Con la pandemia de COVID-19 como principal amenaza, los campos descuidaron una plaga que creció de forma insospechada y que ahora devora cultivos y producciones agropecuarias: los chanchos salvajes o jabalíes. Aseguran que estos animales se extienden por casi el 75% del territorio bonaerense provocando daños en campos. Miedo e incertidumbre sobre los pasos a seguir para controlar a los porcinos.
Propietarios de campos y trabajadores rurales advirtieron mayor presencia de chanchos salvajes en piaras- conjunto de estos animales- que arrasan con cuanto cultivo ven a su paso, generando perdidas millonarias. Las grandes plagas se concentran en zonas como La Chiquita, Villarino, Monte Hermoso, Chascomús, Lezama, Guerrero, Castelli, Monte y Gorchs, entre otras. Mientras tanto, los estancieros ansían tener un permiso para la caza regulada de chanchos salvajes.
“Se van expandiendo cada vez más dentro de la Provincia y su explosión demográfica ya está empezando a tomar el sector norte, como Areco. Es impresionante ver cómo se han reproducido en tan poco tiempo”, afirmó Hugo de Luca, guía de caza mayor y menor, en un testimonio recogido del diario El Día. A su vez, de Luca agregó: "Consideremos que el jabalí tiene dos apariciones por año –y hasta tres en algunos casos–, y de cada una de ellas nacen entre tres y seis crías y a veces más".
Entre las amenazas que causan estos animales salvajes, de Luca nombró: "Una piara de 10 a 15 jabalíes rompe alambrados, se come los postes y un sembradío de maíz, a casi un promedio de una a dos hectáreas por día, donde arrasa con todo. Y no solo es lo que come, sino también lo que pisa. El daño que causa es millonario".
Las personas que habitan zonas rurales temen la presencia de chanchos salvajes dado su nivel de agresividad. "Si un padrillo se ve acorralado, ataca con su cabeza baja y corta perros, caballos, incluso vehículos, todo lo que se atreve a enfrentarlo, no le importa morir en el intento. Esto preocupa a la gente que habita las zonas rurales, tanto por sus hijos como por ellos mismos”, cierra el relato que alerta sobre una problemática cada vez más recurrente en los territorios chacareros.