Una investigación basada en distintos estudios médicos reveló que el uso de cloroquina e hidroxicloroquina puede generar efectos secundarios psiquiátricos potencialmente graves tales como amnesia, delirio, alucinaciones, depresión y pérdida del conocimiento.
En las últimas semanas, el presidente de Brasil, Jair Bolsonaro recomendó fervientemente el consumo de éste fármaco e incluso comenzó con un tratamiento tras contraer coronavirus. También el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, al principio de la pandemia, calificó a la hidroxicloroquina como un "punto de inflexión" para el tratamiento de pacientes con COVID-19, y dijo que la tomó él mismo para prevenir la infección.
De acuerdo a un estudio de la base de datos del Sistema de Notificación de Eventos Adversos de la FDA (Administración de Alimentos y Medicamentos de los Estados Unidos), hubo 4.336 casos de eventos adversos después del uso de cloroquina, de los cuales 520 (12.0%) informaron eventos adversos neuropsiquiátricos. Incluso en el mes de junio, la FDA revocó su autorización de uso de emergencia para los medicamentos hidroxicloroquina y cloroquina para el tratamiento del covid-19.
Según indicaron los expertos, "los síntomas psiquiátricos inducidos por cloroquina pueden ocurrir en pacientes sin predisposición familiar o trastornos mentales personales y marcaron que "la frecuencia de estos síntomas no parece estar relacionada con la dosis acumulada o con la duración del tratamiento.
Sin embargo, "la aparición de psicosis y otros efectos potencialmente graves suelen ser repentinos y, aunque esto suele ocurrir durante los primeros días o semanas de tratamiento, puede haber un retraso en el reconocimiento de síntomas psiquiátricos más sutiles, que pueden persistir incluso después de suspender el medicamento".
Por este motivo, consideran que "el público debería estar mejor informado sobre los riesgos psiquiátricos de la cloroquina" y destacaron que es necesario recordar que la cloroquina es un fármaco que se utiliza en el tratamiento o prevención de la malaria, así como en el de determinadas enfermedades auto inmunitarias, como la artritis o el lupus; por lo que su uso para COVID-19 puede afectar su disponibilidad para estos trastornos.