Vitillo, Machingo, Roberto, Machaco y Adolfo eran cinco hermanos que llegaron al folklore en los años 40 y marcaron un antes y un después en la manera de abordar ese género, bajo el nombre de Los Hermanos Ábalos. Fueron precursores y sentaron las bases artísticas en el movimiento musical popular que hoy todos conocemos como tal. Ochenta años después, los consanguíneos son homenajeados en la nueva canción de la banda de folklore moderno Gauchos of the Pampa, conformada por Juan Manuel Gigena Ábalos, nieto de Machingo, Nelson Giménez y Diego "Cacho" García.
La Chacarera No Murió es el nombre de la primera composición propia de la banda -hasta entonces hicieron reversiones de clásicos de los Ábalos-, que retrata la idea de folklore que tenían Vitillo y sus hermanos. La lírica del track emana los lazos sanguíneos entre el compositor y los homenajeados y la música fusiona los elementos necesarios para que la amalgama de colores entre lo tradicional y lo actual encaje sin esfuerzos. El bombo legüero de Vitillo saca a pasear a las guitarras criolla y eléctrica, en una canción que rebosa mixtura.
El cantante de Gauchos of the Pampa, Nelson Giménez, nos cuenta la historia detrás de la canción, mediante un sinfín de anécdotas con el legendario Vitillo, que partió hace casi dos años. En diálogo con El Destape Web, el artista se refiere al origen de la banda y al lugar que tiene hoy en folklore en la industria musical nacional.
Formación de Gauchos of the Pampa e historia de La Chacarera No Murió
- ¿Cómo se formó la banda?
Tuvo que ver con Juan (Ábalos) y su película Ábalos, una historia de cinco hermanos -donde homenajea al quinteto conformado por su abuelo y sus consanguíneos-. Él siempre había abordado el rock en su música y nunca se había acercado al folklore como tal, a pesar de tenerlo encima. Medio que estaba pendiente una interpretación suya de la música folklórica que tanto había mamado. Entonces surgió la idea de formar una banda y me convocó a mí, que siempre le tuve mucho respeto al folklore porque lo sentía algo lejano, a pesar de que todos los argentinos tenemos un sentimiento de pertenencia en ese género. Sentía que tenías que ser de Santiago del Estero o de Tucumán para interpretarlo, y yo soy bonaerense, de San Nicolás de los Arroyos. Una idea equivocada.
Se formó la banda, empezamos con la idea y nos encontramos con Cachito, el bombisto. Nosotros habíamos tocado, con la primera formación de Gauchos, en el último show de Vitillo en la Usina del Arte. Él se despedía de los escenarios y nosotros hacíamos nuestro primer recital como debut. Y Cacho tocaba con Malámbalos, una banda con bailarines que hacían una especie de homenaje a Los Hermanos Ábalos. Entonces, empezamos a buscar la parte que nos faltaba y dijimos: ‘¿Y si le hablamos a Cachito?’. Y ahí se armó el tridente vigente hasta la fecha.
- ¿Cómo surgió la idea de la canción? ¿En qué se inspiraron?
Es una composición de Juan y tiene una historia muy particular. Él hizo la música hace alrededor de ocho años, como una creación instrumental que fue usada para la película sobre los Ábalos, también producida por él. Quedó en eso, como una música con ritmo de chacarera que siempre sonaba pero estaba medio en el aire.
Pasó mucho tiempo, se formó Gauchos of the Pampa y empezamos a grabar y tocar nosotros con la formación que hoy se conoce. Un día habíamos estado grabando algunas canciones, donde generalmente utilizamos instrumentos tradicionales del folklore, y queríamos usar el bombo de Vitillo, entonces vino el primo de Juan y dejó el bombo. Grabamos y todo bien. Vitillo había muerto hacía menos de un año y, movilizado por todo esto, en contacto con el bombo, Juan se encontró con aquella música que había compuesto años atrás y bajó una letra que, si la analizáramos conociendo a Vitillo, nos daríamos cuenta de que consta de muchas de las frases que él utilizaba en su vida. Lo que Juan hizo, a modo de canalización, fue ordenar todos esos textos que homenajean a su tío abuelo y, por supuesto, por yuxtaposición, a Los Hermanos Ábalos también.
