Envueltos en coloridas piezas de alta costura, artesanos y diseñadores indígenas llenaron un evento de moda en Ciudad de México, en un momento en el que intentan labrarse un futuro estable con su industria amenazada por el plagio, la inestabilidad y la falta de fondos.
En Original, una semana de la moda promovida por el Gobierno y dedicada a los textiles tradicionales, artistas exhibieron sus diseños y enfrentaron los desafíos de la industria bajo el lema: "No al regateo, no al plagio y no a la apropiación cultural".
Marcas de renombre mundial como Ralph Lauren o la empresa china de moda Shein se han enfrentado en los últimos meses a acusaciones de plagio de diseños indígenas mexicanos, amenazando la ancestral tradición textil del país.
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"Más allá de una competencia es que la gente observe que esto no es un proceso masivo", dijo a Reuters el miembro del consejo asesor de Original, Hilan Cruz, un artesano de telar de cintura del estado Puebla. "Lo que hacemos lleva tiempo y ese tiempo debe ser valorado tanto económicamente como en valor producto".
"Es un trabajo que está heredado", agregó. "No solo es algo que nos ayuda a mantener nuestro día a día sino que representa a nuestro pueblo, nuestra comunidad, nuestro espacio, nuestra forma de ver la vida". Cruz señaló que Original buscaba prevenir el plagio creando conciencia sobre la calidad y el detalle que se encuentran en la moda artesanal.
Pero las dificultades financieras y los problemas para conseguir competir con la industria de la moda a gran escala han provocado que los hijos de los artesanos, quienes históricamente habrían sido aprendices en el oficio, trabajos más estable.
TRABAJO HEREDADO
La artesana peruana Rosa Choque es la única del país sudamericano que realiza diseños basados en sus ancestros Chiribaya, algunos tienen hasta 500 años de antiguedad, pero ella no cuenta con un sucesor.
Sus dos hijas se mudaron y encontraron otros empleos, ya que el trabajo artesanal no se vendía lo suficiente y, a menudo, no era apreciado. Incluso Choque tiene un segundo trabajo.
En cambio, la artesana mexicana Rosa González trabaja mano a mano con su hijo: "Él es el que da las ideas, yo les doy forma y las armo", dijo, señalando que encuentran la inspiración en la flora de su región.
Tradicionalmente su familia solía hacer lienzos artesanales pero decidieron confeccionar ropa porque era más fácil de vender.
"Toda la gente puede vestir un vestido de alta costura para sus fiestas de gala, para sus graduaciones y hemos hecho hasta para las novias", dijo González.
Pero la falta de fondos ha estado sofocando la innovación y está impidiendo que los diseñadores inviertan en formas de producción más eficientes.
"Quise innovar mucho más con mi cultura. Hacer a lo moderno pero con mi cultura", dijo a Reuters la diseñadora peruana Licet Álvarez hablando de sus obras, con el rostro pintado y portando un Kitsarenchy, un traje tradicional de su comunidad Anaro de la sierra central de Perú.
"A veces no tenemos el material posible", lamentó.
La imitación de diseños indígenas ancestrales ha provocado el enfado del presidente mexicano, Andrés Manuel López Obrador: "Le plagian los diseños a artesanos e indígenas de Hidalgo, Chiapas, Guerrero (…) y ni siquiera el crédito" les dan, dijo en una conferencia de prensa la semana pasada.
Las marcas pueden usar diseños prehispánicos o actuales de pueblos nativos, dijo, pero remarcó la necesidad de que "les reconozcan su trabajo intelectual, su creatividad (…) y que no haya plagios".
Con información de Reuters