Un equipo de paleontólogos argentinos descubrió al pie de la Cordillera de los Andes los restos de un dinosaurio perteneciente a la familia de los raptores más grande del mundo. "Este animal tiene un tamaño muy grande y pudimos recuperar un montón de restos", le contó el científico Mauro Aranciaga Rolando a Reuters durante una presentación de los fósiles en el Museo Argentino de Ciencias Naturales "Bernardino Rivadavia" (MACN) de Buenos Aires.
En marzo del 2019, Aranciaga Rolando encontró el primer hueso de un dinosaurio y se propuso volver al año siguiente para seguir desenterrando al gigante pero al regresar con su equipo de investigación se encontraron con un problema mayor que el terreno. Es que justo en ese momento comenzó el aislamiento por la pandemia, lo que dificultó muchísimo el trabajo ya que no tenían la opción de ir al laboratorio para realizar análisis de los huesos encontrados.
Pese a las dificultades, Aranciaga Rolando y su equipo de especialistas encontraron los restos de un Maip macrothorax en la Estancia La Anita, a 30 kilómetros al suroeste de El Calafate, Santa Cruz. Lo particular de esta especie y este ejemplar en particular es que pertenecía a la familia de los megaraptóridos y los números de su tamaño indican que es el más grande encontrado de su tipo hasta el momento.
"Sus huesos no eran macizos sino que presentaban una gran cantidad de huecos internos que los hacían mucho más livianos", contó Aranciaga Rolando en diálogo con Clarín. Cabe destacar que se encontraron anteriormente ejemplares similares a esta especie en otros países como Tailandia, Japón y Australia, y el hallazgo reciente fue publicado en la revista especializada Scientific Reports.
El raptor más grande que se halló
Este Maip que fue encontrado por un grupo de especialistas argentinos tenía casi 10 metros de largo y pesaba unas cinco toneladas, según lo que estiman los propios expertos. Para soportar ese peso, el dinosaurio tenía una columna conformada por enormes vértebras interconectadas mediante un sistema de músculos, tendones y ligamentos. Esto le permitía a la criatura erguirse sobre sus patas traseras mientras se movía.
"Pertenecen a una familia cuyo esqueleto no era como el de un tiranosaurio, grande pero pesado, sino que eran animales ligeros", explicó Aranciaga Rolando, quien también detalló que la principal arma de estas bestias eran sus brazos "poderosos y largos". Los mismos terminaban en unas garras curvadas y afiladas que en algunos casos superaban los 40 centímetros de largo.