El veneno oral es una constante en todo el mundo animal, y se presenta en criaturas tan diversas como arañas y serpientes, o inclusive los loris lentos, la única especie de primates que es conocida por ser venenosa. Pero un reciente estudio arrojó que distintas especies animales como los ratones, los simios y hasta los humanos podrían desarrollar veneno si se dieran los procesos evolutivos indicados.
"Tenemos todos los componentes básicos en su lugar", indicó Agneesh Barua, del Instituto de Ciencia y Tecnología de Okinawa, autor junto a Alexander Mikheyev, de la Universidad Nacional de Australia, del estudio del que se desprende que los humanos podrían volverse venenosos. La investigación señala que las glándulas salivales de los humanos poseen "genes flexibles" que, a su vez, explican cómo evolucionó el veneno en las distintas especies, sean actualmente venenosas o no.
Según especialistas, el veneno suele evolucionar como un método de defensa o para someter a las presas, por lo que es poco probable que la humanidad se convierta en una especie particularmente letal por secretar alguna sustancia. El veneno es un claro ejemplo de flexibilidad en el mundo animal: algunos componentes de la sustancia del ciempiés, pueden encontrarse también en serpientes, por ejemplo.
De todos modos, el estudio no se enfocó en las toxinas en sí mismas sino en los genes asociados con el veneno pero que no son los responsables de crear las toxinas, porque estas evolucionan muy rápidamente y son una compleja mezcla de compuestos. Al conocer la función de todos los genes en la víbora de pozo marrón, animal con el que empezaron su investigación, los expertos pudieron determinar cuáles eran los que estaban asociados a la creación de veneno.
Según Barua, muchos genes son comunes en diferentes tejidos corporales y están involucrados en el plegamiento de proteínas. El propio investigador consideró que se trataba de algo lógico, ya que los animales venenosos tienen que fabricar una gran cantidad de toxinas, que están hechas de proteínas. Estos mismos tipos de genes se pueden encontrar en la glándula salival humana. Además, tanto los humanos como los ratones producen una proteína fundamental para los sistemas de veneno: las calicreínas (proteínas que digieren otras proteínas).
Este proceso de crear y plegar proteínas requiere de mucha energía, por lo que es muy costoso para las distintas especies. Cuando no se usa, se pierde fácilmente. Este es otro de los motivos por los que los humanos probablemente no se conviertan en una especie cuyo veneno sea letal, a menos que las formas que la humanidad desarrolló para conseguir alimento y parejas empiecen a derrumbarse y cambiar.