El Tyrannosaurus Rex poseía una fuerza de mordida asombrosa que se calcula que tenía una fuerza de unos 3.630 kilos, lo que equivale al peso de tres autos pequeños.
Esta fuerza de mordida se vio favorecida en el T-Rex y otros grandes dinosaurios depredadores por una intrigante modificación evolutiva en el cráneo, en la que la cuenca del ojo -llamada hueso orbital- adquirió una forma elíptica o de ojo de cerradura en lugar de circular, según un estudio publicado el jueves.
El estudio usó simulaciones por ordenador para demostrar que un cráneo con una cuenca ocular circular era más vulnerable a las altas tensiones durante la mordida, pero las formas modificadas observadas en los grandes dinosaurios carnívoros redujeron en gran medida estas tensiones y facilitaron fuertes fuerzas de mordida sin comprometer la integridad del cráneo.
Este contenido se hizo gracias al apoyo de la comunidad de El Destape. Sumate. Sigamos haciendo historia.
"El cráneo y la mandíbula inferior deben soportar grandes fuerzas de mordida y cargas durante la alimentación", explica el paleontólogo Stephan Lautenschlager, de la Universidad de Birmingham (Inglaterra), autor de la investigación publicada en la revista Communications Biology.
"Esto puede lograrse teniendo un cráneo más fuerte -más hueso- o canalizando las tensiones y deformaciones que se producen de manera que se reduzcan las cargas. Esto se consigue con las órbitas no circulares", añadió.
Lautenschlager examinó la forma de la cuenca ocular de 410 especies extintas, entre ellas 230 dinosaurios y algunos de sus primos reptiles, como el linaje de los cocodrilos y los reptiles voladores llamados pterosaurios. El grupo de los terópodos, criaturas bípedas que incluían a todos los dinosaurios carnívoros, era especialmente interesante.
Resultó que una vez que una especie de terópodo alcanzaba una longitud de cráneo de un metro o más, la forma de sus cuencas oculares se volvía elíptica o en forma de ojo de cerradura.
Este cambio evolutivo ocurrió de forma independiente en varios grupos de terópodos de todo el mundo en el tiempo, según el estudio. En su juventud, los grandes carnívoros tenían cuencas oculares circulares y el cambio de forma se producía a medida que el animal maduraba hacia la edad adulta.
(Editado en español por Carlos Serrano)