El 16 de septiembre es una fecha que resuena en la memoria colectiva de Argentina. Este día, designado como el Día de los Derechos del Estudiante Secundario, no es una elección al azar. Conmemora un episodio oscuro y doloroso de la historia argentina: la "Noche de los Lápices".
En este artículo, exploraremos la historia detrás de este día y los efectos duraderos que ha tenido en la sociedad argentina.
¿Qué fue la "Noche de los Lápices"?
La Ley 10.671, sancionada en 1998, estableció el 16 de septiembre como el Día de los Derechos de los Estudiantes Secundarios. La elección de esta fecha no es casual; rememora el secuestro de diez estudiantes secundarios en la ciudad de La Plata durante la última dictadura cívico-militar.
La "Noche de los Lápices" es un episodio que se inscribe en la historia argentina como uno de los más crueles y representativos de la última dictadura cívico-militar. Ocurrió la noche del 16 de septiembre de 1976, cuando un grupo de tareas de la policía bonaerense, liderado por Ramón Camps, llevó a cabo un operativo que resultó en el secuestro de diez estudiantes secundarios en la ciudad de La Plata. Estos jóvenes, de entre 16 y 18 años, eran militantes y formaban parte de diversas organizaciones políticas y estudiantiles. Durante la década del '70, la ciudad de La Plata se erigía como un epicentro de organizaciones políticas y estudiantiles. Los estudiantes secundarios se agrupaban en diversas organizaciones como la Unión de Estudiantes Secundarios (UES), vinculada a Montoneros, y la Juventud Guevarista, afiliada al Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT).
Los estudiantes secuestrados aquella noche y en días posteriores fueron Claudia Falcone (16 años), Francisco López Muntaner (16 años), María Clara Ciocchini (18 años), Horacio Ungaro (17 años), Daniel Racero (18 años) y Claudio de Acha (18 años). Días después, el operativo continuó con el secuestro de Gustavo Calotti (18 años) el 8 de septiembre, Emilce Moler (17 años) y Patricia Miranda (17 años) el 17 de septiembre, y Pablo Díaz (19 años) el 21 de septiembre.
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De estos diez jóvenes, solo cuatro sobrevivieron: Emilce Moler, Patricia Miranda, Pablo Díaz y Gustavo Calotti. Los demás forman parte de la lista de desaparecidos y asesinados durante la dictadura. Emilce Moler, una de las sobrevivientes, continuó militando y dando testimonio de lo sucedido. Fue detenida-desaparecida en centros clandestinos como el Pozo de Arana, el Pozo de Quilmes y la Comisaría de Valentín Alsina, en Lanús. Finalmente, fue trasladada a la cárcel de Villa Devoto y liberada a los diecinueve años con régimen de libertad vigilada.
El operativo se atribuyó inicialmente a la lucha por el Boleto Estudiantil Secundario, aunque Emilce Moler, una de las sobrevivientes, aclaró también que su detención y la de sus compañeros se debió a su militancia en la UES. Los estudiantes secuestrados sufrieron tormentos en centros clandestinos como el Pozo de Arana, el Pozo de Quilmes y la Comisaría de Valentín Alsina, en Lanús. La conmemoración del 16 de septiembre como el Día de los Derechos del Estudiante Secundario no solo sirve para recordar a estos jóvenes y su sacrificio, sino también para inspirar a nuevas generaciones en la lucha por la justicia social y la educación pública.
Los efectos duraderos
La "Noche de los Lápices" dejó una huella imborrable en la memoria colectiva del país. No solo se llevó la vida de jóvenes militantes, sino que también dejó un legado de lucha y resistencia. Emilce Moler, por ejemplo, continuó militando desde su rol docente, como investigadora y como madre, dando testimonio de lo sucedido. Su historia y la de otros sobrevivientes se convirtieron en símbolos de la lucha por la Memoria, Verdad y Justicia en Argentina.
Este episodio también inspiró a nuevas generaciones de estudiantes secundarios a militar y a defender la educación pública. La Red Nacional de Estudiantes Secundarios (RENACE) y otras organizaciones juveniles mantienen viva la llama de la militancia, demostrando que los lápices siguen escribiendo.