Gastón Recondo utilizó las redes sociales para concientizar a los adultos sobre el impacto de sus decisiones en la vida de sus hijos. Y para eso, recurrió al cajón de los recuerdos y rescató una postal de su propia niñez. Tomando de excusa el calendario y una fecha clave en su vida, el periodista decidió abrir las puertas de su intimidad y exponer la parte más dolorosa de su niñez, que le dejó secuelas.
En un posteo que acompañó con una foto del día en que se graduó de la escuela primaria, escribió sentidas palabras sobre aquellos años nada felices. “Cada 4 de noviembre es especial para mí. En mayo de 1983, tras un año sin ver a mi papá a pesar de su insistencia y los intentos de una asistente social que cada sábado por la mañana buscaba convencerme de que mi padre no era malo, un Juez dictaminó un cambio de tenencia y pasé de vivir con mi mamá a hacerlo con mi papá”, comenzó relatando Recondo.
Para Recondo, esa decisión que no lo tuvo en cuenta, se convirtió en uno de los momentos más duros de su vida: “Lo viví como una tragedia. Hijo único, empezando quinto grado, me mudaba de barrio y, meses más tarde, de colegio. No fue fácil. Más difícil fue administrar el tironeo entre ellos. Ella estaba enojadísima con él. Él también con ella. Ella le pegó donde más le dolía, alejándolo de su hijo. La bronca entre ellos hacía imposible imaginar que en algún momento se hubieran amado. Y en el medio había un niño de 10 años. Inocente, crédulo, pero por sobre todo víctima de una pelea entre adultos”.
El derrotero no terminó con esa mudanza, aún al pequeño le esperaban más días tristes luego de que su padre tomara una decisión drástica que lo marcaría para siempre. “A mediados de 1984 mi papá decidió que dejara el departamento donde vivía con él, su mujer y las dos hijas de ella y me fuera a vivir con su mamá, mi abuela. O sea, ni con mi mamá ni con mi papá. Años más tarde me explicó que se había separado y no quería que yo viviera otra separación y disfrazó ese momento para protegerme. Pasó sus noches durmiendo en su oficina mientras en lo de mi abuela sobraban camas. Hacía lo que podía”, justició a la distancia.
“El domingo 4 de noviembre de 1984 llegaba con mi mamá a lo de mi abuela (durante ese año y medio los fines de semana los pasaba con mi mamá) y nos encontramos en la puerta del edificio sobre Av. Las Heras con mi papá. Tenía una hoja número 3 rayada en la mano. Se la dio a mi mamá”, siguió con su descarga. Su padre, de puño y letra había escrito “Por medio de la presente concedo la tenencia de mi hijo, Gastón Recondo, a Lidia Beatriz González”.
“Firmada y aclarada, esa nota marcaba el fin de una etapa. Ya no hubo más asistentes sociales ni jueces. Las diferencias entre ellos perduraron pero ya no más conmigo en el medio. No fui más de uno o del otro. Esta foto es del día que egresé del primario, un año más tarde. Es de las pocas fotos que tengo con los dos. Es por esta historia que viví y no me contaron que voy a participar activamente de cada acción en la que se invite a la Justicia de Familia a PRIORIZAR A LOS NIÑOS cuando haya diferencia entre sus padres. #NoMasHijosRehenes”, finalizó el relato que pronto encontró una catarata de mensajes de apoyo y solidaridad.