Basta un paseo en barco por la bahía de Guanabara, en el estado de Río de Janeiro, para detectar petróleo o sustancias químicas vertidas en las aguas que forman parte del paisaje mundialmente famoso que incluye el Pan de Azúcar, numerosos monolitos de granito y la cautivadora estatua del Cristo Redentor.
Conmovidos por el impacto ambiental, los grupos no gubernamentales 350.org y la Asociación de Hombres y Mujeres del Mar de la Bahía de Guanabara (Rede Ahomar) crearon una aplicación para que los pescadores locales registraran y denunciaran esta contaminación.
Desde su lanzamiento a finales de julio, la app llamada "De Olho na Guanabara" (Ojo en Guanabara), se han registrado 70 usuarios. Los datos de 350.org muestran que se han analizado y hecho públicas 27 denuncias, mientras que otras 126 se han enviado para su análisis.
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Alexandre Anderson de Sousa, pescador y presidente de Rede Ahomar, dijo que la aplicación se había probado durante más de dos años.
Además de los pescadores, los residentes y ecologistas de la región también pueden compartir fotos y videos de presuntos vertidos de petróleo o sustancias químicas, que se compartirán con las autoridades junto con información sobre su ubicación.
"Cada denuncia en la aplicación es una alerta a toda la sociedad brasileña de que uno de sus lugares emblemáticos de postal está muriendo para alimentar un sistema obsoleto de producción de combustibles fósiles que, además, agrava la crisis climática", afirmó Luiz Afonso Rosario, coordinador de la campaña de 350.org.
Giselle Menezes, responsable de calidad del agua del Instituto de Medio Ambiente de Río de Janeiro (Inea), afirmó que las zonas de la bahía de Guanabara han mejorado progresivamente tras las inversiones en la red de saneamiento básico.
Además de verificar las denuncias, el instituto realiza sus propios controles e inspecciones.
Los científicos descubrieron que las tortugas marinas de la zona estaban cada vez más sanas tras luchar durante años contra una enfermedad tumoral que dificulta el movimiento, la vista y la alimentación, y acaba matándolas.
Con información de Reuters