La apertura artística de Los Hermanos Ábalos
- La canción habla de la sectorización del folklore y manifiesta que no es necesario ser de Santiago para tocar una chacarera. ¿Ese fue siempre el punto de vista de Vitillo y sus hermanos?
Vitillo era totalmente abierto en ese sentido. Los Hermanos Ábalos fueron los grandes pioneros, los primeros compositores de músicas autóctonas muy conocidas. La incorporación del piano dentro de la música popular se dio con ellos, porque hasta ese momento eran solo guitarras y bombo. Eso fue algo totalmente rupturista. Además, hicieron escuela: enseñaron a bailar las danzas típicas, a través de su música. Ellos siempre decían que eran danza, música y canto. Eran un conjunto de cosas. Por otro lado, Vitillo tuvo una vitalidad impresionante hasta sus últimos días. Tocó y bailó todo lo que pudo y se vinculó con todo tipo de música de distintos géneros. Para nosotros fue increíble ponerlo a escuchar nuestra banda, porque estábamos reversionando las canciones de Los Hermanos a un nivel moderno, con un sonido más rockero. La primera fue Juntito al Fogón y Vitillo nos dijo que le encantaba y que tenía esencia, que estaba la raíz.
Por otro lado, tengo una anécdota con Vitillo, con quien compartí varios momentos por mi amistad con Juan. Él era como un oráculo al que todos se acercaban a escuchar sus historias y un día, charlando con él sobre el folklore y mi devoción por la música, le contaba que me parecía que no podía cantar ese género porque no había nacido en tal o cual lugar. Vitillo me dijo: ‘No hace falta: si vos lo sentís, lo hacés como podés’. Y eso me quedó resonando. Después, con el tiempo, Juan me propuso lo de la banda y me animó a acercarme al folklore. Cuando lo hice, me di cuenta que era el lugar donde siempre debí haber estado.
En folklore en la actualidad
- ¿Cuál es el lugar del folklore en la industria musical nacional actual?
Siento que está en un buen momento, en alza. Entiendo que hay un recambio, que me parece también importante que ocurra. Es necesario que surjan bandas como Gauchos of the Pampa y muchas otras que hay, que quizá no son tan conocidas pero que están reversionando al folklore e incluso creando contenido nuevo. Entiendo que es un género infinito. El folklore tiene un arraigo tan nuestro, tan fuerte, que no hay forma de detenerlo. No hay forma de que se estanque; siempre crece. En este momento está muy bien y hay grandes referentes que lo revalidan todo el tiempo.
- ¿Ves como algo posible, en un futuro cercano, el advenimiento de un fenómeno folklórico masivo como pasó en los 60 con Mercedes Sosa o en los 90 con La Sole?
Sí, lo veo súper posible y creo que se está gestando. Está pasando algo que va camino a eso. Si bien hoy en día hay un movimiento muy fuerte que es el trap y todo lo que pasa a su alrededor, hay un punto de contacto en común que es el arraigo a un lugar. Y, en la medida en que esos puntos se encuentren, se va a potenciar todo mucho más. El folklore es un género indestructible, que se nutre de los demás y creo que así tiene que ser, para fortalecerse y continuar creciendo.
- ¿Las nuevas maneras de acceso a la música -digitales, por internet- significaron algún cambio en particular para el folklore?
Generalmente se asocia al folklore con generaciones de gente grande, pero hay un movimiento que está presente y que, lógicamente, procesa las cosas de una manera diferente. Pero no sé si el cambio de soporte haya afectado puntualmente al folklore. En realidad, en su momento, cambiaron los paradigmas de la industria musical en general, no en un género en particular. Lo más importante es el contenido, porque las plataformas más importantes del mundo están a disposición gratuitamente.