En la cocina existen una serie de secretos que si se utilizan ayudan a que las comidas salgan con un sabor único. Uno de ellos se encuentra vinculado con las ollas de metal que utilizamos para realizar distintas preparaciones y que necesitan de una curación similar a la que se aplica en un mate.
Al momento de adquirir un utensilio de cocina, se recomienda que estos sean lavados para evitar que la suciedad que contrajo al estar expuesto se traslade a la comida que pretendemos elaborar. Algo parecido sucede con las ollas de metal que necesitan de un tratamiento adecuado, además de que cada una corresponde a un tipo de receta.


"Me preguntaban qué ollas hay que tener. Estas son mis tres preferidas", expresó Pedro Lambertini como figura su usuario de X (Ex Twitter). En la foto, se puede apreciar que el chef compartió modelos similares pero con ciertas diferencias. La olla común con tapa grande la considera ideal para pastas, papa y guiso. Mientras que la Risottera es recomendada para aquellas preparaciones que necesitan de una superficie amplia. Por último, la Sauteuse es perfecta para salsas, estofar y hacer fideos.
¿Por qué es necesario curar una olla?
No importa si se trata de una olla de barro, de metal, aluminio o acero inoxidable, las recién compradas deben pasar por un proceso de curación para que las elaboraciones salgan con un sabor ideal. La idea de esta acción nace para que se eliminen residuos de fabricación, extender la vida útil del objeto y también evitar que los alimentos se peguen al cocinarlos.
¿Cómo curar una olla?
Hay diferentes procedimientos, pero uno en particular se repite bastante y cuenta con un grado de aceptación más que extendido en las redes como también en los blogs especializados de cocina.
- Lo primero es lavar la olla con detergente de una manera completa, porque permitirá eliminar cualquier rastro de suciedad que haya adquirido mientras se encontraba a la venta.
- Secar completamente para reducir la humedad.
- Untar aceite por toda la parte interior de la olla para formar una capa.
- Calentar la olla a fuego medio hasta que el aceite comience a humear y luego retirarla.
- El proceso de enfriamiento debe respetarse de manera tal que la superficie del objeto esté fría o a temperatura ambiente.
- Con un papel remover el exceso de aceite, lavar y dejarla que se seque.
Con este proceso no solo se evita que haya residuos en la comida, sino que la misma no se pegue durante la cocción. Algunos recomiendan realizar el procedimiento cada 11 meses para renovar la capa que se formó con el aceite.