El advenimiento del transporte a caballo representó uno de los momentos más importantes de la humanidad, ya que conectó a los pueblos antiguos al permitirles desplazarse rápidamente a grandes distancias por primera vez, al tiempo que transformó la forma en que se libraban las guerras.
Pero el momento de la domesticación de los équidos y el posterior uso generalizado de la fuerza de los caballos ha sido objeto de controversia. Un análisis de los datos genómicos de 475 caballos antiguos y 77 modernos está aportando claridad.
Revela que, en realidad, la domesticación se produjo dos veces -la primera fue un callejón sin salida- y sitúa el auge de la movilidad basada en el caballo en torno al 2200 antes de nuestra era (a.C.) en Eurasia, siglos más tarde de lo que se pensaba.
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"La domesticación de animales, en general, cambió la historia de la humanidad, pero ningún otro animal fue un rey como lo fue el caballo", afirma el biólogo Pablo Librado, del Instituto de Biología Evolutiva (IBE) de Barcelona y anteriormente de la agencia de investigación francesa CNRS, autor principal del estudio publicado esta semana en la revista Nature.
"Pensemos en Gengis Kan, con un imperio que se extendía desde el mar de Japón hasta las puertas de Europa. El mundo tal y como lo conocemos hoy ha sido moldeado por los caballos. Pensemos en la agricultura, en lo importantes que eran los caballos como animales de trabajo. Piense en Nueva York o Washington hace 200 años, con carruajes tirados por caballos en las calles", dijo Librado.
Las pruebas genómicas demostraron que los caballos fueron domesticados por primera vez en Asia Central, concretamente en el norte de Kazajstán, hace unos 5.500 años por los habitantes de la llamada cultura Botai.
Pero esta domesticación se basó en la obtención de carne y leche, no en el movimiento, y no se extendió. Los caballos asilvestrados de Przewalski de Mongolia descienden de aquellos caballos Botai.
La domesticación de una segunda línea de sangre equina comenzó hace unos 4.700 años en las estepas occidentales rusas, trotando durante un periodo de siglos antes de que la movilidad basada en el caballo galopara repentinamente por toda Eurasia hace unos 4.200 años, mostró el estudio. Todos los caballos domésticos modernos tienen su origen en este acontecimiento.
Las pruebas genómicas revelaron un cambio en las prácticas de cría en aquella época para satisfacer la demanda por caballos.
Según Ludovic Orlando, arqueólogo molecular y coautor del estudio, del Centro de Antropobiología y Genómica de Toulouse (Francia), se duplicó la capacidad de producción de caballos reduciendo a la mitad el tiempo entre generaciones, de ocho a cuatro años.
"Detectamos apareamientos entre parientes cercanos sólo a partir de esa época, y no en un pasado más profundo. Se trata de una práctica que los caballos salvajes o domésticos tienden a evitar, a menos que los criadores les obliguen a aparearse con sus parientes, para mantener y seleccionar ciertos rasgos valorados, como una mayor docilidad", explica Librado.
"Una vez que los caballos se extendieron por Eurasia y disminuyó la presión para seguir expandiéndolos en espacio y número, el tiempo de generación de los caballos volvió a valores normales. Los tiempos de generación sólo volvieron a reducirse en los últimos 200 años a raíz de la cría industrial: la aparición de nuevos tipos de razas equinas adaptadas a tareas específicas", añadió Librado.
La movilidad basada en los caballos permitió a la gente desplazarse rápidamente a grandes distancias, acelerando las redes de comunicación y comercio por Europa y Asia y posibilitando los intercambios y las interacciones entre culturas diversas. Los carros y la caballería transformaron la guerra.
"Comenzó así una nueva era en la historia de la humanidad, en la que el mundo se hizo más pequeño, más global. Esta era duró hasta la invención de los motores de combustión a finales del siglo XIX", explica Orlando.
(Reportaje de Will Dunham, Edición de Rosalba O'Brien. Editado en español por Juana Casas)