía la doctrina.
Se dice que al final de su vida viajó a Cesarea para visitar a San Basilio. En el 372 se dio una gran hambruna en Edessa y San Efrén estuvo encargado de organizar los escasos bienes y de ayudar a los necesitados.
En ese entonces, organizó un grupo de 300 camilleros y con ellos recogía a los enfermos y los llevaba a sitios especiales para tratar de conseguir su curación. Uno de sus biógrafos comenta: "Estas dos labores fueron dos ocasiones formidables que Dios le dio a nuestro santo, para que se ganara dos bellísimas coronas más para la eternidad: la de calmar el hambre de los más pobres y la de devolverles la salud a los enfermos más abandonados"
Murió el 9 de junio del 373 y fue declarado Doctor de la Iglesia por el Papa Benedicto XV en 1920. Entre sus escritos destaca una lista con títulos a la Madre de Dios.
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Oración a San Efrén
Señora Nuestra Santísima, Madre de Dios, llena de gracia: Tú eres la gloria de nuestra naturaleza humana, por donde nos llegan los regalos de Dios. Eres el ser más poderoso que existe, después de la Santísima Trinidad; la Mediadora de todos nosotros ante el Mediador que es Cristo; Tú eres el puente misterioso que une la tierra con el cielo, eres la llave que nos abre las puertas del Paraíso; nuestra Abogada, nuestra Intercesora. Tú eres la Madre de Aquel que es el ser más misericordioso y más bueno. Haz que nuestra alma llegue a ser digna de estar un día a la derecha de tu único Hijo, Jesucristo. Amén.