Un equipo de astrónomos, a partir de las observaciones hechas con los telescopios del Observatorio Europeo Austral (ESO), detectó en imágenes la rara explosión de luz proveniente de una estrella que fue devorada por un agujero negro supermasivo.
El fenómeno, conocido como “evento de disrupción de marea”, es el más cercano de este tipo registrado hasta la fecha, a una distancia de poco más de 215 millones de años luz de la Tierra, y fue estudiado con un detalle sin precedentes. La investigación se publica en Monthly Notices of the Royal Astronomical Society.
“La idea de un agujero negro succionando a una estrella cercana suena como a ciencia ficción. Pero es exactamente lo que sucede en un evento de disrupción de marea”, declaró Matt Nicholl, profesor e investigador de la Real Sociedad Astronómica en la Universidad de Birmingham, Reino Unido, y autor principal del nuevo estudio.
Estos eventos, donde una estrella experimenta lo que se conoce como espaguetificación al ser absorbida por un agujero negro, son poco comunes y no siempre son fáciles de estudiar. “Cuando una desafortunada estrella vaga demasiado cerca de un agujero negro supermasivo del centro de una galaxia, el tirón gravitacional extremo del agujero negro desgarra a la estrella, arrancándole finas corrientes de material”, explicó el autor del estudio, Thomas Wevers.
A medida que algunas de las finas hebras de materia estelar caen en el agujero negro durante este proceso, se libera una brillante llamarada de energía que los astrónomos pudieron detectar. Aunque potente y brillante, hasta ahora los especialistas habían tenido problemas para investigar estas ráfagas de luz que a menudo se ven oscurecidas por una cortina de polvo y escombros. “Descubrimos que, cuando un agujero negro devora una estrella, puede lanzar una poderosa explosión de materia que obstruye nuestra vista”, explicó Samantha Oates, también de la Universidad de Birmingham.
El descubrimiento fue posible porque el fenómeno que el equipo estudió, AT2019qiz, se captó poco tiempo después de que la estrella fuera destrozada. “En realidad, gracias a que lo detectamos pronto, pudimos ver la cortina de polvo y escombros formándose a medida que el agujero negro lanzaba un potente chorro de material con velocidades de hasta 10.000 kilómetros por segundo”, afirmó Kate Alexander, investigadora postdoctoral en la Universidad de Northwestern.
Durante un período de 6 meses, a lo largo de los cuales la llamarada creció en luminosidad y luego se desvaneció, el equipo llevó a cabo observaciones de AT2019qiz, ubicada en una galaxia espiral, en la constelación de Eridanus. “Varios sondeos detectaron la emisión del nuevo evento muy poco tiempo después de que la estrella fuera destrozada. Inmediatamente apuntamos un conjunto de telescopios terrestres y espaciales en esa dirección para ver cómo se producía la luz”, declaró Wevers.
En los meses que siguieron se hicieron múltiples observaciones en luz ultravioleta, rango óptico, rayos X y ondas de radio que revelaron, por primera vez, una conexión directa entre el material que fluye de la estrella y el brillante destello emitido a medida que es devorada por el agujero negro. “La estrella tenía aproximadamente la misma masa que nuestro propio Sol y que el monstruoso agujero negro, que es más de un millón de veces más masivo y que le había hecho perder aproximadamente la mitad de esa masa”, agregó Nicholl. Según informa ESO en un comunicado, esta investigación ayuda a entender mejor los agujeros negros supermasivos y cómo se comporta la materia en los entornos de gravedad extrema que los rodean.