La relación de Máxima Zorreguieta con su hija, la princesa Amalia, fue objeto de interés tanto en los Países Bajos como a nivel internacional. La reina de los Países Bajos, Máxima, y su primogénita, Amalia, comparten un vínculo que combina el deber de la realeza con el apoyo incondicional en lo personal.
El apoyo mutuo entre Máxima Zorreguieta y su hija Amalia
Máxima Zorreguieta expresó en más de una ocasión la cercanía que existe con la princesa Amalia. En una entrevista, la reina mencionó que su hija muchas veces le pide consejos, especialmente en relación a sus estudios. Amalia, quien actualmente cursa una licenciatura en Políticas, Psicología, Derecho y Economía (PPLE) en la Universidad de Ámsterdam, suele buscar la opinión de su mamá en la realización de sus trabajos académicos. Esto demuestra una relación basada en el respeto mutuo y el intercambio de ideas.
La reina Máxima también reconoció que aprender de los jóvenes, en particular de sus hijas, le ofrece una perspectiva diferente sobre varios temas. Este tipo de aprendizaje mutuo refuerza la conexión familiar y permite que ambas figuras, madre e hija, crezcan juntas tanto a nivel personal como en sus roles dentro de la monarquía.
Los desafíos de Máxima Zorreguieta como madre trabajadora
La relación de Máxima Zorreguieta con su hija no está exenta de dificultades, sobre todo debido a las demandas de la vida pública y el trabajo que desempeña como reina. Máxima habló abiertamente sobre los sacrificios que tuvo que hacer a lo largo de su vida profesional. En más de una ocasión, mencionó que dejar a sus hijas y a su esposo atrás para cumplir con sus obligaciones reales fue una decisión difícil. Sin embargo, Máxima también ha destacado que su ejemplo como madre trabajadora ha sido una lección importante para sus hijas, incluido Amalia.
La responsabilidad de Amalia como heredera al trono
La princesa Amalia, como futura reina de los Países Bajos, también demostró un gran sentido de responsabilidad y madurez. Un ejemplo claro de esto ocurrió cuando decidió, poco antes de cumplir 18 años, renunciar a la asignación económica que le correspondía como heredera al trono. Amalia consideraba que no era apropiado recibir dinero del estado mientras no completara su formación académica. Esta decisión fue recibida con respeto y admiración tanto en el país como en el extranjero, ya que mostraba un nivel de conciencia sobre su rol público y el uso de los recursos estatales.
Sin embargo, tres años después, la situación cambió. Amalia, quien continúa con sus estudios universitarios, decidió retractarse de su renuncia y solicitar la asignación que le corresponde anualmente, que asciende a 1,5 millones de euros. Este cambio de decisión refleja el equilibrio que la joven princesa busca entre sus responsabilidades financieras y su rol como miembro de la realeza, lo cual también ha sido influenciado por el ejemplo de su madre.