La Iglesia Católica honra y recuerda este lunes 3 de junio en el santoral a San Carlos Lwanga, un hombre cuya vida y obra dejaron una profunda huella en Uganda. Carlos, que nació entre los años 1860 y 1865 en Buganda, sirvió como paje en la corte del rey Mwanga II.
En el año 1885, el rey Mwanga II inició una persecución contra los cristianos anglicanos y católicos recién convertidos. Muchos de los perseguidos, incluido Carlos, formaron parte de la corte del rey. Tras una gran matanza, el sacerdote católico Joseph Mukasa reprochó al monarca su cruel accionar. Como consecuencia, el sacerdote fue decapitado y sus seguidores detenidos. En secreto, Carlos fue bautizado para asumir el papel de líder religioso.
Lamentablemente, Carlos y sus 21 compañeros fueron quemados vivos el 3 de junio de 1886 en Namugongo, como resultado de su firme negativa a renunciar a su fe cristiana. Y el 18 de octubre de 1964, el Papa Pablo VI canonizó a los 22 mártires de Uganda.
Carlos Lwanga (21 años) y otros veintiún jóvenes fueron beatificados el 6 de Junio de 1920 por el Papa Benito XV y esto fue lo que escribió: "Quién fue el que primero introdujo en Africa la fe cristiana se disputa aún; pero consta que ya antes de la misma edad apostólica floreció allí la religión, y Tertuliano nos describe de tal manera la vida pura que los cristianos africanos llevaban, que conmueve el ánimo de sus lectores. Y en verdad que aquella región a ninguna parecía ceder en varones ilustres y en abundancia de mártires. Entre éstos agrada conmemorar los mártires scilitanos, que en Cartago, siendo procónsul Publio Vigellio Saturnino, derramaron su sangre por Cristo, de las preguntas escritas para el juicio, que hoy felizmente se conservan, se deduce con qué constancia, con qué generosa sencillez de ánimo respondieron al procónsul y profesaron su fe. Justo es también recordar los Potamios, Perpetuas, Felicidades, Ciprianos y 'muchos hermanos mártires' que las Actas enumeran de manera general, aparte de los mártires aticenses, conocidos también con el nombre de 'masas cándidas', o porque fueron quemados con cal viva, como narra Aurelio Prudencio en su himno XIII, o por el fulgor de su causa, como parece opinar Agustín. Pero poco después, primero los herejes, después los vándalos, por último los mahometanos, de tal manera devastaron y asolaron el África cristiana que la que tantos ínclitos héroes ofreciera a Cristo, la que se gloriaba de más de trescientas sedes episcopales y había congregado tantos concilios para defender la fe y la disciplina, ella, perdido el sentido cristiano, se viera privada gradualmente de casi toda su humanidad y volviera a la barbarie".
Oración a San Carlos Lwanga
San Carlos Lwanda, qué fuerte y valiente fuiste al practicar el cristianismo sabiendo el peligro que te rodeaba. Eras joven, pero poseías la sabiduría de los tiempos.
Durante toda tu prueba, mantuviste tu atenciòn en el Señor Resucitado. Te llenaste de audacia, valentía, madurz y fuerza del Espíritu Santo para seguir adelante en la proclamación de fe durante esos tiempos de tormentas y sufrimientos.
San Carlos Lwanga, tus acciones nos mostraton que era un verdadero hijo de Dios. Ayúdanos, especialmente cuando nos enfrentemos a las dificultades, a saber que somo hijos de Dios y coherederos con Cristo y contigo.
Amen