El calentamiento global pone en jaque las investigaciones sobre la vida extraterreste

Científicos advirtieron que corren riesgo las investigaciones sobre vida extraterrestre. Por qué la Antártida y el calentamiento global son centrales.

10 de abril, 2024 | 18.33

Los meteoritos en la Antártida están desapareciendo a un ritmo cada vez más acelerado debido al calentamiento global. Según un estudio realizado por investigadores de Suiza y Bélgica, por cada décima de grado de aumento en la temperatura del aire global, casi 9.000 meteoritos desaparecieron de la superficie de la capa de hielo. Esta pérdida fue significativa, ya que los meteoritos son muestras únicas de cuerpos extraterrestres que nos brindan información sobre el origen de la vida en la Tierra y la formación de la Luna.

El estudio revela que, para el 2050, alrededor de una cuarta parte de los 300.000 a 800.000 meteoritos estimados en la Antártida se habrán perdido debido al derretimiento de los glaciares. Además, se estima que para finales de este siglo, podríamos perder cerca de tres cuartas partes de los meteoritos en el continente antártico en un escenario de alto calentamiento. Esto superaría los esfuerzos actuales de recolección de meteoritos antárticos en un factor de cinco.

El profesor asociado de Glaciología en la Vrije Universiteit Brussel, Harry Zekollari, quien participó en la investigación, hizo un llamado a nivel internacional para preservar el valor científico de los meteoritos antárticos. "Necesitamos intensificar los esfuerzos para recuperar los meteoritos antárticos. La pérdida de estos meteoritos es similar a la pérdida de valiosos datos científicos obtenidos de los glaciares en desaparición: una vez que desaparecen, también se pierden secretos del universo", afirmó.

La Antártida es el lugar más prolífico para encontrar meteoritos, ya que alrededor del 60% de todos los meteoritos encontrados en la Tierra se recolectaron de la superficie de su capa de hielo. Sin embargo, el calentamiento continuo del planeta está provocando la pérdida de aproximadamente 5.000 meteoritos al año, dificultando cada vez más su recuperación.

Para evitar que la mayoría de los meteoritos antárticos queden sin recuperar, los científicos enfatizan la necesidad de reducir rápidamente las emisiones de gases de efecto invernadero. Solo así se podrán preservar estas valiosas muestras extraterrestres y continuar con nuestros estudios sobre el origen del sistema solar y la vida en nuestro planeta.

Gripe aviar: alarma por lo qué pasó en la Antártida

Un equipo de científicos confirmó la presencia de la gripe aviar de alta patogenicidad en la región antártica, lo que supone una amenaza para la conservación de la fauna salvaje en esta área. El virus HPAI H5N1, que inicialmente afectaba a aves de corral, se adaptó para propagarse entre la fauna salvaje y su propagación causó importantes mortalidades en aves y mamíferos en todo el mundo. Ahora, su llegada a la Antártida confirma los temores de los expertos sobre los efectos devastadores que podría tener en las poblaciones de fauna salvaje en esta región.

El equipo de investigación, liderado por el virólogo Antonio Alcamí del CSIC, instaló un laboratorio de diagnóstico molecular en la base antártica española Gabriel de Castilla y confirmó la presencia del virus en restos de skuas muertas, una especie de ave emparentada con las gaviotas. Además, se puso en marcha una expedición internacional para rastrear la presencia del virus en la Península Antártica y el norte del Mar de Weddell.

Durante la expedición, se observó que las aves skuas fueron gravemente afectadas por la enfermedad, lo que podría tener consecuencias a largo plazo para su conservación en la región. La llegada del virus HPAI H5N1 a la Antártida despertó la preocupación debido a los efectos devastadores que causó en otras regiones del mundo, ya que muchas especies de fauna en esta zona ya están en peligro. Además, la distancia del continente antártico y su acceso limitado dificulta el seguimiento regular de la mortalidad entre la fauna salvaje.

Los investigadores destacan la importancia de poner en marcha herramientas de vigilancia para monitorizar el impacto del virus en los próximos años. Para ello, se recolectaron muestras de individuos enfermos y aparentemente sanos, así como muestras de aire y agua para determinar la presencia del virus en el medio ambiente. Además, se instaló un laboratorio de diagnóstico a bordo del velero utilizado en la expedición, lo que permitió un análisis rápido del virus sin depender del envío de muestras a instalaciones de análisis lejanas.

La presencia del virus HPAI fue confirmada en cuatro puntos de desembarco, y se detectó en muestras de diversos tipos, incluyendo el cerebro de las aves skuas. En una isla del archipiélago, se observó una mortalidad masiva de pingüinos de Adelia, en la isla Heroína, aunque aún se están realizando pruebas para confirmar la presencia del virus como la causa de estas muertes.

En los próximos meses, los institutos que participaron en la expedición analizarán muestras de fauna salvaje aparentemente sana y cadáveres adicionales para obtener más información sobre la presencia del virus y su genética. Estos datos serán clave para comprender cómo se extendió el virus y qué tejidos son los más idóneos para detectarlo.

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