Desde 1968 nada se sabía de ella. Hasta la ONG Global Wildlife Conservation incluso inscribió en su lista de las 25 especies perdidas más buscadas a este mamífero del tamaño de un ratón, que puede correr hasta 30 kilómetros por hora. Se trata de la musaraña elefante de Somalía, también conocida como sengi de Somalia.
Y es que luego de 52 años de que la dieran por perdida, un grupo de científicos anunció el este martes que detectaron nuevamente un ejemplar de la musaraña elefante la República de Yibuti, en el Cuerno de Africa, país limítrofe con Somalía. Para colmo, antes de esto, entre 1891 y 1968, tampoco no habían hallado ejemplares de este animal, por lo que las sospechas de su extinción crecían día a día África.
Fue el experto Galen Rathburn el que encontró la forma de "tentar" a la musaraña: en 2019 instaló junto a otros científicos unas 1.200 trampas rellenadas con mantequilla de maní, avena y extracto de levadura a lo largo de 12 poblados del territorio yibuti.
"La población nómada y pastoral nos decía que veía a sengis frecuentemente", explicó Husein Rayalé, naturalista de la asociación Yibuti Nature y miembro de la expedición que logró el esperado hallazgo.
Estos mamíferos pertenecen al grupo de los macroscelídeos, aunque se los conoce familiarmente como musarañas elefante. Sorprendentemente, este grupo de animales tiene un genoma más parecido al de especies como los elefantes o los manatíes que al de otros animales aparentemente mucho más parecidos a ellos, como los ratones. Este hecho sumado a su largo y delgado hocico ha hecho que se hayan ganado ese sobrenombre.
El largo trabajo científico tuvo su previo y es invaluable: consiguieron atrapar 12 ejemplares de musarañas elefantes, una excelente cantidad para empezar un proceso de estudio más avanzado. También se constató que su hábitat no está amenazado, por lo que los especialistas creen que la musaraña podría ser ubicada ahora en la lista de los animales con "preocupación menor" de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN).
Los análisis de ADN han mostrado que el sengi somalí está relacionado con otras especies de países tan lejanos como Marruecos o Sudáfrica, lo cual confirma que supieron recorrer grandes distancias a través de los difíciles terrenos africanos.
Ahora, el objetivo de los científicos es preparar una nueva expedición para rastrear y hacerles un seguimiento mediante GPS a estos animales capturados para aprender más cosas sobre su comportamiento.