En Argentina se descubrió una proteína y los científicos la bautizaron con el nombre en homenaje a un club de los denominados "grandes" del fútbol argentino: CARP9, en referencia a River Plate.
Se trata de un grupo de investigadores del Instituto Agrobiotecnología del Litoral (IAL) y docentes de la Facultad de Bioquímica y Ciencias Biológicas (FBCB) de la Universidad Nacional del Litoral (UNL) que se salió de la "agenda" y sorprendió con un hallazgo al que bautizó con un nombre muy particular.
Descubrieron una proteína desconocida que participa en el proceso regulatorio que le permite a las plantas modificar su fisonomía para adaptarse a su entorno. La bautizaron CARP9 por el Club Atlético River Plate. El número 9, afirmaron, es debido a otro homenaje. Uno de sus jugadores más emblemáticos: Enzo Francescoli, quien en su época de futbolista vestía la camiseta número 9.
“Al ser una proteína nunca antes descripta tuvimos la posibilidad de bautizarla y así surgió Constitutive Alterations in the Small RNAs Pathways 9 cuya sigla (CARP9), fue pensada como homenaje River Plate y a Francescoli por su gloriosa trayectoria usando la camiseta número 9”, relata el director del Instituto de Agrobiotecnología del Litoral, Pablo Manavella.
La importancia del hallazgo - explicaron desde la Universidad en un comunicado- radica en que, para modificar su fisonomía y adaptarse a su entorno, las plantas necesitan modificar rápidamente la expresión de ciertos genes, que son la cantidad y el tipo de proteínas que se producen en respuesta al nuevo entorno. A partir del proceso denominado “silenciamiento génico” las plantas logran apagar genes de una forma extremadamente rápida y así adaptarse al entorno variando su forma, tamaño, número de órganos y tasa de crecimiento, entre otras, según publicó el diario Página 12.
El director destacó que en el IAL estudian distintos aspectos de la biología de plantas y en su laboratorio centraron sus estudios en las moléculas de ARN (ácido ribonucleico). "En particular estudiamos los mecanismos de silenciamiento génico, donde cientos de genes son “apagados” en respuesta a una señal ambiental. Las plantas tienen la particularidad de que no se pueden mover cuando sufren cualquier tipo de estrés climático, para adaptarse prenden y apagan genes todo el tiempo. El ser humano si hace frío se abriga o busca un lugar que le de calor, las plantas no pueden”, añadió.
“En este proyecto buscábamos proteínas desconocidas que participaran en el proceso de silenciamiento génico. Para esto realizamos un screening genético y así descubrimos la proteína CARP9 que funciona como un puente anclando diferentes proteínas de la vía de silenciamiento permitiendo su correcta función. Si esta proteína no está ese complejo no se forma, las proteínas no se pueden juntar entre ellas y la planta se muere”, explica Manavella.
También formaron parte de este descubrimiento los becarios Ariel Tomassi; Facundo Romani y Lucía Gonzalo e investigadores del CONICET, docentes de la FBCB-UNL y miembros del Instituto de Agrobiotecnología del Litoral, UNL-CONICET: Delfina Re; Damián Cambiagno; Javier Moreno y Agustín Arce.