En una plaza de un suburbio de Río de Janeiro plagado de tráfico de drogas y altos índices de delitos violentos, niños y jóvenes se reúnen todos los martes por la noche para pelear, pero no de la forma que uno podría pensar.
Con guantes y siguiendo unas reglas, se enfrentan en combates de boxeo callejero desde las 10 de la noche hasta la 1:30 de la madrugada del miércoles, en un evento semanal que ha ido atrayendo a un público cada vez mayor en Belford Roxo, una ciudad pobre del estado de Río de Janeiro.
Comenzó hace unos cuatro meses en la plaza local Praca 1, y desde entonces se ha convertido en un proyecto llamado "Ultimate Fighting Praca 1", o UFP1, según uno de sus creadores, Michel dos Reis.
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Si bien no comenzó con fines sociales, el proyecto se ha convertido en una forma de que los jóvenes aprendan más sobre boxeo, lo que quizá les aleje del atractivo siempre presente de trabajar para los narcotraficantes, dijo Reis.
"Esto les ayuda a no tener la mente vacía", agregó Reis, cuyo hermano murió tras involucrarse con bandas de narcotraficantes.
Gabriel Gomes, de 15 años, nervioso en su primer combate hace solo unos meses, ostenta ahora uno de los cinturones de campeón de la UFP1 y considera como una posibilidad una carrera en el boxeo.
"Estoy pensando en cambiar de vida", dijo Gomes, que empezó a entrenarse para las competiciones en un gimnasio local.
Cuando empezaron los combates, había muchos prejuicios, contó Reis. Pero añadió que lo que están haciendo no es nada diferente de lo que ocurre en otros países donde se practican artes marciales en lugares públicos.
"Ahora estamos consiguiendo que la gente entienda que esto es bueno para nuestros jóvenes".
Con información de Reuters